domingo, diciembre 10, 2006


Antología mínima de CARNE DE MI CARNE (2002) de Johnny Barbieri
TRES

Camino oblicuo por donde retornas
caballo emplumado
fantasma de las sábanas blancas del cuarto oscuro
con tu paso pausado
llegas libre
sangre anónima que va pintando el cuarto
de suplicios rojos torturas rojas verdugos rojos
de aullidos rojos que no callan jamás
puñado de ojos rojos
puñado de peces y de pájaros
nada más
nada más que un puñado de horror
para morir cuando tú no estás
caballo ascético
pequeño caballo para este espacio empequeñecido
para este infierno que está clavado en mi pecho
ahora que sólo soy yo y mi gato y mi coñac
para beber hasta el amanecer
mientras voy de un lugar a otro
recorriendo calles y calles
siempre las mismas calles repitiéndose
Sólo yo busco volver hacia el lugar correcto
hacia el camino correcto por donde retornas
caballo agujereado
camino que se ha hecho interminable para recorrerla
veinte veces durante veinte años
a donde el destino quiera llevarnos.

SEIS
Veintidós flores han crecido en el jardín del horror con el miedo de Juan
Cuatro caballos han muerto sacrificados uno tras otro por el amor a los niños pobres como Juan
Los ojos azules de Juan han desaparecido robados por un ladrón de Dvorak para venderlos en un mercado de baratijas
Dos gatos se han servido de la cena de Juan y la noche ha crecido por dentro hasta hacerse un manojo de lumbre para iluminar el abismo por donde caigo todos los días
Los vuelos de las aves son flechas que Juan va tirando con destreza hacia el horizonte donde nace la vía láctea
Trescientos veinte cuerpos fueron apuñalados en un tranvía que va al sur en presencia de Juan y Juan ha llorado por todos y la luz se ha hecho monótona desde entonces a los ojos de Juan
Un hombre pobre como Juan palidece en un rincón de la noche donde la náusea exhuma memorias casi inaprensibles
Doce gotas de agua mojan el miedo de Juan
Un ladrillo edifica la historia de Juan
Juan hijo de Rená vive entre nosotros y está creciendo a nuestro lado.


DIEZ
Cuatro espaldas decrépitas componen las paredes de mi casa
los ojos miopes son las ventanas por donde entra el verano
con sus viejas trivialidades ya olvidadas
la puerta es una enorme boca con incisivos amarillos
hay una oreja roja diseccionada
una luz tenue dispersa
y un surco de centellas abriéndose paso por donde
crece la hierba
En una de las espaldas he pintado el mar
y sobre ella un navío en llamas
y sobre el navío un caballo de obsidiana huyendo
despavorido por el campo
En mi sala hay muebles de cristal
una mesilla de mimbre
dos candelabros
y una utopía despedazada tirada por el suelo
En la ventana
tengo una estatua de sal de Dios en el horizonte
creando el mundo
allí está la griega mirándonos a través del vidrio
allí están sus grandes ojos buscándonos
de lado a lado por toda una vida
Tengo un perro con espuelas y con la noche rabiosa
es negro
y tiene hormigas en la espalda
En mi habitación hay veintitrés flores petrificadas
un rayo clavado en el suelo
algunas calles desconocidas por donde
voy huyendo de la noche
Tengo por espejo un lago
una hielera de días de invierno
cuatro ranas muertas colgando de la vieja vitrina
Hay un desierto al este por donde sale el sol
por ratos camino a solas
recordando cosas y cosas
hasta que llega la hora de volver
y estoy solo
solo otra vez con un atado de nervios
y un silencio sepulcral
quizás hubiese preferido abandonarlo todo
ir a París puntual a los diecisiete años
casarme con la griega en Santander
dosificar mejor estos martes interminables
Pound estaría mejor acomodado en mi cajón
y yo ya no estaría buscando a nadie
por estas cuatro paredes del cuarto donde me desangro
hasta morir.


DIECISIETE
Un ataúd para Rosa Vrúbel
busco un ataúd rojo para sus escupitajos
una hora del día para construirle el camino
por donde irá exhumando muertes
Rosa náutica Rosa ascética Rosa agnóstica
toda rosa reluciente
María Rosa Vrúbel tuvo para sí
los fantasmas que llegaban por las tardes
y se tragaban la luz de sus ojos
Cogí una rosa del jardín
y la rosa me clavó sus espinas y me cortó las venas
habitó mi alcoba
mezcló su sangre con la mía
se amarró a mi cuerpo por siglos
La rosa se hizo un puñado de lumbre
e iluminó la vida mi vida
ésta vida que escogí para vivirla
tirada hacia las cosas que más amo
hacia la real irrealidad de siempre
allí donde estoy atado a tu piel
a tus entrañas
a tu Cracovia natal
Rosa Vrúbel tiene la edad de la media luna
el cuerpo de los quejidos que nadie soporta
tiene por sueño la podredumbre de los pasos
que se van para no volver
de las mariposas que vuelan y se parten en dos
en DOS largos gritos
Es dos de octubre y los árboles se parten en dos dos veces
en dos las rosas
en dos los caminos por donde regreso a casa
Rosa es la noche dos veces
Rosa las constelaciones dos veces
El recuerdo de Rosa crece en este rincón donde
está pintada con sus senos pequeños
sus violines sus murciélagos su migraña
su cárcel sus balas sus tatuajes sus traumas
y etc etc etc.


