miércoles, octubre 17, 2007

YO ES OTRO. CÓMO REINVENTAR POESÍA




YO ES OTRO
CÓMO REINVENTAR POESÍA


Por: Roxana Crisólogo
Hablar de la obra poética de Johnny Barbieri hace ineludible refererise a Noble Katerba (NK) grupo literario que él fundara junto con otros poetas de la Universidad Nacional Federico Villarreal, una noche oscura de 1990. Noche oscura de apagón, coches bomba y salones vacíos que obligaban a echarse a caminar por la bulliciosa avenida Colmena o a sumergirse en la acogedora calidez de alguno de los bares que rodeaban la universidad. NK surgió en un escenario universitario hostil y fue fiel reflejo de una época donde la violencia excesiva te obligaba a callar e ensimismarte. Las grandes definiciones no sólo literarias sino políticas así como los manifiestos y posicionamientos como grupo las dejaríamos para después. Mientras tanto los poetas iban a construirse un cuarto propio. Escritura como muro de contención, como búsqueda de placer en sí mismo y felicidad, como goce de imagen y pared que separe y a la vez proteja del mundo.

Fue en una de esas noches oscuras de 1993, en la que Johnny sacó a la luz su primer poemario. Branda y la Mesón de los Pandos, libro de corte surrealista, de pulsaciones alimentadas por una vitalidad sorprendente, poco o nada tenía que ver con un escenario ensombrecido por el pesimismo y el miedo, el Perú de inicios de los 90. Johnny se convirtió en el primer integrante del grupo en publicar. Desde entonces, nos ha entregado 9 libros. Lo que lo convierte en uno de los poetas más prolíficos y constantes de su generación.

Desde El libro Azul (1996) su segunda entrega y los que le siguieron: Maka (1999), Jugando a ser dios (2000), Carne de mi carne (2002), La virgen negra (2003), Libro Hindú (2005) y Viajando a Nairobi (que obtuvo el premio Horacio en el 2003) publicado en el 2006, la vocación de Johnny como creador de un universo poético más que de libros individuales ha consolidado una de las propuestas más originales vistas en la literatura peruana última.
Libro tras otro ha conseguido mantener la coherencia de un lenguaje como mecanismo de producción de placer, sonido y melodía. Línea vanguardista y experimental en la que la palabra parece desbordarse gracias a una corriente de fuerza arrolladora y que deja fluir la imaginación.

Si bien el juego de acumulación de imágenes, al cual Johnny recurre en ciertos pasajes de sus poemas, así como el carácter hermético de las mismas, podrían parecer excesivos, esto no es más que un riesgo al que se somete el autor y que a su vez responde a un objetivo lúdico. Una lectura continuada y total de este flujo de imágenes que rítmicamente se suceden unas a otras no busca otra cosa que invitarnos a un viaje por la sensorialidad del autor o provocarnos un viaje personal, un trance sujeto a un sinnúmero de significancias. Esta es una característica imprescindible en toda su obra que se presenta como una partitura musical.

En su último libro Yo es otro, Johnny se propone redondear una propuesta aún más arriesgada y que ha coexistido de manera transversal en sus 7 últimos poemarios. Yo es otro es un libro que resulta particularmente difícil comentarlo sin dialogar con los poemarios, del mismo autor, que le anteceden así como con ciertos poemas que forman parte de la tradición literaria universal. Como su nombre lo sugiere, el autor del poemario es deliberadamente un ser anónimo, un otro, sin nombre. Aquí el nombre / la autoría deja de ser relevante y pasa a ser mera referencia.
Yo es otro, es una propuesta de cómo hacer poesía y a su vez de cómo destruirla. Al intervenir poemas que forman parte de la inmaculada tradición literaria universal, Johnny afirma la temporalidad de la obra poética, la cual a su criterio es susceptible de ser retomada para reinventarla, destruirla y por qué no superarla.
De esta manera nos encontramos con un conjunto de 20 textos, todos recreaciones de poemas de autores de la talla de César Vallejo, Eduardo Eielson, Vicente Aleixandre, Federico García Lorca, Arthur Rimbaud, Alejandra Pizarnick, por citar solo unos nombres.
La inclusión de pie de páginas al finalizar cada poema (o versión del mismo) viene a darnos pistas del poema de origen, nombre del autor y del poema, número de versiones que corresponden al poema y las veces que éstas han sido publicadas en otros libros de Johnny. Pistas que nos serán de utilidad para seguirle el trayecto a los poemas que conforman el libro y que a su vez dejan una puerta abierta para los textos que vendrán.

