jueves, abril 17, 2014

LA HIJA DE LA ILUMINACIÓN

Celebrando Semana Santa, este poema que escribí a mi madre, extraído del poemario Corazón de abril. Ella falleció en Lima un 16 de abril de 2006.


LA HIJA DE LA ILUMINACIÓN

Al principio fue la matriz
sus manos moldearon los primeros movimientos que nos llevaron
             al centro del equilibrio
la multitud la rodeaba   sus ojos pardos miraban una multitud que se acercaba
                                                                       para ver su desnudez
una hoja de parra sobre el bidé
el edén tirado de gruesas lianas se suspendía como una hamaca
                                        movida por el viento
sobre la hamaca dormía
sus trenzas como sierpes colgaban hasta tocar la tierra
mordisqueaba el polvo de la tierra
su primer pecado la hizo salir a andar hacia lugares nunca antes conocidos
sola 
desoída 
errante como el ave que alza el vuelo sin saber hacia donde ir
hacia donde dirigir sus pasos     escalonando días y noches
ir por calles empedradas    polvaredas    campos eriazos 
ciudades   l      e      j      a      n      a      s 
pasaron siglos
soñó sobre un lecho de pajas con el cielo desprenderse y precipitarse
                                                                           como un alud
la lluvia mojó su rostro que reflejaba pureza  
cuarenta días que se fueron tras cuarenta noches
construyó una barca
la untó de cera y alquitrán
construyó rediles con escalinatas   arcadas   puentes colgantes 
posaderas para las aves y un altar para purgar sus culpas
las purgó

la faz de la tierra refulgió
la oscuridad se cohesionó tras la maleza
la tierra florida abarcó todos los espacios
Alejandra pintó un arco iris sobre un muro de adobe
un muro cananeo casi desmoronado    el primer graffiti hecho
                                                                                    como alianza
Alejandra rasgó la tierra con sus manos para hacer los surcos
                                                         que se extendían hacia el oriente
apuntaló con una cuña el lugar que señalaba el norte
seguiría un camino largo y abrupto sorteando ríos   mares
desiertos   sabanas donde sólo era posible erguirse como un árbol
perdurar como un árbol lleno de pequeños cajones 
perdurar agazapado
siempre detrás de la piedra golpeteando con los dedos
                                                      para saber que aún estás allí
alguien te habló y no dijiste nada
alguien de Sinear te habló y no entendiste nada
viste la masa de gente confundida dispersarse por toda la tierra
extenderse hacia los más remotos rincones
una torre de ladrillos y alquitrán quedó hecho polvo
preguntaste y nadie te escuchó
preguntaste otra vez y nadie te entendió
una especie de garfio te atravesó el corazón
estabas sola      una vez más
sola para trepar las montañas andar en el desierto gritar a la orilla
del Éufrates mesarte los cabellos negros lacios recién destrenzados
coger tu suerte esperándote sobre ese cono vacío   de metal

fuiste a ver a Lot
el viejo Lot de la casa vieja hecha de madera negra
sobre la montaña divisaste un destello de luz incandescente     
luz arqueada   luz desplegada en abanico
efluvios que salían del centro de la tierra
como una mano abierta al acecho
y cogía la ciudad entera para empuñarlo hasta la destrucción
el pecado sodomita extirpado como un tumor
como un pedazo rancio de pan sin levadura que Lot
                                                                  tiraba a los pájaros
avanzaste y un alud de piedra se desmoronó a tus pies
frente a ti yacía una mujer de piedra una madre de piedra
una esposa de piedra confundida entre la aridez de la montaña
el desierto es inmenso  pensaste
el desierto es largo como una sucesión de generaciones que el tiempo
                                                                                    ha diezmado
Vertical
la luz del acero se hace vertical
Abraham sacrifica un enorme carnero de cuernos espiralados
                      y su sangre bulle sobre el puñal
el hijo de la egipcia camina en el zarzal
hacia él vas
hacia él tiendes tus manos con frutas frescas
Agar te lo agradece besando tus manos tullidas
limpiando con su llanto tus sandalias viejas
Sara es vieja   te dices
erguida sobre una piedra miras el cielo
hay aves que vuelan en círculo otras que emigran otras caen vertiginosas
                                                                                       a tus pies
una mujer vieja lleva agua en su cántaro viejo
la tierra de la región de Moriah es vieja
los nudillos de tus dedos se hacen viejos luego de cada circuncisión
el cielo del desierto te estremece
las concubinas llegan a ti cargando a sus hijos recién nacidos
en frente se extiende la ciudad de Hebrón
sobre ella cruzas con tu pequeño rebaño de ovejas y un ato de zarzas
                                                                          sobre tu espalda
los patriarcas te observan    te bendicen
Esaú implora tu bendición    tú te ríes
corres hacia una poza de agua
bebes y das de beber
los animales te rodean
cuadrúpedos enroscados a tus piernas
doce hijos de Padán alineados
gavillas que se sobreponen a lo lejos sobre el valle
escala que sólo puedes ver tras generaciones
José sueña
el sol como un látigo golpea tu espalda y hace martillar tu cabeza
hay nueces secas
siete vacas como nueces
un cabestro en el suelo
algún sueño que no te deja dormir
a orillas del Nilo ves unas cabras pastar entre las espigas
                                entre los juncos que han crecido cubriéndolo todo
hay sacos de trigo apilados como piedras
el Faraón se enaltece y la tierra se hace agradable ante su andar
los hijos de Jacob caen a sus pies   tú los ves caer
el trabajo es duro  desjarretado
el Nilo fluye
el niño se ovilla entre los brazos de la hija del rey
crece sobre las zarzas como crecería el más brillante de los hombres
camina entre las heces de las cabras provisto de un báculo que hace
                                                                                               los prodigios
Aarón es la voz
una voz que retumba en tus oídos
Alejandra   A l e j a n d r i n a
los ladrillos de barro han levantado una ciudad colosal   un imperio 
                                                    que se desmorona
una plaga de langostas oscurece el cielo a medio día
hay ranas muertas en el suelo
       peces que levantas con las manos para dejarlas caer
granizos de fuego que pisas al andar
un río de sangre corre cuesta abajo hasta el delta
los hijos de Yavé salieron como enjambre
                                                    hacia el crepúsculo
cruzaron el mar rojo
el cielo rojo de rayos que se enrojecían al atardecer
la tierra roja los fue minando
sus ojos se cegaron ensangrentados de ira
un árbol ardió en llamas
una voz raspada y portentosa alzó la más sublime VOZ
las leyes se extendieron hacia el centro del plano
hacia el espesor del pueblo elegido
de la piedra brotó agua
del cielo llovió maná por generaciones
tú te alimentaste cuarenta años
                        hasta que avizoraste la tierra prometida

