miércoles, setiembre 10, 2014

Tres pájaros recién nacidos

Tres pájaros recién nacidos vuelan al horizonte
El horizonte edificado por este violín que yace roto sangrante decapitado ya no está más aquí nunca estará más aquí bajo esta luz intermitente calcinante que ciega mis ojos
Mis ojos hechos de alambres   de un grito de horror a pleno día   de maderas humeantes   de los ojos arrancados a una muñeca de trapo destripada por mi hijo pequeño
Mi hijo de siete años está a punto de hacerse grande frente a esta lámpara que ilumina bajísimo   bajo esta cama donde acaba de esconderse de los fantasmas
He de buscar a los fantasmas he de buscar el lugar inhabitable cubierto de grietas y telarañas que cuelgan de tu espalda
Espalda azul
Azul cobalto abarcando el universo   cuando ya no estás el espacio se abrevia    el espacio impredecible que hacen tus dedos
Dedos de hipnosis manos del mago constelaciones convocadas para leer el futuro
Qué es de ti pequeña qué fue de tu aureola deleznable qué fue de tu mariposa de baldosas de tu cielo de crayón de tu pueblo en el centro del Perú a donde no quisiste regresar
Pero regresaste después de veinte años después de veinte raíces incrustadas en tu corazón para recoger tus pasos  tus frutos abandonados  tus reses moribundas     aquel estanque donde solías bañarte de niña
Niña rota cuadro desvencijado figura abstracta no me oyes ir por ti al fondo de este rincón inhabitable de esta oscuridad amortajada no me ves llorar acaso pequeña de trasto de trigo de traqueteo de dedos en la noche
Es la noche y hay gritos
Muchos gritos ensordeciéndome
Voz que ha salido del asfalto del mohíno plegado a sus huesos del silencio desoído casi como en el acto del crimen a la hora de la puñalada certera de la bala en la sien
Cien brazos para abrazarte pequeña niña abrazarte hasta el fin hasta destrozarnos hasta que la lluvia nos moje por entero hasta que el fuego nos queme en una choza lejana hasta que toda la sangre se nos vaya a los ojos hasta que los muertos resuciten hasta que el mundo de marcha atrás para revivir los días y no dejarlos ir
Ir hacia ti raudo y detener el tiempo.
                                                           
(Johnny Barbieri)