VEINTE

Lo único real son mis manos clavadas en la pared
y mi caballo ciego tropezando por la habitación
mi pequeño caballo muerto
por esta habitación sin puertas ni ventanas
ni luz ni espacio
sólo espaldas sólo siluetas
sólo la soledad clavada junto a mí
lo demás son puras palabras
allá afuera
es trece de octubre
y hay sol y hay muchos caballos vivos
y está BUKOWSKI amarilleándose hoja por hoja
y un pájaro expuesto al sol amarilleándose
y un árbol frente a la casa amarilleándose dos veces
Pablo toma un arma y va a morir al patio
María pinta sus senos de azul
y sale a la calle a comprar legumbres
allá afuera
los obreros están trabajando
las mujeres están vendiéndose en las esquinas
es Lima
y una vez más
sólo queda vestirse con un necio disfraz
para gritarle a todo el mundo que estás bien
que estarás bien por el resto de tu vida
pero ya nada importa
hace muchos años que ya nada importa
no importas tú
y no importo yo
Allá afuera Manuel tiene una patria
Efraín tiene un jardín con lirios rotos
y una mujer con un arco iris grabado en la espalda
Cecilia lava ropa por las mañanas y cuenta
las estrellas por las noches
tiene un hermano pequeño
dos meses de gestación
y un triángulo isósceles enrollado a su cintura
Aquí adentro
sólo estoy yo
sin patria
sin jardín
y sin estrellas en la noche
sólo con un candelabro encendido
y algunos cráneos tirados por el suelo
pero yo estoy aquí
y eso es lo que cuenta.

viernes, diciembre 08, 2006


CARNE DE MI CARNE, Johnny Barbieri, Ed. Noble Katerba. Lima, 2002; 50 pp.

Por: Enrique Cortez


Hacia lo nocturno

Versos sobre la huída, sobre el itinerario de un cuerpo que siente la noche, que se pierde en lo nocturno, pero no en su oscuridad, podríamos apuntar como inicio de este intento por hacer legibles los poemas del nuevo poemario de Johnny Barbieri.
No en su oscuridad, digo, porque las situaciones, los espacios, los objetos son visibles. La idea de nocturnidad, en cambio, presenta ribetes metafísicos. Esta noción de lo nocturno que lo devora todo, que se funde con la voz del sujeto del discurso en sus poemas, no corresponde al padecimiento del cuerpo, expresado de modo inmejorable por San Juan de la Cruz. Es una nocturnidad alucinada, paranoica, que a su paso deja nombres, cuerpos, afectos, gatos, para perderse sin destino, huyendo de sí gracias al presentimiento de conseguir un yo más duradero. Esa “mismidad” que se prevé, se promete como posibilidad en lo nocturno.
La presencia felina, noción que semánticamente está asociada a lo nocturno, también me permite colegir un ambiente gótico. La experiencia de lo gótico, asegurada por la configuración de los espacios, de los ritos, de los objetos, es siempre una búsqueda de sí. Y si bien es silenciosa, expresa la paradoja que supone hacer visible lo oscuro. Esta oscuridad que podría ser metafísica es también en el caso de lo gótico una teatralización, una puesta en escena. La distancia entre el sentimiento gótico y lo gótico como ejecución, como obra, es la distancia entre el querer y el ser. Sin embargo, pienso que de lo gótico, como estética, sólo nos quedan las formas.
Capítulo aparte, los poemas de Barbieri, tienen el mérito de articularse en una totalidad. En ese sentido, el uso de notas a pie de página es un acierto, pues dota a sus versos de una extraña verosimilitud: la del exegeta.
En el poemario, la existencia de este exegeta nos refiere la presencia de una entidad superior o externa al sujeto del discurso de los poemas. Una entidad que permite pensar en el gesto autoconciente de la escritura en su conjunto y que relaciona sus poemas con algunas operaciones de la estética posmodernista.
Finalmente, creo que Carne de mi carne tiene una propuesta trabajada también en el nivel de la musicalidad que merece atenderse.

domingo, setiembre 10, 2006

Antología mínima de Jugando a ser Dios (2000) de Johnny Barbieri

LA MULTIPLICACIÓN DE LOS PANES

Estoy frente a Zelda
en Port-au-Prince
frente a la acostumbrada necesidad de volver
a intentarlo todo una vez más
Avanzo a ciegas
camino un largo trecho a ciegas
nadie está conmigo
la tarde crea geometrías y bosquejos
de una soledad que sólo yo entiendo
avanzo y un ruido ciego avanza conmigo
Ronsard avanza conmigo
un vacío en la pared avanza conmigo
En este pequeño espacio
donde la benzedrina avanza sin rumbo
sólo estoy yo y un puñado de recuerdos
atrás queda
Drummond
Desnos
el caballo que se fue
la casa roja y su rincón de cristal
el rapto de Helena
el silencio en el Peloponeso
Allí está Zelda
tras el haz de luz
repitiéndose
y la noche que se hace negra después del silencio
repitiéndose
está la piedra repitiéndose
el pan multiplicándose
y la sombra es sombra mil veces
y el silencio mil veces más silencio que de costumbre
y estás tú con tu café y tus vómitos
parado en medio de un mundo que crece
entorno a un sinfín de nadas
Nada somos
Nada Juan atrás un retrato cubista
1966 tú tartufo ese pedacito de papel
Nada somos
N A D A


ESTE ES MI PACTO

Hacia el Helesponto
sobre caballos de sal
veinte Pedros hemos pasado
aquella línea divisoria entre lo real
y lo irreal
entre la razón
y la sin razón
entre el ir tejiendo caminos para andar
y el volver al viejo sendero a un bosque de huesos
y deseos
Veinte profetas desde Bizancio
al Sinaí
desde Batavia
a Oaxaca
Pedro tenía una estrella y un ratón
un hoyo inmenso atado a su espalda
un lago senil con bufeos de oro y escualos
de luces fosforescentes
nadando en semicírculos
caminó todos los caminos
alcanzó todas las distancias
pero se negó a cruzar ese vacío aciago
de perderse en medio del dolor
ese criadero de recuerdos inmemorables
y el día y la noche
pasó sobre sus hombros
y el espacio se hizo más pequeño
más real
más cuarto lleno de cuartos pequeños
empequeñecidos
La piara de Epicuro desbordó el espacio
ese espacio silencioso que hay entre tu cuerpo y el mío
entre la náusea y Schopenhauer
entre el mármol y la espalda que se quiebra
de un golpe
y se rompe como un jarrón
como un jardín
como una hoja de Eclesiastés
como un poema de Li Po
Hacia el lado de los seres que se entrelazan
en medio del dolor
Este es mi pacto
mi palabra
la vela encendida para alumbrar el mundo
MUNDO MÁGICO
Allí yace un cerebro de cristal
Abaddón creciendo bajo la sombra
allí Faulkner sobre la hierba seca
allí los lagartos multiplicados
apoderándose de nuestros cuerpos
siempre cuerpos diseccionados / Judaicos
asesinados todos
partidos por un rayo
clavados por una lanza
sobre la tierra
y era la tierra inmensa
grande inmensamente grande
inalcanzable a nuestros ojos
a los ojos humanos
ciegos
Homero me observa
y yo lo observo
sus ojos volaron en p e d a z o s.

