domingo, diciembre 23, 2007

YO ES OTRO. Barbieri vs Barbieri



YO ES OTRO
Barbieri vs Barbieri


Por: Ronald Castillo Florián

Después de leer los poemarios de Johnny Barbieri integrante-fundador del grupo poético más importante de los 90 (Noble Katerba), confieso que en algunos poemas me he quedado con esa extraña sensación de querer más y en otros de no entender lo que me dice el poeta. Ese misterio poético es lo que me gusta de su poesía, que deja ese saborcillo casi casi indescifrable que al final el lector debe analizar y saborear por su cuenta.
 
Ahora Johnny bajo el sello editorial Casa Barbieri editores, ha publicado su último poemario: “YO ES OTRO”; título sugestivo, irreverente, retador de indudable recomendación y de lectura obligatoria. Lo interesante en estos poemas no es el hecho de ser poemas bien redactados o inspirados, sino que son poemas nacidos ya antes y que se volvieron a escribir después de sufrir –literalmente- una destrucción fatídica/bendita dando pie a un nuevo poema a similitud de los palimpsestos.

El poemario consta de apenas 40 páginas pero que en su contenido reta a la filosofía, teología y la misma consciencia, sin obviar claro, a la poesía. Leer los poemas conlleva a un acontecimiento mágico, sublime, catártico, es decir es un poemario fuerte, íntimo, y sobre todo, entendible; a diferencia de sus otros poemarios Yo es Otro es un libro escrito de manera sencilla tanto que se clava en lo más profundo del sentimiento (por ejemplo léase: Madre dijo que no demoraría, confieso que cada vez que leo este poema sufro de una emoción inefable). Aunque este logro poético no es extraño ni extraña a nadie, todos los que conocemos a Johnny sabemos de la mano de mago que hace el poema/ el poema que se agiganta en el tiempo y que toda su obra tiene actualidad, pero esto no es lo interesante del libro.

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Johnny lanza una propuesta desafiante que a más de un consagrado hará temblar, simplemente el poeta nos dice que hay poemas que se pueden destruir y hacer otro en base de éstos, así como lo hace él en su último libro, destruyendo –me gusta decirlo así- a poetas como: Vicente Aleixandre, Jorge Eduardo Eielson, Joan Baez, Rafael Alberti, Alejandra Pizarnik, Federico García Lorca, César Vallejo, Allen Ginsberg, César Moro, Carlos Oquendo de Amat, Octavio Paz, Edith Södergran, Jim Morrison, Rilke, Charles Bukowshi, Constantino Kavafis, Stéphane Mallarmé, André Bretón y Arthur Rimbaud. Hasta ahí lo de Johnny es osado pero tenemos acaso la autoridad suficiente para hacer ello, en todo caso, ¿quién debe reconstruir los poemas, un simple lector o un lector/poeta/consagrado? y ¿en qué medida se reconstruye sin caer en la copia, quién rige esto?

El título del poemario es ya una osadía, atreverse a decir que Yo es Otro rompe con el principio de identidad propuesta por Aristóteles, si sabemos que A=A cómo Barbieri puede decir que A=-A:A (A es igual a no A pero es A) si Aristóteles estuviera vivo no sé que diría. Sabemos, también, que Yo es un pronombre personal que corresponde a la primera persona del singular y Otro está lejos de ser primera persona pudiéndose entender como segunda o tercera persona, pero decir Yo soy Otro nos envuelve en un conflicto cognitivo que es preciso entender con urgencia.

El Otro es un término empleado en filosofía y en psicología para designar a la persona humana en tanto que ella es consciente de sí misma y objeto del pensamiento, porque esta persona Yo se reconoce a partir del Otro ubicándose en su lugar contextual, sin ser nunca al mismo tiempo ambas partes. El yo es yo y el otro es el otro y nunca el Yo es el Otro, el título nos reta a pensar el por qué del atrevimiento del poeta. Aunque el yo también puede ser otro cuando éste renuncia a ser yo, y no al mismo tiempo.

Para Lacan el Otro es al mismo tiempo el prójimo (cada otro sujeto por separado) y todo el conjunto de sujetos que constituyen a la cultura y la sociedad desde el origen de la humanidad. Por eso se entiende aquí que la alteridad como concepto filosófico, también se ve como el descubrimiento que el “yo” hace del “otro”.

El Yo y el Otro tanto como concepto filosófico han sido especialmente considerado por Sartre y por Merleau-Ponty, esto es, dentro del ámbito del existencialismo con mucho de fenomenología. La opinión sartreana respecto al Otro más conocida es aquella según la cual el Otro (el "prójimo") es alienante en tanto que es un objeto que a su vez objeta y objetiviza al ego; esto se resume en la frase sartreana: El infierno es la mirada del otro.

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En el corpus del poemario, el poeta nos introduce a la lectura con una anotación a manera de prólogo para darnos a entender su intencionalidad y no quedar varados en el limbo. Citando a Bakunín “destruir es crear” empieza a ilustrarnos su método y su “locura”, donde nos cuenta su experiencia siendo él mismo su testigo de como el poema se desdobla o destruye delante de él y pasa a ser otro siendo el mismo cuyo único objeto, como dice Barbieri “ …este nuevo objeto retórico tiene un solo fin, la de servir al placer, la de producir catarsis, materializado principalmente a través del culto al hedonismo de la imagen…”

Esta propuesta vanguardista de Johnny Barbieri es sin duda especial porque nos va a permitir a los simples lectores a partir de poemas perfectos o semi perfectos añadir nuestro carácter e incluso a reconvertirlo en algo que nos interpele con profundidad. No sé si lo de Barbieri es que todos seamos osados o simplemente un grupo, pero el solo hecho de postular este proyecto hace que los que leemos poesía nos sentemos junto a los grandes poetas dialoguemos con ellos y les expresemos nuestras opiniones de cómo nos gustaría el rumbo del poema. Estos grandes poetas, que descansan en su gloria no se sentirán humillados, ni mucho menos transgredidos por esta propuesta sino más bien entendidos porque sus poemas no solo estarán al alcance de grandes claustros cognitivos sino en la sencillez del pueblo lo interpretara de acuerdo a su contexto.