Pues fiel a la lógica de Johnny, una se arriesga a afirmar que las versiones de los poemas que aparecen en Yo es otro puede que no sean la última versión / recreación del autor.
Yo es otro, en este sentido, no es un libro terminado pues obedece a un ambicioso proyecto que va desarrollándose como un proceso de evolución interna de la obra, en cada uno de los libros publicados por él y que obliga a una lectura de todos. Impone la necesidad de seguirles el rastro.
Muchas veces si decimos que la impresión que queda después de terminar de leer un libro es que éste no ha concluido, tiene una connotación negativa, en el caso de Yo es otro esta afirmación adquiere un horizonte totalmente distinto. Es verdad, los poemas podrían no llamarse versiones finales sino puertas abiertas a corredores sin fin.
Este proceso de corrección infinita llevado al extremo por parte del autor no sólo propone la destrucción del sujeto poético único y su reemplazo por uno múltiple, sino que apunta a la desacralización del sobrestimado Yo poeta. El producto es un poema en permanente construcción, poema como espacio abierto que puede o no puede ser retomado e intervenido no sólo por Johnny sino por algún otro poeta o lector que acepte la aventura, el reto.
Después de leer este excelente último poemario de Johnny Barbieri, queda la curiosidad de lo que vendrá, qué otros tejidos será capaz de urdir con tal maestría el autor? por lo pronto lo más recomendable es volver a sus libros anteriores, diría, imprescindible. Caeremos en las redes del autor formaremos parte de este círculo interminable, de esta fuente inagotable que es la creación.

lunes, octubre 01, 2007

Las Florescencias del ser




Las Florescencias del ser[1]
Sobre Yo es otro (Casa Barbieri editores, 2007) de Johnny Barbieri

Por: Denisse Vega Farfán
Se sostiene que el “yo” al resguardarse en otros “yo”, no hace más que fortalecerse, ensancharse, no dar cabida a la verdadera creación, puesto que se produce una fusión de egos, y una sobrecarga de experiencias; es decir, de registros humanos ya concebidos, lo cual, a su vez, provoca una contraposición del “yo” consigo mismo, generando tal y como lo sostiene Krishna Murti en “La libertad primera y última”, ansiedad, miedo, destrucción, desesperación, desdicha; no sólo individualmente, sino también con el resto. La anulación del “yo” deviene entonces en un éxodo, en un viento lo suficientemente vigoroso para echarse a volar fuera de sí, para lograr la libertad interior.

Esto nos indica que la montaña se hace cada vez más alta y rocosa, si nos empeñamos en ver sólo la dirección de nuestros ojos, en tocarnos y sentirnos como la única carne que goza o llora. Así, el “yo”, aparece como una entidad muy mezquina como para detenernos circulando alrededor de él mismo, alimentándonos de su propia hambre. Una entidad fragmentada, incompleta; que para constituirse en una verdadera unidad necesita de las piezas espirituales del otro, ya no para ensancharse (como lo señalé en un comienzo) sino para realizarse mediante entregas de amor. Es el amor lo que destruye al “yo”, otorgándole palco preferencial al “nosotros”. Y para lograr esto, no sólo se requiere de inteligencia, sino de gran sensibilidad y valentía.

La poesía a través de los otros podría ser un camino tentador, ya que la poesía en sí misma muchas veces es otra forma de volver a encerrarnos en nosotros. Barbieri parece haber escogido este camino. Así, lo primero salta en una primera lectura es el descarte de una prelación de sujetos, originándose una categoría horizontal: yo es otro, otro es yo. Y también se destierra una prelación de especies, así tenemos: yo es árbol, yo es cisne, yo es paloma, yo es ángel, etc.

Barbieri, nos entrega poemas que son recreaciones de otros poemas, pero con frescos y descarnados matices, sea desde la experiencia propia como Elegía interrumpida de Octavio Paz donde incluye a sus propios personajes fallecidos (abuelos, madre, padre, tíos, primos); o desde la fabulación, partiendo de la misericordia que generan poemas como Cantora Nocturna de Alejandra Pizarnik, Albergo del sole II de Eielson, o Plegaria Americana de Jim Morrison. Con el principal leitmotiv, parece entreverse, de alcanzar “todo el ascenso a lo más profundo del ser”[2], como dicta su primer poema.

Estas recreaciones a su vez, nos otorgan una nueva lectura, un nuevo cáliz, una nueva interpretación, una nueva forma de vivir poemas clásicos como El ángel y la rosa de Carlos Oquendo de Amat, o Primera muerte de María de Jorge Eduardo Eielson. Tenemos así, a partir de este último, la concepción de Segunda muerte de María, donde la decadencia, la miseria, el amor, la fertilidad, la tentación por la eternidad, la familia imposible corporizados en una mujer lánguida y condenada a la muerte; se constituye en una ciénaga ancha y desaforada que da luz.