EL JUICIO FINAL

Once vellocinos negros con golondrinas multicolores
vuelan al horizonte en Santander
perdices de titiriteros en Génova
una paloma se posa en el ala derecha
del alero de la casa donde estoy yo
entrelazado a mis sueños
el sol refleja sobre el mármol grandes
nardos para deshojar
Estoy como al principio
cayendo vertiginosamente
sobre mis propias culpas
nada me detiene
pronto huiré de todo esto
Huyendo para atrás
tomaré el sur
el viejo hoyo en la pared
y saldré con mis penas a ocultarme
bajo estas piedras raras
estas pequeñas piedras raras talladas de langostas
y águilas de Aleph que vuelan ciegas
bajo el raso cielo azul
Once negros vellocinos con golondrinas
escapan para no volver jamás
Duchamp
pensaría golondrinas dadaístas de cristal
volando en la noche
bajo la luna rota
sobre Port-au-Prince
Todos han muerto
nada queda
once flores crecen en el desierto del Sinahí
y son flores negras flores pálidas
flores imperfectas flores imbéciles
flores que parecen flores y crecen
para deshojarlas.


AMO EL MUNDO

Yo también amo el mundo
pintándola en las paredes de los burdeles
amo el mundo repitiendo en las calles
esos movimientos monótonos
de ir y venir
ir y venir
ir
Monsieur Brakett
yo amo el mundo
intentando huir
de los que como usted van creciendo en el umbral
pegado a la pared
van creciendo en línea recta y van girando también
en línea recta
creando una caída recta
de pájaros que vuelan
un trayecto recto
Kierkegaard lo entendería mejor
la felicidad terrena como una trivialidad mundana
repitiéndose en medio del caos
Epicuro
Feuerbach
Banchi de las calles de Lima de 1986
Lima roja rosa rota para andar
desde el Cristo crucificado
al centro de este mundo real / irreal
un lugar para Voltaire
para ir y venir
ser o no ser
el velo de novia en medio de la noche
el caballo negro
lo total
Descartes en medio de esta irracionalidad
de andar aquel camino
después del camino que se ha emprendido
toda la vida
Yo también amo el mundo
tirando para atrás
mis redes con sus peces de cera
nihilistas del lado mayor
Heidegger - de entre todos
hijos de hojalata
hojas de un cuaderno de apuntes
de un viaje a Berlín
antagonistas de la nada
opuestos de sí
yo amo el mundo
y el mundo me ama a mí.


JUGANDO A SER DIOS

A los inmortales de San Carlos

Tengo el día y la noche - dispuestos en O
sobre un mundo ordinario que gira por mis dedos ingleses
como un ave de carroña sucia y siniestra
en mi habitación
Tengo el recto de un otoño escandinavo para crear
la luna y los jardines babilónicos
la rosa más pura
los anuncios comerciales de las grandes ciudades
- iluminados todos
Si ando el mar se abre en dos como un pan
si caigo caen los árboles y las ideas prominentes
de los hombres ilustres
de los griegos como Platón y Prometeo
de los romanos después de la belleza
desnuda y monótona
Si acaso duermo se apaga la lámpara del cuarto
y el firmamento oscurece con todos sus planetas
y si lloro todos los ríos de la tierra se secan
y el cielo cae gota a gota
sobre nuestras reducidas cabezas
cabeza antisemita de un dictador que cruza
la calle en cruz
gozoso de su día
repasando su paso de Dios milanés
su camino a los consejos de guerra
a la mula Arbizueta y a su sexo inferior / tercermundista
Soy español en el lenguaje que escupo
en el lenguaje que hablo
y deploro a los fieles indígenas
El judío que enfermó y murió de inanición en una cárcel
de Varsovia
heterodoxo
mahometano puro
el hombre común
Ramón Collar
Gallo Casio
la belleza de los conejos blancos como la nieve
que se deshace en mis manos
quebradizo como el ozono
Tengo por madre a Safo
y por padre también a Safo
a la mujer de los bemoles y los tigres
de los rayos del sol por la ventana
ABIERTA A LAS MUDANZAS
Y A LOS ROLES DE SOÑAR
UNA MAÑANA CON ESA BELLEZA
MUERTA
Y ESOS SONIDOS REPITIÉNDOSE
SILENCIOSAMENTE
Nací en Lima con los alambres flecheros y
la revolución negra
con el oso polar y la lluvia de cinco meses
de gestación
con esa lluvia de semillas olorosas
y amarillas como el virus
En voz baja
hablo a los heridos del invierno ruso
al color de Beatriz y al olor de sus muslos en el lecho
nupcial
y a la piedra herida
y a los buscados por la ley
y a Cuba revolucionaria
y a Buenos Aires cosmopolita y a sus mujeres
desnudas de aquella imaginación
que viene a un ritmo de caballo
pétreo de lógica
cerrado del cuarto más pequeño de la habitación
en la esquina antidiluviana y exótica
Al oficio de Dios
que crea los espacios para moverse en el vientre
materno
Yo creo el universo / la vía láctea
a Horacio saliendo de su cámara de gas
y a Rimbaud en la prensa neoyorkina
Hago la historia como hago el sexo con Banchi
y con la muchacha occidental
Natasha Nikoláievna de San Petersburgo
y del asceta
y de los corceles alados e iluminados
verdes de piel
Homero me observa y estoy verde de piel
como un sapo
como los pedazos del sapo
del hongo de Baviera indistinguible
y cómo si soy Dios
y cómo si soy el Diablo andaluz de cuatro patas
y abetuno mi cara para la guerra interminable
y abetuno mi Everest para romperte
los jarrones chinos
Berlín con su muro de mierda
la aldea oscura sobre la tierra desierta
la mala racha como la cinta roja
que hay que cortar
el mismo nervio umbilical que une mi ser
y el tuyo
hay que cortarla de su rabo
como a los perros pequeños
hay que sacarle los ojos para que no
vea a nadie
ni a sí mismo
frente al espejo del lago
Tengo el tiempo y los pinares
los techos de este cuarto y de este mundo
arranco los dedos de sus férulas
rechino los dientes para hacer temblar la tierra
con sus ciudades y sus mares
y lloro por África
me suicido por Somalia
por los campos de refugiados
por los niños palúdicos
por las máquinas palúdicas
con vida y con forma falsa como el palo asmático
que te llena
te revienta en franjas
rojas y blancas
en la edad de Luis XIV - Rey de Francia
del Conde Leautréamont del Maldoror
puro sin cuerpo alucinante
y blanco
y Rey
y todo Dios salido de las aguas
y todo lo que soy
y todo lo que suelo decir a todos que soy
el cerdo y el buey blindado sobre tus detalles
tus senos tu sexo tu Madrid tu Roma
tu París tu cáncer tu oro tu fe
tu Río de Janeiro de 1990
tu prostituta preferida tu alcohol
tu blusa maternal
irás a la iglesia
rezarás por los dos un padre nuestro
fumarás una dosis de más
tendrás mi edad y yo tendré tu camino
angosto y desconocido
oirás mis pasos
y yo oiré el fuego que sale por tu boca
desnaturalizado
con Basho y Lao-Tsé
con el lado horroroso de las falsas apariencias
y la rata azul
En el hotel hasta cuando nos llamen
en el poyo hasta cuando vengan por
nosotros a llevarnos a los infiernos
cuando te mires en el pasado
cuando logres extraer un piojo de tu corazón
es ser
el revés y el rubí
las flores de papel
el cero en el rincón del confín del cuarto
sobre la silla rota de la pata trasera del sistema
los cuatro antagónicos Ayar del hogar
la visión en una constante absurda
allí Mahar y Kahar
con su cerebro mezquino y rojo
roja tu barbilla rojo tu Charleville
rojo tu ano rojo de amor
de un fin que cae
y se sienta a la mesa
y nos habla de un mañana
de un lugar grande y azul
perfecto para todos
para el constante temor a los designios inesperados
y los prejuicios nauseabundos
a la rima y a la moral estúpida
la fruta prohibida
un lugar asesinado y dulce
y correr y asirse del camino
más iluminado
y encontrar al primer hombre
y amarlo
y encontrar a la primera mujer
y amarla dos veces
y encontrar a Dios
y amarlo toda la vida
aunque ya nadie responda por él.

