sábado, febrero 09, 2008

ENTREVISTA CON JOHNNY BARBIERI

Por: Rodolfo Ybarra


Johnny Barbieri es quizás –salvo mejor parecer– uno de los poetas peruanos más interesantes de los años noventa, pese a ello su prolífica obra ha carecido de una publicidad suficiente (¿acaso hacen falta los agentes literarios?) como para ser considerado dentro de antologías necesarias o en recuentos literarios, sobre todo los auspiciados por organismos dependientes del Estado y de ciertas revistas y periódicos que manejan a su modo los semáforos culturales y la conducción de una literatura que puede llamarse sin temor a error: literatura oficial u oficiosa.Barbieri ha venido todos estos años construyendo silenciosamente un universo donde la palabra no sólo es el ladrillo sino también el habitante, algunas veces más naturalista, con propensión al expresionismo en sus inicios (recuerdo esos versos de “La Mesón...” encabalgados y hasta cierto punto exclamativos, cuya retórica cuasi arreolana alcanzaba por ratos –por cierto, sin signos exclamativos– los despliegues órficos de Cortázar y cómo no Borges, y de ciertos reyes paganos del surrealismo: Breton, Saupault, Artaud); y otras en el exilio solipsista y la búsqueda de un lenguaje propio, que a la vez le sea impropio, como lo fue con “El Libro Azul” (Barbieri niega su filiación con Verástegui y lo “desaprueba” como alter ego) y ahora último “Yo, es otro”, donde los poemas existentes de otros creadores se reconstruyen y redigitan en una versión que a la vez que es nueva nunca deja de ser la misma, una suerte de piedra filosofal literaria donde se transmutan los logos y la creatio y el poeta (Dédalus en nuestra versión occidental) pasa a ser una suerte de alquimista o de esentia hermética., mezcla los “productos” (poiesis) o formas de la materia existentes, como lo hace el Hermes trimegistro en la versión de “Los Tres Iniciados” (o versión orientalizada), en lo que se ha llamado “El Kybalión”: “como es arriba así es abajo”, “las verdaderas verdades en realidad son medias verdades”, etc.La presenta entrevista conforma el inicio de una zaga de interviews que se irán conformando en función de un libro donde hablen directamente los protagonistas de una generación plural y, hasta cierto punto, ninguneada como lo fue –y lo sigue siendo, a pesar nuestro y del universo lector- la “generación de los noventa”, salvo por ahí algunos ensayos y la presencia mediática de dos o tres miembros con méritos propios.


1.-Tu poética, por lo menos la inicial, en lo que respecta a “Branda y la Mesón de Los Pandos” tiene una influencia “directa” de Arreola, Cortázar, Paz, Jarry, entre otros. ¿Cómo y con qué autores te reconoces como escritor?


JB. Influencia directa no lo creo. En “Branda y la Mesón de los Pandos” procuré, a la vez que romper con el lenguaje coloquial cargado de ideología que la generación anterior traía consigo, concretar un lenguaje propio basado en el hedonismo de la imagen, lo cual, creo, logré de alguna forma. Por entonces leía a Moro, Cortázar, al García Márquez de “El otoño del patriarca”, a Martín Adán, a Rimbaud, Paz, Eliot, Ginsberg, el Lorca de “Poeta en Nueva York”, entre otros, pero, sobre todo, con mis amigos de Noble Katerba compartimos experiencias diversas, oímos música trova, jazz, las canciones de Sui Generis (que nos las traía Manuel Cadenas), veíamos cine (Buñuel, Fellini, entre los preferidos) y compartimos harta bohemia. Algo o mucho de ello hay en el libro.


2.-En el caso de “El Libro Azul”, ¿cuáles y cómo son tus acercamientos al Verástegui de “Ética”?


JB. Ninguna. El primer libro que leí de Enrique fue “El motor del deseo” cuando estaba en la universidad. Ahí me hacen una fama a partir de la foto de la contraportada. De la comparación física pasan a una comparación de nuestros textos, que nunca existió. Inclusive leí algo que escribe Ildefonso sobre una supuesta total admiración mía a Enrique o algo así, me hizo reír mucho. Recién hace un par de años he leído “Monte de Goce”. En “El libro azul” me intereso por un trabajo con la poesía concreto visual a partir del estructuralismo, la poesía concreta brasileña (Augusto de Campos, Haroldo de Campos, Décio Pignatari), incluso la poesía semiótica. Pero como te habrás dado cuenta, sólo llego a una libertad dentro del plano textual y no fuera de ella (es mi deuda con dicha poesía que muy pronto la pienso saldar), aunque la intención final del poemario fue de transgresión, de abrir puertas; de allí que el libro se convierte en el inicio de mis otros libros.


3.- ¿Consideras que en Noble Katerba eres –digamos- la voz más empinada? ¿Qué opinión te merecen tus compañeros de ruta: Roxana Crisólogo, Leoncio Luque, Málaga, etc.?