hiciste tu morada al pie de un monte en Moab
lo hiciste con madera de acacia
lo pintaste de color jacinto
ofrendaste ovejas   sacrificaste terneros
el santuario se llenó de un incienso aromático por ti
dejaste caer tu túnica de lino y te llegaste al hombre que amabas tanto
y tu descendencia se extendió sobre la tierra
desde Ur de los caldeos hasta Damasco
                        cruzando el Jordán
siempre soñaste cruzar el Jordán
sobre las llanuras creció el trigo
la primera gavilla quedó en tu mesa
comiste alrededor de tus hijos hasta saciarte
todas las tribus se saciaron y festejaron las fiestas
                                               como jamás lo habían hecho
escuchaste las trompetas en Jericó
bebiste vino en Hebrón
pariste un hijo en Acor al que llamaste Judá quien se casó con Norah hija de Abner hijo de Caleb hijo de Zabdí hijo de Abdón de la tribu de Gad
lo hiciste pastor de ovejas
creció fuerte y se multiplicó entre los hombres
la hija de Jefté lo lloró
entre los cerros lloró por él  con él  en él
dos meses
creció un árbol en dos meses
parieron las cabras en dos meses
se alzaron los maizales en dos meses
                                    las viñas   los olivares
fuiste la mujer del valle de Sorec
te vieron arrastrando un cabello negro lacio
                                                         siete trenzas largas
y marcharte a Gaza bordeando las montañas de Samaria
la fuerza se convirtió en polvo
polvo levantado por caballos que corren a campo abierto
caballos de los jubileos
caballos desjarretados
caballos de asbesto criados para el rey
blancos como los hay en Ramá para tirar de tres mil carros
                                                       contra Israel
pequeño ungido
hijo menor ungido en aceite
frente a él los filisteos
una montaña de carne arqueada para matar
                                    es tirada a las aves de rapiña
la piedra ensangrentada yacía en medio creciendo para todos
el pequeño rey es levantado en hombros
tú cantaste y danzaste para él
sonaron tambores y arpas toda la noche
tocaste la cítara y el pequeño bebió garrafas de vino
                 hasta quedarse dormido
Alejandrina de Hebrón
                      la hija de la luz 
                                  la elegida de Yavé
fue a Jerusalén con Betsabé
en casa de David amasó harina y preparó torta
leyó salmos   te vi leyendo salmos toda la noche
quemó incienso
y un humo negro se prendió sobre el aire
blandía el aire hasta hacer carmesí la noche
la noche de las mandolinas que hacían estremecer los corazones
al alba un chopo de agua de lluvia se fue edificando
un nuevo lago
una nueva llanura
un nuevo rey con una nueva casa
una casa que revistió de cedro y ciprés
y construyó un altar de oro de Ofir
reinó en sabiduría por años
cantó en arameo y su canto se escuchó por siglos
                                                                       hasta el fin