miércoles, agosto 23, 2006


Antología mínima de MAKA (1999) de Johnny Barbieri

LOS PERROS DE HOPKINS

Hubo un perro que creció por la derecha
alto y libre entre muchos otros
marginal cuando lo matices
no armonizaban sus dolores
aquellos dolores enormes e interminables
que se pegaban a las paredes
a esas paredes sucias de Lima en otoño
donde también nosotros crecimos de cara
a los vanos recuerdos
un perro baldío y un corazón dispuesto
a llenarse de tatuajes el alma
un perro en el umbral
un perro en la confitería
un perro equivocadamente perro como muchos
porque le dio asco ser una jauría y ladrar como todos
para no morir con una bala en la panza
lo conozco
nació conmigo embebido de falsas manías
académico y creyente
lo recuerdo porque dimos juntos los primeros pasos
caminamos los mismos caminos vertiendo
lágrimas diferentes
Hubo un hombre que era un perro persiguiendo
gatos pintados en las aceras
tomó un arma y derribó algunos pájaros
se hizo perro miliciano
asmático y suicida
fue héroe de su propia piedad
de sus propios espectros
lo conozco como me conozco yo
porque lo soñé temblando en un rincón del cuarto
porque lo escuché en el silencio de un blues
siglos y siglos
yo estuve entre cuatro paredes solo y desnudo
delgado hasta los huesos
arrancándome las penas para no morir más
arrancándome lo que soy
arrancándome lo que he sido cien veces
a espaldas de todo el mundo
Esta es mi vida y este es mi revés
soy yo y eres tú querido perro maldito
pero hoy
yo me adhiero a tus penas y a tus sueños.


X. 180 MIL HISTORIAS PARA LA VIDA DE UN MUCHACHO QUE LLEGÓ A SER UN VENDEDOR DE LIBROS

Con los años se llenó de verdes escamas la piel y los sueños
hijo de un viejo retrato olvidado en el estante
hacedor de caminos con caminantes inmóviles
de caminantes con caminos que se paran y se van andando
sin volver para atrás
inmenso como su río de orín que humedecía las paredes vecinas
después de llegar cada domingo con los billetes del secreto
de atravesar las puertas más impenetrables
Héroe en deshojar los libros de ficción para pegarlos
En las ventanas de los burdeles
de los pecados que advertían una mente absurda y psicótica
con su bigote respingado y sus botas de cuero negro
que de vez en vez lustraba
hacedor de la luz envuelto en trapos viejos y herméticos
viento silencioso y largo
rostro perdido robado pintado de memoria
nació con la corbata ajustada al cuello
con los caballos ciegos corriendo sin rumbo
con la luna hecho pedazos
se enamoró de un leopardo de plata
de un puente colgante al que atravesaba por las tardes
se enamoró de una lumbre en la ventana
de una espalda blanca esculpida sobre la roca
mojada por la lluvia
lo hallé en el camino
habiendo superado todos los caminos habituales
intentaba alcanzar una fina raya en la tierra
una luz para iluminar el recorrido largo de sus venas
una verde manía de intentarlo todo
hasta la locura de ir hacia el norte para crear el sur
para crear un gran camino que conduzca
a una vejez bella y memorable
una vejez de 1990
con un libro bajo el brazo
veinte metros de silencio
y 180 mil historias que recordar.