En Barbieri vs Barbieri sin duda el ganador es Barbieri.

domingo, noviembre 25, 2007

Sobre ese otro Barbieri (Algunas reflexiones sobre: “Yo es otro”)


Sobre ese otro Barbieri
(Algunas reflexiones sobre: “Yo es otro”)


Por: Pedro E. Perales García

El alter ego, el otro yo, la otra entidad que se manifiesta abiertamente, que asume la personalidad, que se corporiza en un ente que siente, vocifera, prevarica y que sin embargo habla en medio del desierto. Una voz ficcional, que tiene la suficiente permanencia y locuacidad para expandir múltiples pasiones, múltiples decires, múltiples espacios abiertos. Proyecciones iridiscente de un Pathos no mediático, no convencional.
¿Qué inescrutables sensaciones jalonan esta mitificación del espíritu?, solo su canal natural (la mano del mago)- interpretación simbólica de una herramienta del destino- pueda quizás comprender parte de ese jeroglífico de sobresaltos y verdades a quemarropa. “Yo es otro”, de Johnny Barbieri nos habla desde esa infinidad finita del quehacer humano, desde ese pródigo alambique de delirios y creencias que se hacen pétreas por el sólo hecho de nombrarlas.
Barbieri, a modo de un hontanar deja fluir una retórica de las cosas, en donde explica teóricamente el fluir donde surgen sus afectos y escarceos líricos. Resulta paradójico resaltar el “proceso de envejecimiento de los textos” que lleva según lo señala a la muerte de los mismos y a la infame y abrupta desaparición del Yo poeta. En esta aparente contradicción, en donde la catarsis se realiza al materializarse el culto al hedonismo de la imagen. La fuente de retroalimentación parece ser Arthur Rimbaud. Sus poemas tiene el armazón inicial de lectura de autores predilectos o negados por la impronta de su exégesis retórica. “Yo es otro”, recoge poemas de libros anteriores, y los matiza con poemas sentidos a las madres simbólicas. A esas madres reales que se difuminan etéreas en ese afán de romper los eternos cordones umbilicales que arrastran un sedimento de reflexión filosófica, que trasciende la propia personalidad de los imponderables.
Cabe resaltar “Segunda muerte de María”, donde desmitifica la imagen poética del poema “Primera muerte de María” de Eielson. El poeta destruye el poema y la imagen creada alrededor del halo de la historia y como su proyecto inicial: Destruye para construir.
Imagen múltiple, en donde los hondos rincones del mundo de Barbieri se subvierten con la imagen ideal retratada por el símbolo bíblico: “La botella de leche en el mismo rincón / Isaías temblando solitario en una esquina / mi hijo envuelto en una sabana blanca”. El libro a la vez sugiere una pertinencia o encono a la precisión del dato, e ahí las citas y la rigurosidad explicita como queriendo aprehender su propia vitalidad, unimismar la poesía por sí misma. Gran batalla la que libra Barbieri en la consumación y deificación de un “yo poético”.

miércoles, octubre 17, 2007

YO ES OTRO. CÓMO REINVENTAR POESÍA




YO ES OTRO
CÓMO REINVENTAR POESÍA


Por: Roxana Crisólogo
Hablar de la obra poética de Johnny Barbieri hace ineludible refererise a Noble Katerba (NK) grupo literario que él fundara junto con otros poetas de la Universidad Nacional Federico Villarreal, una noche oscura de 1990. Noche oscura de apagón, coches bomba y salones vacíos que obligaban a echarse a caminar por la bulliciosa avenida Colmena o a sumergirse en la acogedora calidez de alguno de los bares que rodeaban la universidad. NK surgió en un escenario universitario hostil y fue fiel reflejo de una época donde la violencia excesiva te obligaba a callar e ensimismarte. Las grandes definiciones no sólo literarias sino políticas así como los manifiestos y posicionamientos como grupo las dejaríamos para después. Mientras tanto los poetas iban a construirse un cuarto propio. Escritura como muro de contención, como búsqueda de placer en sí mismo y felicidad, como goce de imagen y pared que separe y a la vez proteja del mundo.

Fue en una de esas noches oscuras de 1993, en la que Johnny sacó a la luz su primer poemario. Branda y la Mesón de los Pandos, libro de corte surrealista, de pulsaciones alimentadas por una vitalidad sorprendente, poco o nada tenía que ver con un escenario ensombrecido por el pesimismo y el miedo, el Perú de inicios de los 90. Johnny se convirtió en el primer integrante del grupo en publicar. Desde entonces, nos ha entregado 9 libros. Lo que lo convierte en uno de los poetas más prolíficos y constantes de su generación.

Desde El libro Azul (1996) su segunda entrega y los que le siguieron: Maka (1999), Jugando a ser dios (2000), Carne de mi carne (2002), La virgen negra (2003), Libro Hindú (2005) y Viajando a Nairobi (que obtuvo el premio Horacio en el 2003) publicado en el 2006, la vocación de Johnny como creador de un universo poético más que de libros individuales ha consolidado una de las propuestas más originales vistas en la literatura peruana última.
Libro tras otro ha conseguido mantener la coherencia de un lenguaje como mecanismo de producción de placer, sonido y melodía. Línea vanguardista y experimental en la que la palabra parece desbordarse gracias a una corriente de fuerza arrolladora y que deja fluir la imaginación.

Si bien el juego de acumulación de imágenes, al cual Johnny recurre en ciertos pasajes de sus poemas, así como el carácter hermético de las mismas, podrían parecer excesivos, esto no es más que un riesgo al que se somete el autor y que a su vez responde a un objetivo lúdico. Una lectura continuada y total de este flujo de imágenes que rítmicamente se suceden unas a otras no busca otra cosa que invitarnos a un viaje por la sensorialidad del autor o provocarnos un viaje personal, un trance sujeto a un sinnúmero de significancias. Esta es una característica imprescindible en toda su obra que se presenta como una partitura musical.

En su último libro Yo es otro, Johnny se propone redondear una propuesta aún más arriesgada y que ha coexistido de manera transversal en sus 7 últimos poemarios. Yo es otro es un libro que resulta particularmente difícil comentarlo sin dialogar con los poemarios, del mismo autor, que le anteceden así como con ciertos poemas que forman parte de la tradición literaria universal. Como su nombre lo sugiere, el autor del poemario es deliberadamente un ser anónimo, un otro, sin nombre. Aquí el nombre / la autoría deja de ser relevante y pasa a ser mera referencia.
Yo es otro, es una propuesta de cómo hacer poesía y a su vez de cómo destruirla. Al intervenir poemas que forman parte de la inmaculada tradición literaria universal, Johnny afirma la temporalidad de la obra poética, la cual a su criterio es susceptible de ser retomada para reinventarla, destruirla y por qué no superarla.
De esta manera nos encontramos con un conjunto de 20 textos, todos recreaciones de poemas de autores de la talla de César Vallejo, Eduardo Eielson, Vicente Aleixandre, Federico García Lorca, Arthur Rimbaud, Alejandra Pizarnick, por citar solo unos nombres.
La inclusión de pie de páginas al finalizar cada poema (o versión del mismo) viene a darnos pistas del poema de origen, nombre del autor y del poema, número de versiones que corresponden al poema y las veces que éstas han sido publicadas en otros libros de Johnny. Pistas que nos serán de utilidad para seguirle el trayecto a los poemas que conforman el libro y que a su vez dejan una puerta abierta para los textos que vendrán.