el fin fue el inicio
la luz de la iluminación
la forma que el alfarero levanta con sus manos
como Dios
        y hace la luz
los falsos profetas ven la luz destellar frente a sus ojos
                                       quedando ciegos
en su oscuridad regresan a Samaria  a Egipto  a Asiria
a Babilonia  a Caldea  a Soa  a Nínive
tú los guías
ahora eres sus ojos
Jonás va contigo
segadores de corazones muertos
restauradores de caminos deshechos por los años
rompedores de yugos
la nueva luz ha nacido
tú lo ves desde el otro lado del Éufrates
abres el libro y lo ves
prendes una cerilla y lo ves
vas a los lugares más remotos y lo ves
YO SOY  te dice
su vestido era blanco como su barba y sus cabellos
un aura de fuego se encendía por sobre su cabeza
y miles de caballos alados se detenían a sus pies
la multitud le rodeaba
VENDRÁ MI HIJO lo habías escuchado decir
me lo contaste sobre el diván tejiendo una manta
                                                       para los días de invierno
estabas con Isabel
y la voz habló
y sus corazones se llenaron de felicidad
estabas con María
y la voz habló  -más tierna que nunca
y sus corazones hurguetearon los espacios
saltando de felicidad
y llegó después de la siega del trigo
           después de la siega de las sombras que se extienden
                                con su espesor
una luz puntillante
una luz como un zarpazo que te rasga el corazón
el hijo dentro de su madre se complace
echa a volar palomas blancas que se pierden a lo lejos
entre cuadrúpedos nace
los pastores llegan y lo rodean
Alejandra es una pastora pequeña que se sienta al lado
                                                                      de la pesebrera
el recién nacido bebe la leche materna
Belén se engrandece
los reyes traen oro mirra incienso perfumes vino y aceite
tú los atiendes
las antorchas iluminan en la tierra
las estrellas en el firmamento
el niño es circuncidado al octavo día
al octavo día huye de Herodes
al octavo día crece
al octavo día está en Egipto
al octavo día es consagrado a Dios en Jerusalén
tú le hablas al octavo día y le oyes decir en un templo
que es el hijo del hombre
Juan está en el Jordán
moja sus cabellos y el espíritu santo llena su corazón
                                                                        al octavo día
el pueblo lo ve
                lo oye
                lo sigue
son doce manos que se unen   
son doce ojos que observan la misma flama viviente
son doce ríos torrentosos que confluyen al horizonte

sobre una barca la pesca se hace interminable
el hombre duerme
la tempestad se repliega frente a sus manos
todos lo ven
está en el monte y miles de palomas vienen a sus hombros
la gente lo rodea
él les habla
tú te confundes entre la multitud   entre el alboroto
                                      te abres paso con una cesta de pan
                                                            que él multiplica y reparte
los fariseos están observando
mirando con sus ojos salidos de sus orbitas
el hombre se llega a la mujer y le dice que no peque más
ella le besa los pies
y los baña en bálsamo y aceite
                                              el joven se enrosca
                                              es una horquilla echada en la tierra
                                              tiembla hasta retumbar el asfalto
                                              el hombre lo toca y el joven se despliega
                                              como un abanico
Alejandra grita de emoción
la gente llora de alegría
la multitud avanza
hay unos ojos estacados a la oscuridad
enraizados a unos vallados negros
el hombre los toca con la punta de los dedos
los ojos vuelan
el horizonte se enciende de vida
tú te estremeces   siempre te vi hacerlo
Marta y María se estremecen de felicidad
hay palabras que el hombre va cincelando y es verbo hecho torrente
lo enseña en oración
un pequeño hombre lo ve desde un árbol tupido
abajo hay malva
en Caná hay más vino sobre las tinajas
y una samaritana junto a un pozo bebiendo agua viva
Marta llora
         María llora
                   Betania entera llora a su hijo
el hombre ve al muerto y le da aliento de vida
las vendas tiradas sobre el suelo se petrifican
el campo se ha vuelto amarillo es tiempo de sesga
el hombre subirá a Jerusalén y se cumplirá lo dicho
                                                                    en las escrituras
entra entre palmas de olivo
un burro serpentea   las piedras gritan
al atardecer la cena es larga
Alejandra sirve el pan y llena el vino sobre las copas
un río de sangre se aprisiona
el hombre llora en el Getsemaní
el hermano lo ha vendido con un beso que le ha quemado
                                                               las mejillas
es juzgado
es condenado a morir en la cruz
Pedro lo niega tres veces
lo azotan   le clavan una corona con espinas
camino a la cruz  Alejandra limpia su rostro y le da de beber
el hombre la mira con sus ojos profundos
sobre la urdimbre toma forma la faz del mundo
maderas de sándalo en la cima
sobre el talud unas cruces aherrojadas
                                                    a la muerte
manos y pies horadadas
sobre el calvario se alza el hombre y en la cruz se agita
el punzón atraviesa su costado   se desangra
“madre he ahí a tu hijo”
Alejandra está a su lado sobre un madero más pequeño
un madero hecho de púas cancerígenas que se arremolinan
y se expanden hasta tocar su corazón
corazón de abril
hay sangre derramada sobre la tierra
la luz ha sido extinguida
 
todo está CONSUMADO.