LA SEMANA DE LOS 7 INVIERNOS

Y yo la he visto alzarse como un hongo
sobre esta realidad indescriptible
con sus extremos viciosos
y su luna europea en el camino de siempre
bajo esas posibilidades de elaborar las cosas – dos veces
con la exactitud acostumbrada
Yo la he visto atenazada al cadáver de un perro pequeño
estremecerse por las noches con el filo del asfalto
con la mortaja de los cuerpos muertos
de amigos y hermanos
La semana de 7 paredes y un corredor interminable
7
7 cifras
espacios y 7
para trayectorias
7 para andar
conciencias por estos 7 caminos

7 inviernos silenciosos

Yo la he visto hablar con la lógica de una niña de doce años
llorar a mares por aquellos recuerdos
de una época que jamás olvidó
partir el pan por la mitad
tomar el vino con la imperiosidad de siempre
con los ojos cerrados al pie de una Lima infernal
con el invierno sobre los hombros
eludiendo las miradas
pero yo la he visto en el lago con la noche final
y las sábanas sucias en el hotel
oculta bajo las sombras
con una guitarra vieja intentando un jazz
con sus cabellos sueltos y un puñal en la mano
gritando un nombre con odio
y luego un nombre con amor
la he visto en un libro francés
en un poema de Baudelaire
en una calle de la Habana cantando entre dientes
una canción de nueva trova
delirando en alta voz
la he visto como una estatua
descalza
raquítica
sucia
fantasmal
oyendo su nombre en todos los rincones
leyendo las palmas de las manos
pintando de esmalte rojo su seno izquierdo
como a sus uñas
bebiendo hasta la D
hablando de política en la mesa
Yo la he visto en una gran torre
intentando el suicidio ansiado
cambiando de traje para ir a los circos
ocupando la butaca más lejana
la he visto jugar en el mar
y hacer castillos de civilizaciones antiguas
escoger sus recuerdos sus sueños
sus verdades sus temores
saludar a los vecinos con indiferencia
fumar un cigarro
hablar por teléfono horas y horas
dormir hasta pasado el medio día
Sabía su número y la echó a los perros
sabía su nombre su cuerpo
su color su mañana
tuvo 6 hijos
un esposo y muchos fracasos
ella es mi MADRE
y aún su oficio consiste
en crear el amor las palabras
y los momentos bellamente inolvidables.

domingo, agosto 13, 2006



JOHNNY BARBIERI Y UNA POÉTICA DE LA UBICUIDAD*


Por: Antonio Sarmiento

Cuando en 1993 se publicó Branda y La Mesón de los Pandos de Johnny Barbieri, gran parte de la crítica no reparó en las excelencias de este poemario que prácticamente pasó desapercibido y que, desde entonces, se mantuvo en una posición bastante insular. Pero a nuestro juicio, este libro, es uno de los emblemáticos de la poesía de los noventa, el cual, junto con otro paradigmático como Boletos de Lorenzo Elguero (también publicado en la misma fecha) cristaliza una de las tendencias surgidas en la década pasada: la metavanguardista, que asume la aventura interior de esos años. Dentro de un amplio registro expresivo, Barbieri acuña una técnica de tipo simultaneísta (se convocan diversos tiempos, ciudades, personajes) desarrollándose dentro de una línea experimental y muy lírica a la vez, en donde se guarece una mujer-signo: Branda. Este poemario consigue transmitir una atmósfera surreal, altamente sugerente y cosmopolita, que contiene ciertas reminiscencias con la Casa de cartón de Martín Adán y Nadja de André Breton. El libro azul, editado en 1996, representó una aventura y un desafío mayor para la escritura de Barbieri y para la poesía joven del noventa. Dentro de una sólida estructura abigarrada de referencias cognitivas e intertextuales –que evocan una experiencia desintegradora- los espacios de la escritura aparecen rotos, comprimidos y desechos. Pero en medio de este caos verbal, asumido como uno de sus principales riesgos y limitaciones, siempre hay un hilo conductor reflejado simbólicamente mediante la utilización de toda una comunidad de signos, formas e imágenes que se incrustan en el texto. Hay en todo ello una clara intención liberadora de ir más allá de ese laberinto o de las fronteras que suponen los hitos del lenguaje. Existe aquí toda una experiencia reordenadora de aquellas imágenes fragmentadas para así acceder a la deseada espiritualidad, a ese baño lustral y cósmico (intención observable desde el dibujo de la portada). Maka (1999) retoma la línea inaugurada por “Branda” aún cuando no consigue mantener el desgarrado ritmo a borbotones de ese libro inicial. Sin embargo, la vitalidad y el discurso progresivo y ascendente, que caracterizan los periodos extensos de su poesía, le permitirán esta vez expresar un acento más límpido que luego cristalizará en un espléndido conjunto de poemas, titulado Jugando a ser Dios (2000) en donde la madurez conceptual se da de manera libérrima y desplegada en el tiempo para evocar un mundo representado, sólido y sugerente, que le permitirán adentrarse en ese ámbito iluminado y profético de la palabra poética, en el mismo verbo adánico, en el propio fiat lux creador que nos traslada hacia horizontes mágicos y ficcionales. La frase creacionista de Vicente Huidobro: “El poeta es un pequeño Dios” puede asociarse a la imagen que da título a la obra; pero mientras el notable vate chileno esgrimía una poética casi ultra estética, Barbieri confiere a su poesía una actitud mucho más vital, de sangrante humanidad. De allí que vida y poesía están indisolublemente ligadas hacia la búsqueda de la esencia y del origen que, finalmente, se han de resolver en una especie de evangelio personal en donde el grueso de imágenes y el ludismo verbal trasegan y sudan humanidad. A pesar de que los poemarios de Johnny Barbieri han tenido poca fortuna de difusión, producto de la displicencia de ciertos críticos locales, más atentos a conveniencias y favoritismos; sin embargo, este vate siempre ocupó un lugar destacado y demuestra con talento el alto nivel alcanzado por la poesía de los años noventa.