Pues fiel a la lógica de Johnny, una se arriesga a afirmar que las versiones de los poemas que aparecen en Yo es otro puede que no sean la última versión / recreación del autor.
Yo es otro, en este sentido, no es un libro terminado pues obedece a un ambicioso proyecto que va desarrollándose como un proceso de evolución interna de la obra, en cada uno de los libros publicados por él y que obliga a una lectura de todos. Impone la necesidad de seguirles el rastro.
Muchas veces si decimos que la impresión que queda después de terminar de leer un libro es que éste no ha concluido, tiene una connotación negativa, en el caso de Yo es otro esta afirmación adquiere un horizonte totalmente distinto. Es verdad, los poemas podrían no llamarse versiones finales sino puertas abiertas a corredores sin fin.
Este proceso de corrección infinita llevado al extremo por parte del autor no sólo propone la destrucción del sujeto poético único y su reemplazo por uno múltiple, sino que apunta a la desacralización del sobrestimado Yo poeta. El producto es un poema en permanente construcción, poema como espacio abierto que puede o no puede ser retomado e intervenido no sólo por Johnny sino por algún otro poeta o lector que acepte la aventura, el reto.
Después de leer este excelente último poemario de Johnny Barbieri, queda la curiosidad de lo que vendrá, qué otros tejidos será capaz de urdir con tal maestría el autor? por lo pronto lo más recomendable es volver a sus libros anteriores, diría, imprescindible. Caeremos en las redes del autor formaremos parte de este círculo interminable, de esta fuente inagotable que es la creación.

lunes, octubre 01, 2007

Las Florescencias del ser




Las Florescencias del ser[1]
Sobre Yo es otro (Casa Barbieri editores, 2007) de Johnny Barbieri

Por: Denisse Vega Farfán
Se sostiene que el “yo” al resguardarse en otros “yo”, no hace más que fortalecerse, ensancharse, no dar cabida a la verdadera creación, puesto que se produce una fusión de egos, y una sobrecarga de experiencias; es decir, de registros humanos ya concebidos, lo cual, a su vez, provoca una contraposición del “yo” consigo mismo, generando tal y como lo sostiene Krishna Murti en “La libertad primera y última”, ansiedad, miedo, destrucción, desesperación, desdicha; no sólo individualmente, sino también con el resto. La anulación del “yo” deviene entonces en un éxodo, en un viento lo suficientemente vigoroso para echarse a volar fuera de sí, para lograr la libertad interior.

Esto nos indica que la montaña se hace cada vez más alta y rocosa, si nos empeñamos en ver sólo la dirección de nuestros ojos, en tocarnos y sentirnos como la única carne que goza o llora. Así, el “yo”, aparece como una entidad muy mezquina como para detenernos circulando alrededor de él mismo, alimentándonos de su propia hambre. Una entidad fragmentada, incompleta; que para constituirse en una verdadera unidad necesita de las piezas espirituales del otro, ya no para ensancharse (como lo señalé en un comienzo) sino para realizarse mediante entregas de amor. Es el amor lo que destruye al “yo”, otorgándole palco preferencial al “nosotros”. Y para lograr esto, no sólo se requiere de inteligencia, sino de gran sensibilidad y valentía.

La poesía a través de los otros podría ser un camino tentador, ya que la poesía en sí misma muchas veces es otra forma de volver a encerrarnos en nosotros. Barbieri parece haber escogido este camino. Así, lo primero salta en una primera lectura es el descarte de una prelación de sujetos, originándose una categoría horizontal: yo es otro, otro es yo. Y también se destierra una prelación de especies, así tenemos: yo es árbol, yo es cisne, yo es paloma, yo es ángel, etc.

Barbieri, nos entrega poemas que son recreaciones de otros poemas, pero con frescos y descarnados matices, sea desde la experiencia propia como Elegía interrumpida de Octavio Paz donde incluye a sus propios personajes fallecidos (abuelos, madre, padre, tíos, primos); o desde la fabulación, partiendo de la misericordia que generan poemas como Cantora Nocturna de Alejandra Pizarnik, Albergo del sole II de Eielson, o Plegaria Americana de Jim Morrison. Con el principal leitmotiv, parece entreverse, de alcanzar “todo el ascenso a lo más profundo del ser”[2], como dicta su primer poema.

Estas recreaciones a su vez, nos otorgan una nueva lectura, un nuevo cáliz, una nueva interpretación, una nueva forma de vivir poemas clásicos como El ángel y la rosa de Carlos Oquendo de Amat, o Primera muerte de María de Jorge Eduardo Eielson. Tenemos así, a partir de este último, la concepción de Segunda muerte de María, donde la decadencia, la miseria, el amor, la fertilidad, la tentación por la eternidad, la familia imposible corporizados en una mujer lánguida y condenada a la muerte; se constituye en una ciénaga ancha y desaforada que da luz.

En He vuelto Angelina, recreación de Adiós Angelina de Joan Baez, se palpa la necesidad del retorno a la esencia, de la inutilidad de la soledad humana, de seguir el propio camino sin alguien con quien andarlo y compartir los horizontes. Hay pues, necesidad de contemplarse en el otro, contemplarse con el otro, purificarse a partir del otro, de asentar una nueva especie de seres humanos, preocupados más en entregarse que en prolongar sufrimientos.

El acto de escribir podría verse retratado en el poema Paloma, describiéndose como la construcción de la luz de la vida mediante las manos. Y al poeta como “una paloma pintada en el aire /volando a la libertad siempre soñada”[3]; no obstante a ello, se percibe una insatisfacción hacia la no valoración de los verdaderos dones humanos, como lo es la escritura; esto sin tampoco ser óbice para reconocer la trascendencia de este oficio, para guardar la esperanza de ser abrazado algún día de modo uniforme por todos. Sean los siguientes versos del poema Los Espejos, recreado a partir del poema Unión de los espejos de André Breton: “la masa encefálica regada en el suelo /tendrá los cristales más caros /el marco más hermoso”.