En He vuelto Angelina, recreación de Adiós Angelina de Joan Baez, se palpa la necesidad del retorno a la esencia, de la inutilidad de la soledad humana, de seguir el propio camino sin alguien con quien andarlo y compartir los horizontes. Hay pues, necesidad de contemplarse en el otro, contemplarse con el otro, purificarse a partir del otro, de asentar una nueva especie de seres humanos, preocupados más en entregarse que en prolongar sufrimientos.

El acto de escribir podría verse retratado en el poema Paloma, describiéndose como la construcción de la luz de la vida mediante las manos. Y al poeta como “una paloma pintada en el aire /volando a la libertad siempre soñada”[3]; no obstante a ello, se percibe una insatisfacción hacia la no valoración de los verdaderos dones humanos, como lo es la escritura; esto sin tampoco ser óbice para reconocer la trascendencia de este oficio, para guardar la esperanza de ser abrazado algún día de modo uniforme por todos. Sean los siguientes versos del poema Los Espejos, recreado a partir del poema Unión de los espejos de André Breton: “la masa encefálica regada en el suelo /tendrá los cristales más caros /el marco más hermoso”.

El “poema”, que podría interpretarse también como una de las formas que adquiere el “otro”, se muestra como una prueba de supervivencia ante la lucha de ir contra ese “yo”. Sean los versos de Poema, recreación del Don del poema de Mallarmé: “la mano del mago hace el poema /el poema que se agiganta prolongándose en el tiempo/ y te dispara en la sien. /Frente a él estás muerto”. Otorgándole al poema una vida sin fecha de caducidad, una misión más allá de quien lo escribe, misión consistente –a lo mejor- en armonizar el mundo.

Tal vez de las tantas corporizaciones que podamos encontrar del “yo” en el “otro”, una de las máximas representaciones sin duda es la de un hijo, desdoblamiento del “yo” por excelencia; elemento que es hallado en el poema Yo tenía un hijo, recreación del poema Iglesia abandonada de Federico García Lorca. Así, el hijo constituye una aspiración de la superación del yo, hacia un estado de pureza.

Otro aspecto resaltante en Yo es otro, es que la muerte es asumida como una puerta hacia la eternidad, así tenemos en el poema Segunda muerte de María ya mencionado, como en el poema Fin, donde el temor no existe, y la muerte es concebida como una bella aventura. Ya que no se puede tener miedo a lo que no se conoce, pues la muerte en sí no se conoce hasta que nos toca morir; sino que el miedo radica en perder lo que tenemos, lo que conocemos, o de lo que estamos hechos. Sean los versos del poema Fin, reconversión de Infancia V de Arthur Rimbaud: “que me alquilen esta lámpara
para alumbrar mis miedos /para ver la bellísima hondura de la muerte extenderse”. Parece ser que Barbieri entiende que las posesiones, circunstancias, personas y demás elementos que componen nuestra vida hasta el mismo “yo” son transitorios; y en compresión a esto, es que se nos da el privilegio de ser menos infelices.

Este libro surtido de imágenes, provisto de un lenguaje directo, sencillo y preciso (por mencionar algunas virtudes en cuanto a forma) más que en el modo de cómo y a partir de qué poemas ha sido escrito, su principal valor radica en que se constituye en un verdadero acto de amor e integración, en una entrega donde no se admiten los porqués, debido a que tal vez una de las mejores formas de vivir la poesía sea escribiendo sin paralizarse con cuestionamientos, tan sólo interpretar la palabra con la música que se dispara sin freno desde el interior. Un paso en la salida del “yo” que merece valorarse, y sobretodo en poesía, teniendo en cuenta que actualmente son pocos los poetas que parten de esta concepción del “yo” para elaborar sus poemas, y darle una huella a lo mejor más tersa y honorable a la poesía. Así en la sustracción del “yo”, apagadas todas las luces es posible la eternidad/ es posible ver la luz más tierna /la luz más palpable.[4]


[1] Texto leído en la presentación del libro Yo es otro de Johnny Barbieri, el 28 de setiembre de 2007 en la ciudad de Chimbote.
[2] Verso del poema El cuerpo y el alma, de Johnny Barbieri.
[3] Versos del poema Paloma, de Johnny Barbieri.
[4] Versos del poema Luz, de Johnny Barbieri