*Publicado en la revista Olandina Nº 13, julio/octubre de 2001

viernes, agosto 11, 2006


Antología mínima de El Libro Azul (1996) de Johnny Barbieri

TIEMPOS DE KARMA

1
Volver a la boca de los peces primitivos
a este lado ordinario de la acera de alguna calle
de Lima
llegar a la cola de los herejes para arrancarlos
de todas las plantaciones
de los espacios inextinguibles en medio de los hornos donde
se diluye el oro fabuloso de los sueños
el oro en tu cabellera repugnante y falsa cuando eres
la idea superpuesta en un cuerpo perfecto
Tiempos de Karma
desde los dedales azules como el mar
sobre la supremacía de los árboles dispersados por toda
la tierra
Tiempos de los gemidos cuando se hace el sexo fuera
del cuarto acostumbrado
de la hora que por temor
acostumbramos dejar del lado más salvaje
del lado de la herradura que promete una vida
sin malos augurios
una carcelera absurda para las horas no vividas
para el número impar
que se clava en tu pecho
y revienta

2
Volver a la vida vegetal extraordinaria
a ese lado neurótico que aprisiona y nada
puede anunciar
desde los lugares imaginados donde
hemos dejado correr aquel extraño
que devora la casa y sus rincones viejos
caer a ese cuerpo adicto cuando
la esperanza
nos sube por la pierna derecha
y nos ilumina los viejos lados del camino
las corolas que ya no existen
el cuerpo elegido para el sacrificio
de los viernes
y la verdad nos ciega
la realidad nos envuelve por el aire
a un estado irracional e inadmisible

3
Volver al ciego que nos mira por el ojo de la cerradura
a la hoja del cuaderno caída en el otoño pasado
a esa rama artificial como una espalda
que recibe los azotes
a la puerta que se abre en el muro occidental
en el vientre de las libertades
con los sueños que te llenan el cuerpo
a ese país de la forma más salvaje como
los coribantes imaginados
azul como las revoluciones
como las virtudes cuando no hay fórmulas
y eres todo lo que eres
al país de la figura paralelepípeda
cuando no soy
lo que dichosamente ansiaba
al Perú con sus lados ambiguos
con sus gestos de siglos
su amor
su muerte prematura
su hijo que calla y calla


4
Como un tigre crucificado
volver al punto de la intercepción en el ovario
a los instantes precisos en que los cuerpos
salen volando en todas direcciones
en todas las formas de concebir las distancias
nunca alcanzadas
hasta el ozono canceroso sobre capas de fango
sin agujeros donde se clave
el puñal salvaje
a ese grupo de paz con patitas de amianto
con deseos colosales
y pelo rojo / largo y sucio
mediterráneo y sucio
patriota y sucio por todos sus lados
Volver al Castillo de Grisú de Moro
con las barcas que engendraron
los conquistadores
a esos juegos de salón donde se ha ganado
la felicidad más eterna
nunca imaginada

5
Volver por último a los lugares fantasmas
a la Colmena de abejas
que hicieron de nuestros cuerpos
señales para destinos imprevisibles
ese objeto de nuestra idea
poco comprendida
como una ostra pintada en colores claros
para llevarlo a clases
y hacer con ella millones de individuos abrazándose
en mi habitación
Volver al lado vulgar de mi ser
desde esa tinta indeleble de los años
silenciosamente vividos
de los juegos que aprendimos en mayo
de la forma como empezamos a amar
a ver las cosas tan diferente a todos
a los poemas que intentamos escribir
a dos manos
a los rincones crepitantes
a la soledad perpetua.


36
aquel caballo hipocondríaco de siempre
el menos conocido y el menos amado
posee dos patas traseras / persecutivas
viene de una pieza primitiva e insignificante
está ebrio como los grandes ebrios
Verlaine Hopkins Baco y yo
mojado de pies a cabeza
ha empobrecido a un grado cero
límite entre el ser y la nada
sus movimientos son lentos
y repetidos
el espacio que habita es tan pequeño
que no se alcanza a sí mismo
está a la deriva
sus ancas son de una realidad asombrosa
sus extremos largos y oscuros
se aterciopelan
con la luz amarilla
es malo
la soledad intensa de sus ojos son malos
el silencio de la soledad de sus ojos
se pierde en la habitación
el delirio se aproxima repentinamente
a los lugares vacíos
la noche relincha
la persecución no tiene límites
es la forma de acercarse y entregarse
mansamente a la locura como un caballo
tiene los nervios desajustados
la fuerza alucinante de las mareas bravas
es abominable
a veces tierno y salvaje
su belleza es de un licor amargo pero necesario
se droga
regla y defeca
pero lo amo y eso es todo.

BRANDA Y LA MESÓN DE LOS PANDOS, Johnny Barbieri, Ed. Noble Katerba. Lima, 1993; 84 pp. *

Por: Carmen Ollé

La poesía de los setentas significó un cambio en la temática con respecto a Lima. Antes que los poetas horazerianos, el influjo de ciudades como París, vía la poesía francesa, había dejado su huella simbolista en Moro y en Eielson. A partir de Hora Zero, el simbolismo y surrealismo quedan prácticamente descartados. Los poetas nuevos vuelcan su mirada a Lima y la convierten en el escenario de sus poemas. Lima y el centro son territorios por donde transitan los protagonistas de Pimentel, Verástegui, Ramírez Ruiz.
En Johnny Barbieri observo un cambio también importante. Para los poetas posteriores a Hora Zero, la ciudad era más un estado interior que una zona fácilmente demarcada por invisibles murallas. Barbieri crea un escenario diferente: la ciudad mítico-simbólica, que ha derribado esas barreras, y extiende sus tentáculos más allá de océanos y cordilleras. Así asistimos a un territorio citadino conformado por muchas ciudades, que se nombran en el libro, que son la ciudad en mayúsculas. Esta ciudad la configuran: París, Manhattan, Viena, Roma, Buenos Aires, San Petersburgo y Lima. Todas ellas son parte del mito y tienen su propia simbología. Manhattan alude a la modernidad peligrosa, agresiva, pero también a “la América de los sueños”. París es el viejo París de los pintores y poetas surrealistas, pero también el lugar de los encuentros inesperados; y pienso en Nadja de Breton, y cómo el poeta descubrió en sus calles a esta muchacha de origen ruso, del mismo modo como Barbieri conoció a Branda en París, y como Verástegui conoció a Sonja en Lima. Branda es la heredera de Nadja y de Sonja. Como ellas huele sospechosamente a misterio, a niña mujer, y tiene esa locura-sabia de La Maga de Cortázar, con sabor a existencialismo, a ropa negra, a humo de cigarrillos y jazz. En cambio, Roma tiene otra presencia. En el poema “La edad de oro”, leemos que Branda con otro nombre (Lena) “deja caer lentamente su cuerpo a los instintos de la carne desconocida” y se convierte en puta, mujerzuela “al orden del día en todos los rincones donde se perturban los deseos”. Esta es la Roma de Fellini de Ocho y medio, del Satiricón, de Amarcord, etc.
Pero no en vano el vínculo con Breton se transmite a través de Branda, porque Barbieri ha bebido de la fuente del surrealismo hasta hartarse, y hasta negarlos, como él mismo reconoce: “Hasta aquí llegué: Chopín Adán Tchaikovski Buñuel Rimbaud Moro Valery Eliot Dalí Cortázar”. Este es el mapa literario de Barbieri, al que le faltó incluir En los extramuros del mundo de Verástegui. Porque la impronta de Breton es algo que se trasluce en su poemario, sobre todo en lo que concierne a la producción de imágenes por asociación libre.
Como en algunas que cito:

“un cuerpo de barcas con cicatrices y espadañas de cristal de agua” o, “una habitación sangrándome en las axilas” y “el poder de un número con olor a un pájaro hembra emplumada de sueños absurdos”

Pero este lenguaje construido en base a ritmo e imágenes por asociación libre, que tienen mucho que ver con la escritura automática, método proclamado por Breton, sirve al poeta para construir a su vez un doble símbolo. Este símbolo, como dije, tiene su base en la ciudad mítica, que más que una ciudad es un territorio. Y en él, el poeta sitúa a Branda y la convierte en sujeto erótico. Pero estamos frente a un erotismo también simbólico, porque quien realmente hace el amor en esa alcoba rota es la poesía y quien la escribe Johnny Barbieri: no nos confundamos entonces al leer estos versos:

“Una habitación con una pobre puta enmascarada
de mujer de alta sociedad y de altos tacones
para andar de manera respetable por las calles
de Lima de París de Buenos Aires”

Pienso que Lima, París y Buenos Aires son más que ciudades o cosmópolis, son la referencia simbólica de un erotismo que sólo se consuma vía la magia y voluptuosidad de las palabras convertidas en verso, en poesía.

*Leído en la presentación del libro (Lima, 1993)

miércoles, agosto 02, 2006


Antología mínima de Branda y La Mesón de los Pandos (1993) de Johnny Barbieri

1

Aquel día nos dejaron el cuco en la “Fillis Trous”
teníamos aún los pañales atados y la mala fama
de hacernos el uno sobre la acera.
Yo no temía a Branda – es cierto – pero de todos
modos tenía que doblarme y morderme los sueños
y persignarme tantas veces como todo buen cristiano
para que el cuco no venga y no me tire de las patas
y no tenga que faltar al club para perderme los recreos
y para decirle “no” a la enana pecosa cuando me llame
y para decirle “no” a los deseos de mudarme sobre el
cuaderno y salir corriendo cuando algún tonto llame
a la puerta.
Yo no debí haber jugado de esta forma como todos
pero tuve que hacerlo, pero tuve que hacerlo porque
Branda tomó mis manos y abrió surcos inmensos,
dibujó cascadas, mariposas verdes y juegos de gatos
en la 403-A de Manhattan.
Nosotros no quisimos otra cosa sino tentar las
cunas pero aquel día Branda mató las partes y todo fue
imágenes roídas, palabras que se perdieron bajo la lluvia,
diabladas “de mil diablos”, sensaciones “de mil diablos”
y una mirada de pájaro frente al espejo.
Todos lloramos aquel día como buenos hermanos
y prometimos seguir con lo nuestro hasta que nos coman
las pulgas.
Pero los días pasaron y olvidamos todo, el club,
la gabardina, las tentaciones de René, y el poquito
de café en tacitas de porcelana.
Pero los días pasaron y no olvidamos nada, ni el club,
ni la gabardina, ni las tentaciones de René, ni el poquito
de café en tacitas de porcelana.
Yo no quise creerlo pero sólo quedaba un lugar vacío
sobre la acera, una banca de más para aplastar las nalgas
y aferrarse a las cavilaciones.
Yo no quise creerlo pero sólo quedaba las viejas
barajas, el vino tinto y el musitar a solas detrás de una
nube de plata de siete colores flotando en medio de
un charco pequeño.
Y decidimos olvidarla, olvidar las rondas,
las mañanas de pájaro y las horas de sabueso
bajo la mesa.
Pero nada se pudo porque Branda fue Azorka
y Azorka fue un perro viejo que murió en un lugar
de San Petersburgo.
Pero nada se pudo porque Branda fue Branda
a pesar de todo y ahora –para reírse de nosotros- venía
a jalarnos las patas y a prenderse de la “Fillis Trous”
de una forma que no pudimos entender.
Yo sólo pude cerrar los ojos, morderme los sueños
y persignarme tantas veces como jamás lo había hecho.
Aquel día nos dejaron a Branda vestida de blanco
y desde entonces hay lugar para huir, para rezar,
para hacerse el uno sobre la acera y salir temprano
por las calles de Lima a mascullar palabrotas
sin que nadie diga nada.


2

No éramos buenos hermanos como creían algunos
pero éramos lo suficientemente imprescindibles como para
volar la luna y salir a media noche sin que el “Milano”
ría dos veces y sin que Branda llame a la puerta y
tengamos que correr y hacer santos con las manos y gritar
y jalarnos los pelos y escribir un poema y llorar, y llorar
para que todo el mundo venga y nos hable al oído y
nos diga cosas de pájaros parajararnos corocojido jido
corocojido jando.
A Branda le gustaba tener diecisiete años, romper
los modales y sentarse al filo del diván a comerse las uñas.
Conmigo aprendió a decirle no a las cosas consumadas
Conmigo aprendió a mudar palabras y callar porque
alguien se ahorcaba bajo el puente.
Conmigo aprendió a inventar lunillas, avioncitos de
papel y señales de tráfico para andar en un pie por en medio
de las calles.
Conmigo aprendió los malos hábitos, las falsas manías,
las apariencias de gato y las mutaciones a la hora de las
malas horas.
Y la noche.
Y la noche sobre una noche.
Y la noche vacía sobre una noche.
Y la noche vacía sobre una noche vacía.
Y la noche vacía sobre una noche vacía y sin palabras.
Todo eso era Branda
Todo eso y un trozo de gemido subiéndose
lentamente a mi cuerpo por el lado derecho y a todos
los cuerpos por el lado izquierdo.
Y así la recordamos.
Y así la recuerdo.
Una imagen de cera frente al espejo cerrando las
calmas abriendo las mareas abriendo las calmas
cerrando las mareas tomando el sol con las manos
botando el sol con las manos hablando de todos
hablando de nadie callando de todos callando
de nadie.
A Branda la conocí en París y la perdí
“En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero
acordarme”.