El “poema”, que podría interpretarse también como una de las formas que adquiere el “otro”, se muestra como una prueba de supervivencia ante la lucha de ir contra ese “yo”. Sean los versos de Poema, recreación del Don del poema de Mallarmé: “la mano del mago hace el poema /el poema que se agiganta prolongándose en el tiempo/ y te dispara en la sien. /Frente a él estás muerto”. Otorgándole al poema una vida sin fecha de caducidad, una misión más allá de quien lo escribe, misión consistente –a lo mejor- en armonizar el mundo.

Tal vez de las tantas corporizaciones que podamos encontrar del “yo” en el “otro”, una de las máximas representaciones sin duda es la de un hijo, desdoblamiento del “yo” por excelencia; elemento que es hallado en el poema Yo tenía un hijo, recreación del poema Iglesia abandonada de Federico García Lorca. Así, el hijo constituye una aspiración de la superación del yo, hacia un estado de pureza.

Otro aspecto resaltante en Yo es otro, es que la muerte es asumida como una puerta hacia la eternidad, así tenemos en el poema Segunda muerte de María ya mencionado, como en el poema Fin, donde el temor no existe, y la muerte es concebida como una bella aventura. Ya que no se puede tener miedo a lo que no se conoce, pues la muerte en sí no se conoce hasta que nos toca morir; sino que el miedo radica en perder lo que tenemos, lo que conocemos, o de lo que estamos hechos. Sean los versos del poema Fin, reconversión de Infancia V de Arthur Rimbaud: “que me alquilen esta lámpara
para alumbrar mis miedos /para ver la bellísima hondura de la muerte extenderse”. Parece ser que Barbieri entiende que las posesiones, circunstancias, personas y demás elementos que componen nuestra vida hasta el mismo “yo” son transitorios; y en compresión a esto, es que se nos da el privilegio de ser menos infelices.

Este libro surtido de imágenes, provisto de un lenguaje directo, sencillo y preciso (por mencionar algunas virtudes en cuanto a forma) más que en el modo de cómo y a partir de qué poemas ha sido escrito, su principal valor radica en que se constituye en un verdadero acto de amor e integración, en una entrega donde no se admiten los porqués, debido a que tal vez una de las mejores formas de vivir la poesía sea escribiendo sin paralizarse con cuestionamientos, tan sólo interpretar la palabra con la música que se dispara sin freno desde el interior. Un paso en la salida del “yo” que merece valorarse, y sobretodo en poesía, teniendo en cuenta que actualmente son pocos los poetas que parten de esta concepción del “yo” para elaborar sus poemas, y darle una huella a lo mejor más tersa y honorable a la poesía. Así en la sustracción del “yo”, apagadas todas las luces es posible la eternidad/ es posible ver la luz más tierna /la luz más palpable.[4]


[1] Texto leído en la presentación del libro Yo es otro de Johnny Barbieri, el 28 de setiembre de 2007 en la ciudad de Chimbote.
[2] Verso del poema El cuerpo y el alma, de Johnny Barbieri.
[3] Versos del poema Paloma, de Johnny Barbieri.
[4] Versos del poema Luz, de Johnny Barbieri

domingo, junio 03, 2007


Sobre el Libro hindú de Johnny Barbieri (1)
Por Luis Fernando Chueca

En cada uno de sus libros anteriores, Johnny Barbieri organizaba el conjunto sobre un eje que visiblemente le daba unidad: una trama definida, un universo simbólico preciso, una estructura intensamente experimental, son algunos de los casos. En el Libro hindú (Lima: Noble Katerba ediciones, 2005) esto ocurre nuevamente, como también se mantienen otros rasgos que, aunque abordados desde perspectiva distinta, se retoman aquí; por ejemplo, la profusión de imágenes, que en algún momento permitieron reconocer en este poeta cierto ánimo surrealizante, y un intenso y, en este libro, delicado erotismo. Todo esto nos permite acceder a la imagen de un poeta preocupado por la construcción de una voz propia, que permita identificarlo, al tiempo que de un espíritu incansable de búsqueda que, como debe ser, lo previene, desde que apareció Branda y la mesón de los pandos, en 1993, contra la fácil repetición.Entre aquello que más notoriamente distingue al Libro hindú de los precedentes está, precisamente, lo que el título anuncia: una imaginería vinculada con el mundo de la espiritualidad y las divinidades del hinduismo y del tantrismo, sobre todo. Referentes que, si bien han estado presentes en determinados momentos y exploraciones artísticas del mundo Occidental -pensemos en Octavio Paz o en algunos de los beatniks, por ejemplo, para mencionar casos conocidos entre nosotros e importantes también en el aprendizaje de Barbieri-, referentes, digo, que si bien han estado algo presentes, no han llegado a convertirse en parte importante del bagaje literario o poético peruano.¿Qué hay detrás de esta opción?, podríamos preguntar. Alguien suspicazmente pensaría en una vocación de exotismo, artificial e innecesaria. Creo que el recorrido de la poesía de Barbieri y el cabal logro de sus versos permiten negar esa posibilidad: no es una pose o un gesto sin hondura lo que está a la base de sus poemas. También podría pensarse en una suerte de reclamo por que la imaginería hinduista participe con mayor libertad, como de algún modo lo hacen la china o japonesa, en el universo de nuestras referencias poéticas. O quizás haya quien se anime a hablar de una profesión de fe por parte del autor, aspecto que ignoro por completo. Frente a ello, me interesa regresar a la fundamental vocación de exploración de Johnny Barbieri. Sin duda, su poesía no podría entenderse sin esa postura que tuvo quizás su desarrollo formal más radical en El libro azul, de 1996. El Libro hindú no pretende regresar a esos extremos, sino que, con un ritmo contenido y terso, sereno sobre todo, y un fluido de imágenes de alta sugerencia, indaga en aspectos que las tradiciones filosófico-religiosas aludidas articulan: la vocación de trascendencia del ser humano, su contacto con lo sagrado, la armonía, la posibilidad de iluminación y el erotismo como vía de transformación y aprendizaje. (Estoy seguro de que José Pancorvo, con su gran conocimiento de las tradiciones y las simbologías religiosas, podrá abordar estos aspectos del libro sin reducirlos a los lugares comunes que yo menciono). Esto sin duda nos devuelve a la poesía como vía de conocimiento y de descubrimiento, pero también como movimiento interior de liberación o de aspiración a la libertad: como modo de articular un deseo frente a una realidad cotidiana que hace todo lo posible por que olvidemos esos aspectos fundamentales del ser. A propósito de esto, quiero terminar mencionando un poema en que, a contracorriente de lo que ocurre en casi todo el libro, explícitamente se nombra al Perú. "Cielo para doce niños" termina diciendo "en Perú hay un rancio anochecer sobre los cerros polvorientos / que se extienden por todo los lugares a donde hemos llegado / con esas formas tibetanas impregnadas en nuestra piel. / Muere Kala cada amanecer. / Solo hay un cielo esperándonos y hay que subir con un soga / como se sube en Rajastán / y hay que soltar a todos los niños, desatarlos de sus amarras / para que corran al horizonte / L I B R E S". Me parece que ahí está una de las claves de lectura del Libro hindú: se hacen necesarias, parece proponer el poema, y el libro todo, vías que devuelvan al hombre al camino de su radical deseo de libertad y plenitud. A la posibilidad de vivir la armonía y la comunión con los otros y con el todo. Repito que no sé si algo de la vía hinduista es parte de la experiencia de Johnny Barbieri; pero, sin duda, haber elegido tal simbología, le permite articular con profundidad ese reclamo por recuperar la dignidad de la vida en contextos de aparente oscuridad. Detrás de esa oscuridad reside la belleza y la pureza fundamental del alma humana, y el Libro hindú nos ayuda a redescubrirla.

