domingo, diciembre 10, 2006


Antología mínima de CARNE DE MI CARNE (2002) de Johnny Barbieri
TRES

Camino oblicuo por donde retornas
caballo emplumado
fantasma de las sábanas blancas del cuarto oscuro
con tu paso pausado
llegas libre
sangre anónima que va pintando el cuarto
de suplicios rojos torturas rojas verdugos rojos
de aullidos rojos que no callan jamás
puñado de ojos rojos
puñado de peces y de pájaros
nada más
nada más que un puñado de horror
para morir cuando tú no estás
caballo ascético
pequeño caballo para este espacio empequeñecido
para este infierno que está clavado en mi pecho
ahora que sólo soy yo y mi gato y mi coñac
para beber hasta el amanecer
mientras voy de un lugar a otro
recorriendo calles y calles
siempre las mismas calles repitiéndose
Sólo yo busco volver hacia el lugar correcto
hacia el camino correcto por donde retornas
caballo agujereado
camino que se ha hecho interminable para recorrerla
veinte veces durante veinte años
a donde el destino quiera llevarnos.

SEIS
Veintidós flores han crecido en el jardín del horror con el miedo de Juan
Cuatro caballos han muerto sacrificados uno tras otro por el amor a los niños pobres como Juan
Los ojos azules de Juan han desaparecido robados por un ladrón de Dvorak para venderlos en un mercado de baratijas
Dos gatos se han servido de la cena de Juan y la noche ha crecido por dentro hasta hacerse un manojo de lumbre para iluminar el abismo por donde caigo todos los días
Los vuelos de las aves son flechas que Juan va tirando con destreza hacia el horizonte donde nace la vía láctea
Trescientos veinte cuerpos fueron apuñalados en un tranvía que va al sur en presencia de Juan y Juan ha llorado por todos y la luz se ha hecho monótona desde entonces a los ojos de Juan
Un hombre pobre como Juan palidece en un rincón de la noche donde la náusea exhuma memorias casi inaprensibles
Doce gotas de agua mojan el miedo de Juan
Un ladrillo edifica la historia de Juan
Juan hijo de Rená vive entre nosotros y está creciendo a nuestro lado.


DIEZ
Cuatro espaldas decrépitas componen las paredes de mi casa
los ojos miopes son las ventanas por donde entra el verano
con sus viejas trivialidades ya olvidadas
la puerta es una enorme boca con incisivos amarillos
hay una oreja roja diseccionada
una luz tenue dispersa
y un surco de centellas abriéndose paso por donde
crece la hierba
En una de las espaldas he pintado el mar
y sobre ella un navío en llamas
y sobre el navío un caballo de obsidiana huyendo
despavorido por el campo
En mi sala hay muebles de cristal
una mesilla de mimbre
dos candelabros
y una utopía despedazada tirada por el suelo
En la ventana
tengo una estatua de sal de Dios en el horizonte
creando el mundo
allí está la griega mirándonos a través del vidrio
allí están sus grandes ojos buscándonos
de lado a lado por toda una vida
Tengo un perro con espuelas y con la noche rabiosa
es negro
y tiene hormigas en la espalda
En mi habitación hay veintitrés flores petrificadas
un rayo clavado en el suelo
algunas calles desconocidas por donde
voy huyendo de la noche
Tengo por espejo un lago
una hielera de días de invierno
cuatro ranas muertas colgando de la vieja vitrina
Hay un desierto al este por donde sale el sol
por ratos camino a solas
recordando cosas y cosas
hasta que llega la hora de volver
y estoy solo
solo otra vez con un atado de nervios
y un silencio sepulcral
quizás hubiese preferido abandonarlo todo
ir a París puntual a los diecisiete años
casarme con la griega en Santander
dosificar mejor estos martes interminables
Pound estaría mejor acomodado en mi cajón
y yo ya no estaría buscando a nadie
por estas cuatro paredes del cuarto donde me desangro
hasta morir.


DIECISIETE
Un ataúd para Rosa Vrúbel
busco un ataúd rojo para sus escupitajos
una hora del día para construirle el camino
por donde irá exhumando muertes
Rosa náutica Rosa ascética Rosa agnóstica
toda rosa reluciente
María Rosa Vrúbel tuvo para sí
los fantasmas que llegaban por las tardes
y se tragaban la luz de sus ojos
Cogí una rosa del jardín
y la rosa me clavó sus espinas y me cortó las venas
habitó mi alcoba
mezcló su sangre con la mía
se amarró a mi cuerpo por siglos
La rosa se hizo un puñado de lumbre
e iluminó la vida mi vida
ésta vida que escogí para vivirla
tirada hacia las cosas que más amo
hacia la real irrealidad de siempre
allí donde estoy atado a tu piel
a tus entrañas
a tu Cracovia natal
Rosa Vrúbel tiene la edad de la media luna
el cuerpo de los quejidos que nadie soporta
tiene por sueño la podredumbre de los pasos
que se van para no volver
de las mariposas que vuelan y se parten en dos
en DOS largos gritos
Es dos de octubre y los árboles se parten en dos dos veces
en dos las rosas
en dos los caminos por donde regreso a casa
Rosa es la noche dos veces
Rosa las constelaciones dos veces
El recuerdo de Rosa crece en este rincón donde
está pintada con sus senos pequeños
sus violines sus murciélagos su migraña
su cárcel sus balas sus tatuajes sus traumas
y etc etc etc.