3
A pesar de todo nos quedaba las ganas de
hacernos viejos, de fumar un cigarrillo, de llamarle
a los grandes por sus nombres.
Pero nada se pudo, nada sino callar,
vestirse de Branda y andarse a la paliandra
a balbucear garabatos como en un día cualquiera
Por cólera nos pusimos verdes, dejamos el paso
re-doblado, la danza juguetona, la casa, el callejón;
nos hicimos viejos de tal forma que para joderlos
1- inventamos el juego de la “Fillis Trous”
Primero: Se elige un día cualquiera de la semana
( de preferencia sábado o domingo )
Segundo : Se busca ( a través de la ronda ) un novio plus,
una novia plus y un ángel de la guarda.
Tercero : Se celebra la ceremonia a expensas de
todos; hay tragos, cigarrillos finos,
muchachas alegres y la nueva trova.
Cuarto : Por espacio de un día ( 24 horas ) la pareja
da posibilidad a la “Fillis Trous”
Nota : La “Fillis Trous” ( nombre del club ) es un juego
para mayores donde a pesar de las increpaciones
y los buenos modales Tout est possible.
2- hicimos el amor con una vieja del barrio
Lunes. Un champagne de media noche
sobre una mesilla de cedro.
Martes. Tarareando “Love me do”
Miércoles. Wall street. Cero calorías
Jueves. Blá, blá, blá
Viernes. Un bostezo
Sábado. Aprendiendo a mirar por el ojo
de una aguja
Domingo. “No puedo imaginar que alguien
haya amado, verdaderamente, esas
piedras heladas”.
Carlos Fuentes

3- escribimos un poema :
“Ave-Luya
mujer de mis ojeras
te veo venir y ya te has ido
blanca, negra, púrpura
así como tú sabes ser
así de nube así de fiera
Ave-Luya
mujer sin luna, sin cuerpo y
sin palabras bonitas
te hiciste mía para burlarte de mí
y hablar a media voz con todo el mundo
que sólo fui remiendo
que sólo fui la baranda utilizada
a última hora
que sólo fui garabatos por dibujar
que sólo fui andrajos y ademanes
que sólo fui un vals de antaño que
nunca acabó
Nada más
Ave-Luya
mujer de mi padre, de mi madre y
de mi hermano pequeño
nos dejaron solos para contarnos cuentos
de brujas
Nada más
nos dejaron solos para jugar al póker
y hacer el amor sobre los naipes
Ave-Luya
mujer de mi zapato derecho
te veo venir y ya te has ido”

A pesar de todo nos quedaba las ganas de
hacernos viejos, de fumar un cigarrillo, de llamarle
a los grandes por sus nombres.
de fumar un cigarrillo, de llamarle
a los grandes por sus nombres.
de fumar un cigarrillo, de llamarle
a los grandes por sus nombres.


CUATRO

Después
despertar de pronto y ver que nada sigue
con su botella de vino
sólo el venablo la palabra rota
y el cuerpo de lodo
ARQUEÁNDOSE
DORÁNDOSE
PUDRIÉNDOSE
LADO A LADO
M
U
J
E
R
La señal que inventamos para comunicarnos
con los dioses ha sido violada por los gatos
Ya balbucea el día
y el trasero de palo se prepara nuevamente
a parir pájaros de colores.

SIETE

Largos años
que también cayeron
por el agujero de mi zapato derecho
de Lima a París
como cae todo mundo
de abajo para abajo
Así cayó también mi perro Sultán
mi hermana Beatriz y todos mis papeles
de buen pobre
Soñador de sirenas
hijo del hijo blanquísimo
de la hija con pecas
de aquella hija de los reyes sagrados
de los reyes de la baraja mayor
Poesía sin fecha
sin cascabel
sin pluma en la cabeza
como así te soñé
ROSA
ROSA MARÍA ROSA AMARILLA
como así te soñaron los indios
los pieles rojas
del hotel Lucciola
Poesía de otro cuerpo
de otra mano
de otra acera donde ninguno sabe andar
sino nadar
correr
volar
saltar
hacer caballitos con los dedos
jugar al sexo hasta el hartazgo
hasta el hartazgo
quién lo hubiera dicho
esta es mi casa
y esta es mi alcoba encantada
mi soledad de nueve cuernos
como tú lo habías imaginado
mi soledad soledad, mujer
mi soledad parado en medio de todo el mundo
en Madrid
en Roma
en Luxemburgo
Largos años
que también cayeron
por el agujero de mi camisa rayada
y tú lo sabías
poeta Fernando
y tú lo sabías porque también fuiste parte
de mi cerveza dorada
adorada
tú lo sabías mejor que nadie
hijo de Jacobo
hija de Jacobo
cómo olvidar tu pelo encrespado
tu sonrisa maliciosa
y tus arrebatos de dama de burdel
Mujer de Babilonia
Mujer de Babilonia mía
no temas
no voy a escribir aquí de nuestras cosas
ni de tu talle
ni de tu blusa
ni de tu grito en la ladera de paja
no más
no más
no más
- Así habló el español encogiéndose de hombros
pero élla no estaba allí
no estaba allí
tampoco estaba en ningún lado
su recuerdo la vestía
con traje de luces parada en medio
de una calle lejana leyendo
un poema de D'annunzio
“Una luce vermiglia
risplende nella pia
notte e si spande via
per miglia e miglia e miglia...”
era niña
risueña
graciosa
cándida
absurda
loca
loca
loca
No la podía imaginar de otra manera.