Texto leído en la presentación del poemario Libro hindú de Johnny Barbieri, presentado por, además del autor de la reseña, Gonzalo Espino y José Pancorvo el pasado 28 de octubre en el Instituto Raúl Porras Barrenechea de Miraflores, en Lima.


Antología mínima de LIBRO HINDÚ (2005) de Johnny Barbieri

INDRANI EN TUS OJOS

Un hoyo al sur intangible que fue abriéndose para mirar el mundo,
las variaciones ascendentes de una naturaleza presente en tus ojos.
Una voz de mujer anunció el inicio de la transformación, ahora está allí dibujando el cielo sobre el tapiz de las paredes, clavando aquellos cuchillos sobre su pecho en un ritual de iniciación.
Indrani está en la hierba edificando una casa bajo un piano, llamando a Galba que se oculta en esa choza polvorienta de esteras rotas donde ayer colgaba las cicatrices de su cabeza, estaba desnuda
multiplicándose, delineando sus formas con los cosméticos viejos y las cenizas de aquella tarde muerta en sus manos.
Un hoyo al sur sobre la polvareda la recuerda, una belleza eterna tirada hacia atrás por el viento que levantaba sus cabellos, los muérdagos bajo los pies, la rafia celeste que hacía el cielo,
la línea bifurcada hacia los extremos de su ser y la nada,
la recuerda esta cuesta arriba hacia el infinito que no termina.

La luz de la vida no estaba en sus ojos, estaba en el bus yendo al Nirvana.


UN CISNE SOBRE UN LAGO PÚRPURA

Un cisne que cuelga del lago trasluce la magnitud del día y la noche,
el otoño de los años enumerados que es la suma de este horror que todo
lo contiene.
Un bosque de albas emerge de lo oscuro donde tus miedos están acumulados en un rincón.
El lago hecho de pedazos de periódicos envuelve tu desnudez. Tu cabeza púrpura se yergue ante mis ojos, tu cuerpo flota en medio de la noche mientras doce cisnes te rodean en una danza infinita.
Una ventana se abre en el aire para que el mundo te vea, hay muertos flotando en el lago boca arriba con los brazos extendidos. Nadie los ve.
Un poco de luz se derrama a lo largo del día mientras danzas una música hindú que lo alcanza todo.
Hay arrugas en tu piel, dos puntazos de lanza en tu cráneo, cicatrices de partos y sólo a ti te preocupa la menopausia que no te deja bailar como antes, pero estás vieja y eso todos lo saben.
Mañana será domingo y estarás mejor, recordarás aquella estación de los iniciados que simbolizaban utopías hechas a mano.
El espíritu liberado que ahora teje recuerdos
al borde de un lago púrpura que se nos va por entre los dedos.


MUDRA

La cantante retira su belleza con las pinzas más pequeñas,
la coloca al costado de su peluca roja,
su tez delgada evidencia recetas caras, trasluce huesos como las pinturas de una xilografía oriental,
danza sobre sus vestidos recién quitados,
alcanza el éxtasis en medio de la habitación,
sus tonos asimilan indicios de un cuerpo sutil.
Como una recién nacida se dobla, se enreda en sí misma,
a veces su cabeza gira, sus miembros inferiores autónomos van de un lado al otro, caminan por las paredes balanceándose,
pisan los gladiolos sembrados en enero,
tal lasitud se apodera de ella,
irritada salta sobre las pedrerías que la rodean desde siempre.
La cantante coge su belleza y se la pone en la cara
a un costado de una grieta que abrupta el suelo, el seno izquierdo se le ha caído sin darse cuenta,
la forma de mujer oriental se ha roto,
hay mudez en todos los rincones,
una inercia casi vegetativa que se va extendiendo raudamente,
coge los clavos que sujetan sus extremidades,
salta y da vueltas, se acuerda que le falta un pie
y que el plexo lo lleva atrofiado por años,
sin importarle nada,
una vez más,
la cantante se ha puesto a cantar.


KRISHNA LILA

Al principio su cabeza estaba ligeramente abultada a la derecha
con pequeños muñones de flores amarillas recién arrancadas del jardín.
Tenía en las manos el hueso astillado de aquellos martes de almizcle
impregnados en su piel,
los Mantras hecho de hierbas que se extendían a lo largo del camino para que anduviera en las tardes.
Nada hubo detrás más que aquella belleza lila de cinco minutos que se fue con los años.
A veces su cabeza rapada presentaba una lobotomía sacra como símbolo de conversión, y aquella mancha lila en la frente se disimulaba cuando se dejaba caer en los rituales del Yoga Samadhi
y su desnudez era lila total,
y los pies del aprendizaje Krishna se le acercaban lentamente
y la poseía a horcajadas,
y el césped celestial se volvía lila interior,
y los espacios que los ojos distinguían llevaban en las manos
un corazón lila,
un latido lila latiendo en el aire para que todo el mundo lo viera.

Así lo vieron mis ojos desde siempre.