VEINTE

Lo único real son mis manos clavadas en la pared
y mi caballo ciego tropezando por la habitación
mi pequeño caballo muerto
por esta habitación sin puertas ni ventanas
ni luz ni espacio
sólo espaldas sólo siluetas
sólo la soledad clavada junto a mí
lo demás son puras palabras
allá afuera
es trece de octubre
y hay sol y hay muchos caballos vivos
y está BUKOWSKI amarilleándose hoja por hoja
y un pájaro expuesto al sol amarilleándose
y un árbol frente a la casa amarilleándose dos veces
Pablo toma un arma y va a morir al patio
María pinta sus senos de azul
y sale a la calle a comprar legumbres
allá afuera
los obreros están trabajando
las mujeres están vendiéndose en las esquinas
es Lima
y una vez más
sólo queda vestirse con un necio disfraz
para gritarle a todo el mundo que estás bien
que estarás bien por el resto de tu vida
pero ya nada importa
hace muchos años que ya nada importa
no importas tú
y no importo yo
Allá afuera Manuel tiene una patria
Efraín tiene un jardín con lirios rotos
y una mujer con un arco iris grabado en la espalda
Cecilia lava ropa por las mañanas y cuenta
las estrellas por las noches
tiene un hermano pequeño
dos meses de gestación
y un triángulo isósceles enrollado a su cintura
Aquí adentro
sólo estoy yo
sin patria
sin jardín
y sin estrellas en la noche
sólo con un candelabro encendido
y algunos cráneos tirados por el suelo
pero yo estoy aquí
y eso es lo que cuenta.

viernes, diciembre 08, 2006


CARNE DE MI CARNE, Johnny Barbieri, Ed. Noble Katerba. Lima, 2002; 50 pp.

Por: Enrique Cortez


Hacia lo nocturno

Versos sobre la huída, sobre el itinerario de un cuerpo que siente la noche, que se pierde en lo nocturno, pero no en su oscuridad, podríamos apuntar como inicio de este intento por hacer legibles los poemas del nuevo poemario de Johnny Barbieri.
No en su oscuridad, digo, porque las situaciones, los espacios, los objetos son visibles. La idea de nocturnidad, en cambio, presenta ribetes metafísicos. Esta noción de lo nocturno que lo devora todo, que se funde con la voz del sujeto del discurso en sus poemas, no corresponde al padecimiento del cuerpo, expresado de modo inmejorable por San Juan de la Cruz. Es una nocturnidad alucinada, paranoica, que a su paso deja nombres, cuerpos, afectos, gatos, para perderse sin destino, huyendo de sí gracias al presentimiento de conseguir un yo más duradero. Esa “mismidad” que se prevé, se promete como posibilidad en lo nocturno.
La presencia felina, noción que semánticamente está asociada a lo nocturno, también me permite colegir un ambiente gótico. La experiencia de lo gótico, asegurada por la configuración de los espacios, de los ritos, de los objetos, es siempre una búsqueda de sí. Y si bien es silenciosa, expresa la paradoja que supone hacer visible lo oscuro. Esta oscuridad que podría ser metafísica es también en el caso de lo gótico una teatralización, una puesta en escena. La distancia entre el sentimiento gótico y lo gótico como ejecución, como obra, es la distancia entre el querer y el ser. Sin embargo, pienso que de lo gótico, como estética, sólo nos quedan las formas.
Capítulo aparte, los poemas de Barbieri, tienen el mérito de articularse en una totalidad. En ese sentido, el uso de notas a pie de página es un acierto, pues dota a sus versos de una extraña verosimilitud: la del exegeta.
En el poemario, la existencia de este exegeta nos refiere la presencia de una entidad superior o externa al sujeto del discurso de los poemas. Una entidad que permite pensar en el gesto autoconciente de la escritura en su conjunto y que relaciona sus poemas con algunas operaciones de la estética posmodernista.
Finalmente, creo que Carne de mi carne tiene una propuesta trabajada también en el nivel de la musicalidad que merece atenderse.