EL CUERVO BLANCO

Su centro ha sido ocupado por el cuervo de la purificación.
La cópula está pintada en blanco sobre un lecho giratorio.
El cielo gira alrededor nuestro.
Sus nalgas permanecen alzadas sobre el diván mientras voy sesgando las impurezas que quedan en el suelo,
sus ojos buscan en el aire las huellas de la satisfacción tántrica.
Giro, hago círculos con mis manos sobre su cuerpo mientras su olor a almizcle lo va impregnando todo.
Ml tallo de jade echa raíces por aquellos espacios nunca antes recorrido.
El color blanco se derrama sobre su postura, un halo me envuelve, hay esencia en mí.
Las contracciones alcanzan a liberar la energía que hace mover el mundo.

miércoles, febrero 28, 2007


LA VIRGEN NEGRA
Una lectura existencialista al poemario del Poeta Johnny Barbieri

Por Ronald Castillo Florian

Para una virgen negra busco cien acres de luzAltares con zarzas y rosas fosforescentesEn medio de un invierno que se balancea con el vientoBusco un mausoleo con un jardín de mármol y sobre ellaUna mano de cal omnipotente creandoEl mundo.
Johnny Barbieri, poeta peruano (Lima, 1966) de trayectoria ilustre y prolífica tiene publicado siete libros de magnífica poesía que cautivan y desgranan la realidad tornándola enigmática y de inmensurable vigencia. La virgen negra es un poemario publicado en el año 2003 bajo las ediciones de Noble Katerba al cual pertenece siendo, también, un digno representante del mismo.
Conocí a Jhonny a través de sus poemarios, tales como Branda y la Mesón de los pandos (1993), el libro azul (1996), Maka (1999), jugando a ser Dios (2000), carne de mi carne (2002), el libro hindú (2005) y en un taller de poesía que organizó nuestro amigo y colega el poeta Leoncio Luque en el distrito de San Luis en Lima, Perú.
He leído el poemario con mucho detenimiento y misticismo, no puedo negar que los simbolismos y metáforas son ápices importantes en el corpus del poema, al mismo tiempo que se va sintiendo un aire de posesión mortífera combinada con una esperanza venidera que no se sabe cómo pero que tendrá su realización en el momento adecuado.
El poemario comienza haciendo una descripción del lugar y la forma que se encuentra la virgen negra, hay una virgen negra en la página veintitrés de un libro de defunción, con cabellos que despliegan albas de orfebrería,/alumbrada con teas de alambres oxidados, que al día siguiente le irán a poner rosas y a prender inciensos, y tú estarás en la página acostumbrada/ con una luz alumbrando tu muerte; siendo una descripción fatalista para una "entidad" que debe, a primera intención, ser cubierta de gloria y esplendor, en este caso el poeta quiere referenciarnos la descripción correcta de la virgen a la cual va rindiendo tributo a lo largo del poemario.
Este es un poemario de fuerte contenido existencial, de exaltación y asombro, de dudas y deseos, de apocalipsis y devastaciones, pero que se va conjugando con esperanzas y gozos, con génesis y realización. Antagónicos, surrealistas, cielo/infierno que alumbran opacando la mirada; en resumen, realidad discernida y sopesada para entender la vida que se va volviendo compleja desde el momento que la ponemos en nuestra espalda y empezamos llevarla sintiendo el hastío del peso preguntándonos del por qué de esa carga.
También, aparece la figura de Eleanor (representando a la humanidad) a quien se le alienta a crecer, a seguir mirando al mundo por su ventana, a comprar colores para su piel, a comprar paisajes con puerta al jardín y sobre todo a luchar por los que la aman, huye hasta perderte/ y jamás vuelvas la vista hacia atrás.
Las bancas de los parques estaban cargadas de viejas cicatrices de recuerdos que jamás podrán ser borrados, buenos o malos, testigos de nuestra existencia, que nos acompañan hasta el final y después de éste, experiencias vividas, tal vez no deseadas pero que son los derroteros de nuestro yo ante los demás, por eso que algunos sueños aún no realizados, pero que se tienen en mente, son a veces de difícil concretización llegando a pensar que caminamos sin dirección el ir a no sé donde con los muñones de una utopía en la mano, muchas veces nos alejamos, huimos, nos exiliamos para no ser testigos ni del tiempo, ni del contexto que nos envuelve, hacemos lo posible por ocultar nuestra realidad, ya que un sin fin de dudas nos va carcomiendo la razón, nos sentimos solos y abandonados antes tal situación, por ello el deseo de envejecer en un rincón cualquiera/ a solas/ y morir de un vez para que todos te olviden. Y los testigos?, siempre hay testigos, nunca falta alguien que te observa, por más oculto que quieras hacer algo, por más sigiloso, por más escueto y lacónico que intentes tu despedida, siempre hay alguien o algo que te observa, no se puede negar que la verdad siempre sale a la luz, ya que ese espía está ahí, a tu lado, junto a ti, cuando sales en la noche un ojo tirado en el suelo te ve pasar y se encarga de informar de tu proceder, ¿soledad? ¿Reclamas soledad? Donde se huya ahí estará el testigo anónimo para informar lo que hacemos, es que este mundo es así, lo oculto siempre sale, por ello los días que pensaste salir corriendo no son más tuyos los jueves están rotos son de otros también, se fascinan ante tu desdicha, hacen alarde de tu caída, qué nos espera, sólo avanzar y seguir así nos estén vigilando, total, sólo ven, por ello la recomendación del poeta: hacer todo ello que satura un simple material de extinción inmediata la noche de papel con cráneos de papel/ Con ventosas de papel y esta vida de papel/ Para hacerlas pedacitos. Justamente ese papel deshecho que no es más que materia inservible se vuelve muchas veces mortaja de un ser que pasó al olvido y que unos cuantos extrañarán la vida en el suelo yacía cubierta con periódicos, cuando nos sentamos a recordar ese ayer que no pasó, sintiendo en el corazón los oleajes de la vida logramos divisar centurias de animalidad en el mundo que nos hacen sensibles adormecidos y es donde nos percatamos que sólo existen visiones de un barco sin rumbo sangrando sobre el mar y que estamos, queramos o no sentados sobre este vacío ubicuo que ahora nos circunda.
Las veces que intentamos escapar de nuestra realidad lo hacemos siguiendo nuestra propia huella ya que éstas nos indican donde estuvo el error y el acierto, es en ella donde corregiremos los desatinos cometidos cuántas veces te he seguido para marcharme de ti por que esa es la única forma de huir, el error no sólo conduce al error sino también a lo correcto porque en nuestra conciencia alguien nos dice que en torno a ti el mundo da vueltas por siempre.
Siempre que luchamos contra ese algo, ser inerte, sin vida, lo hacemos de manera silenciosa, pausada, sufriendo y gozándonos de aquello, pues no permitimos que ese sufrimiento sea ventilado o expuesto al sol, es sólo nuestro, sólo de su autor, pero cuando aquel mortífero sentimiento es sublimado hacia alguien, cuando es "culpa" del otro, es ahí donde el yo que se reconoce en el tú da un giro total involucrando a su semejante sintiendo que la causa no es el que yo esté aquí sino que tú también los estés y que te marches sin decirme nada, ese contacto con la muerte que te permite verle a la cara y hacerle frente en una batalla que desde antes ya se ha perdido hace sólo gritar al olvido que te habían crecido alas/ alas de ninfas para marcharte y nunca más volver/ sólo quedé yo/ excavando veinte años/ Para olvidarte y no sé si aún lo he logrado porque la vi abrir un agujero en la noche/ y meterse hasta no dejarse ver más. Pero los recuerdos no muchas veces son buenas compañías, nunca hacen bien, jamás forman parte del ritual sublime de la vida, los recuerdos nos pueden matar y hacernos llorar sin respetar horarios, éstos se presentan de súbito, nos hipnotizan y alejan de la realidad el incienso ahuma el cuarto donde sólo quedan/ Los fósiles de una sopa de sémola/ Abandonada hace siglos esperando por ti; el poeta sorprende con esta imagen porque hace una genial construcción humana gastronómica como base de recuerdo y fuente de inspiración en procura del que partió pero que nunca volverá cuando cierro los ojos y no estás/ no está el mundo/ y no existo yo y no existe nada a mi alrededor sintiendo esas irremediable voluntad de salir corriendo, de no hacer frente a tanto sufrimiento, de escapar de las huestes transgresoras, impías y desdichadas que sorprenden en cada reminiscencia y en cada retórica hecha a su favor voy a esconderme del mundo/ Huir donde el dolor tenga menos puñales y cuando no haya más salida, ni cielo donde ocultarte, ni rincón, ni árbol donde colgarte: Yo excavo para huir.
Eleanor sal de tu escondite/ Manda al diablo tu muerte es el grito universal de toda la humanidad, mandemos al diablo a la muerte y que no sea esa piedra que estorba al andar, y si es así de inevitable que no sea dolorosa, aunque la peculiaridad de la muerte es eso, dolor al que la padece y dolor a quien lo presencia, tus ojos permanecen aún pintados en un papel/ sobre un rincón hecho de olvidos que siempre recuerdo y un alud de terror se levantaba ante mis ojos/ la planicie de vacíos se esparcía por todos los rincones aprisionándome fuertemente en el silencio de tu grito que cada vez que suelo recordarte el dolor de estar cerca y lejos de tu presencia hace que me duela y goce sintiendo menos de ti, parece decirnos el poeta.
Jonnhy Barbieri es un poeta de los noventa que comenzó a marcar hito en el mundo de la poesía, a pesar de su gesta afable de bellos poemarios no es muy difundido por menesteres propios de grupos poéticos que suelen atinarse como lo mejor en producción literaria o que cuentan con un caudal de "manager" dispuesto a sacar el ojo con tal de ver a otros y no al mejor sobresalir. Leer a Barbieri es descubrir no sólo el pensamiento de los jóvenes de su tiempo, sino de ir en búsqueda de caminos hacía una realización insondable de la vida, la Virgen negra, Eleanor, y todo lo sangriento, mortífero, esperanzador, gozoso nace en un poemario que merece ser leído con mucha atención para ir descubriendo, al igual que los evangelios, nuevos significados cada día. No sólo me he quedado absorto ante los poemas, sino también exhortado a procurar un cambio aunque utópico a la vida que me precede, agradezco a Johnny y pido disculpas por haberme atrevido de interpretar de esta manera insulsa su poemario que dependiendo la visión de lectura que se tenga reluce nuevos brillos cada vez que se retorna a él, De la sierra central del Perú quedó petrificado/ Yo la vi morir/ Yo morí con ella.


I

Hay una virgen negra en la página veintitrés
con cabellos que despliegan albas de orfebrería
hosannas fotografiadas de perfil al pie de un despeñadero
una virgen alumbrada con teas de alambres oxidados
un esqueleto de luz que se levanta
sobre un piso de dominó cargado de espectros
se abren surcos sobre el charco que refleja
un cielo de azul cobalto
Dentro de un libro de defunciones que te contiene
mañana iré a ponerte rosas
a prenderte inciensos
y tú estarás en la página acostumbrada
con una luz alumbrando tu muerte.


III

Lo azul era pequeño
el raudo giro a la derecha era pequeño
el cielo poseía lo azul de tu confín soñado
lo sucio de tus ojos
dos nubes engrapadas a lo largo de tu existencia
el piso del cuarto estaba cargado de polvo
las bancas de los parques estaban cargadas de viejas cicatrices
un árbol sin hojas exhibía sus pulmones enfermos
un perro desconocido excavaba hasta perderse bajo la tierra
las calles estaban vacías largas como nunca
toda esa vastedad de imaginarte se había reducido
a un par de imágenes fijas monótonas
que se hacían indistinguibles
atrás quedaban los vanos gritos
los atajos a la noche
el ir a no sé donde con los muñones de una utopía
en la mano
sólo ir perderse largarse de inmediato
envejecer en un rincón cualquiera
a solas
y morir de una vez para que todos te olviden.


XXXI
Sobre el suelo baldío quedó atrapada su zapatilla roja
los días y los meses pasaron sin darnos cuenta
y una raya deleznable se abrió paso entre la realidad y yo
sus piernas lentamente fueron cayendo como succionados
por la tierra
con un hacha corté kilómetros de árboles para hacer
una fogata y calentar su cuerpo
clavé en la pared un horizonte con relieves de montañas
pinté en el suelo un río con cardúmenes fosforescentes
codornices en el aire volando hacia el norte
la tierra había engullido su cuerpo hasta el cuello
horrorizado corrí hacia la calle
llamé a todo el mundo y nadie me oía
busqué a mi madre y no la hallé nunca
mi padre había muerto hace algunos años
mi hijo no existía
regresé al cuarto y sólo vi su mano desvanecida
bajo un velador encendido y esa opacidad que la noche
traía consigo como una imagen onírica
repitiéndose inevitablemente una vez más.


XXXV
Virgen de basalto
en este día cargado de muerte
te pido que guíes los pasos de Eleanor
te pido que le bajes los frutos porque ella es pequeña
desquiciada no tiene ojos
está decrépita y se desangra.


XXXVI
Al sur está Eleanor
tejiendo sobre un tapiz el instante de su muerte
al sur está el dorsal quebrado
al sur está mi patria sin ruedas
al sur está la vuelta a la luz
que ilumina el mundo.


XXXVII
Un candelabro alumbra Europa
desde aquí lo veo
desde esta terraza anacrónica donde el horizonte
nos muestra Lima bajo un invierno gris
allí creció tus sueños de recorrer el mundo
pero aún estás aquí
entre nosotros
comprando los colores más intensos para pintar
Europa con sus ciudades y sus mares
y pintarle nuevos ríos y nuevas llanuras
barcazas de hojalata para echarlas a andar
por el mediterráneo
de papel serán los murciélagos
las islas serán violetas con cadáveres de pájaros
del subterráneo harás crecer alambreras con buitres colgados
y crearás rascacielos pondrás alas a los lagos
de negro pintarás las lamentaciones
las tinieblas lo harás verde safari
la espina dorsal del continente sangrará sangre azul
los frutos crecerán por el septentrión
el Sena se levantará y huirá por los Pirineos
Europa será un horror
un horror que tú quisiste crear
un bello horror que se fue contigo.


XXXVIII
Aquella muchacha senil está colgada el martes
conocí su color oscuro
su tristeza subterránea
su corazón roto regado por el suelo
desempacaba equipajes de un viaje que nunca emprendió
sé que odiaba los espacios cerrados
la multitud estática desconocida llena de tribulaciones
los edificios que oscurecían las calles
Aquella mujer tenía la cabeza tirada en el suelo
nueces amontonadas al pie de un retrato familiar
flores que crecían sobre la alfombra descolorida
clavaba montañas con nubes negras y lluvias
que caían sólo para ella
encendía inciensos para crear bosques de humo
que se extendían por toda la tierra
la mujer que estaba muerta sacó su cuerpo de su catafalco
tomó su muerte y la aventó por la ventana.

miércoles, febrero 21, 2007

CARNE DE MI CARNE de Johnny Barbieri




CARNE DE MI CARNE, Johnny Barbieri, Ed. Noble Katerba. Lima, 2002; 50 pp. *

Por: Carlos Valencia

Principalmente la inspiración central del poeta es la nocturnidad, así como el tánatos que es un manantial de producción del proceso creador, en otras palabras, -un poemario thriller- espeluznante, enigmático. Algunas pistas, “día tras día nocturno siempre” p. 11. La noche tiene su luz que son las estrellas, que nos sugiere un tono picaresco soterrado, leamos, “cubrirnos lentamente el rostro / para que nadie nos vea desnudarnos bajo la luz de la noche” p. 13.
En otro aspecto veamos el cromatismo -del color rojo- en una multiplicidad de enfoques.
“Sangre anónima que va pintando el cuarto
de suplicios rojos torturas rojas verdugos rojos
de aullidos rojos que no callan jamás. p. 15
Descubrimos el poema del encuadre para el título del poemario.
“Si hablas hacia atrás
mira las paredes que han alzado sus manos
si hablas hacia atrás
escucha cuando la noche acorta la distancia de estas
paredes
que van creciendo hasta tocar mi carne
carne de mi carne
hueso de mis huesos
la noche nos sepulta para afuera
para el aire para el jardín p. 17
La mortandad, lo onírico -que resulta ser- lo tenebroso, Barbieri es un espectador alucinado de pintores, en medio de una regresión personal con estos. Existe esta palabra que surte efecto de estructuración a lo largo del poemario, El Conticinio. Hora de la noche
En que todo está en silencio... Y notamos sus consecuencias de soledad, silencio, fabulación.

“Dos gatos se han servido de la cena de Juan y la noche ha crecido” p. 21.
Dentro de todos los creadores - escritores, los poetas son losseres que pueden concebir la introspección de una manera más plena. El poeta es el ser más solo en el mundo.
“Hay un desierto al este por donde sale el sol
por ratos camino a solas
recordando cosas y cosas
hasta que llega la hora de volver
y estoy solo
solo otra vez con un atado de nervios
y un silencio sepulcral. p. 29
Barbieri, presenta de dos modos el existencialismo, primero, como la terminación y la urgencia de la muerte. Los existencialistas reaccionan contra nuestra tendencia a disimularnos esta verdad primordial, que nuestra vida se dirige a la muerte. Y segundo, la soledad y el secreto. Todo ser humano tiene la tendencia a sentirse solo e indiviso frente a los demás. Estas influencias también se perciben en sus otros poemarios publicados. Poemas muy notables de un contenido simbólico-laberíntico, al poeta siempre lo dejan que sea, Barbieri se ha influenciado de sí mismo y nos muestra la puerta de la catedral que no quiere tocar apuesta a ser antiredentor.
Yo he visto ha Dios tan pequeñito
huyendo de la aritmética
lo he visto a oscuras en mi esquina
desnudándose...(p. 45)
La ciudad de Lima es puesta en atención como un problemasocial. Con respecto a expresiones en lo que en semántica es acuñada como mención, de un típico titular de la prensa, que no es necesario citar. Aunque sí, a las damas de la noche.
La cuenta regresiva esta pactada en algunos versos, donde el poeta hace una declaración tanática. Sigmund Freud, con ayuda del sicoanálisis, manifiesta que detrás del tánatos esta el eros. En un estado latente. Pero con significado de vida, vitalidad y el campo semántico que pueda abarcar. La dualidad vida / muerte, entendiendo la vida como creación, unión, nacimiento.
Necesito un color y una bala en la sien
la agudeza para verte a través del vidrio
del humor nocturno donde tú habitas
total parcial inmensa ...( p. 34)
Expectativas que no lograron su objetivo, de proyectos inalcanzables en un poeta comulgando con el tiempo, en su habitación, en el desierto, viajando en tren al centro del Perú, donde allí cuelga y descuelga sus ilusiones. Anuncia el amigo Johnny Barbieri, que en su quinto poemario desborda voz auténtica e inapelable, que nos ilumina ya sea como lectores o críticos, que, hoy en día no hay tanta diferencia. Un brindis por ello y que sigan los éxitos para el fundador de la agrupación poética Noble Katerba.

* Publicado en el suplemento de la revista Olandina – Lima- Perú, Mayo/agosto de 2003.