JB. Bueno, eso no me corresponde decirlo a mí. Lo que sí creo es que en Noble Katerba, a diferencia de otros grupos, no hubo un jefe, todos de alguna u otra forma pusimos lo necesario para que el grupo saliera adelante. Claro, algunos nos hicimos más conocidos que otros, el caso de Roxana y yo, el porqué de ello no pretendo saberlo. Otros tuvieron menos suerte aunque personalmente creo que hacen muy buena poesía, me refiero a Manuel Cadenas, Alan Morales, Iván Segura. Los demás están andando a paso lento pero seguro; el caso de Leoncio (con tres libros publicados), Gonzalo (que ha incursionado muy bien en la narrativa), Raquel y Armando (en España ganando premios), Pedro (también en su trabajo de promotor), Rodrigo (en Argentina), etc.


4.- ¿En la actualidad existe realmente Noble Katerba o es un grupo “feliz” cuyo fin supremo es leerse los textos unos a otros, como ha ocurrido con otros grupos noventeros? ¿Por qué tendríamos que considerar a NK como un grupo importante dentro del proceso histórico literario en Perú?


JB. Noble Katerba como grupo ha ido quemando etapas. La primera llegó hasta finales del 94. Fue de pura efervescencia, bohemia al máximo y, sobre todo, la etapa en que participamos activamente todos sus integrantes (llegamos a ser 16 poetas). Luego hubo un receso muy singular. Yo me fui a estudiar a San Marcos, Leoncio se casó, Alan y Manuel se adentraron de lleno al periodismo, Iván fue a la Ricardo Palma a estudiar traducción, Roxana conocería a su futuro esposo con quien se iría más tarde a Finlandia, Rodrigo se fue a La Plata, Raquel y Armando a España. Cuando nos volvimos a reunir fue para publicar tres libros el año 96 bajo el sello de Noble Katerba Editores y desde entonces no hemos parado. Aunque ahora ya no estamos todos. Como grupo NK fue importante porque rompió no sólo con el lenguaje y los gestos retóricos de la generación anterior, sino también con la acepción de arte que promulgaban. Hicimos una poesía totalmente desprendida de un acento ideológico, rechazamos las poses, los clisés, los estereotipos, nos negamos a firmar manifiestos, promulgamos un culto a la libertad estética. De allí la importancia del grupo.


5.- ¿Crees que los años noventa fueron fructíferos para la poesía peruana?


JB. Por lo dicho anteriormente creo que sí. La poesía por casi más de dos décadas se había encajonado a un espíritu producto del mito de la lucha de clases, lo cual nuestra generación rompió. Crecimos bajo el mito de la libertad total sin restricciones. Nuestro espíritu de época nos condujo, dentro del soporte verbal, a escribir de la forma que más deseábamos hacerlo. Sin esa libertad, me parece, era imposible algo verdaderamente auténtico.


6.- ¿A quiénes considerarías en una antología que tenga que incluir a cinco nombres de los noventa?


JB. Dejando de lado a mis amigos de NK, he visto un trabajo interesante de ruptura y afirmación de esa libertad que te hablaba, en tus amigos Gonzalo Portals y Rafael Espinoza, también es bueno el trabajo de Lorenzo Helguero y Xavier Echarri (de quien sólo he leído un libro). Y considerando a una mujer pondría a Montserrat Álvarez por su “Zona Dark”.


7.-¿Cómo ves el panorama literario en el Perú; difusión, edición, facilidades para expresar una poética honesta, etc.?


JB. Para un poeta joven es realmente difícil el trabajo de edición si no cuentas con los recursos económicos necesarios y es doblemente difícil la difusión si previamente nos has fijado bien el engranaje de relaciones que es necesario tener. Muchas veces las puertas se cierran por falta de buenas amistades. He visto amigos tocar puertas miles de veces para lograr, luego de tanta insistencia, una notita insulsa. Al menos en ese aspecto yo no soy de tocar puertas ni mucho menos de insistir. Tengo la certeza de que al final lo bueno se impone. Aunque debido a la mezquindad, muchas veces esto tarda mucho.


8.- Estoy enterado de tu incursión en el campo narrativo, que es además una herramienta en tu poética. ¿Esto es un reflejo de un hastío del verso, una exploración animosa de tu escritura, una evolución, otro paso más, etc.? Explícanos, por favor.


JB. Paralelo a la poesía siempre me ha encantado leer narrativa. Aunque en poesía me he sentido más flexible, más cómodo, la narrativa lo había realizado sin ningún criterio sistemático, tanto es así que nunca llegaba a terminar ningún texto. Ahora ya lo hago, y es dos veces más placentero lograr un buen trabajo, ya que uno, moviéndose en un campo que –al parecer– no es el tuyo, es más propenso a resbalar y caer, de ahí que se disfruta más. Yo lo tomo como tal, porque la literatura, para todo escritor, debe provocar, antes que todo, placer al producirlo.


9.- Es fácil, perdona la expresión y el exabrupto, ser poeta con un sueldo de profesor en el Perú. ¿Hay una convivencia armónica en estas dos actividades? Creo saber la respuesta. Me gustaría tu opinión sincera.


JB. Claro que no. Lo poco que gano como profesor es para mantener a mi familia. Yo hago un esfuerzo extraordinario para poder publicar mis libros. Me ayuda ser muy sistemático en esto. Pero aclarando un poco las cosas te diré que el hecho de ser un poeta va más allá de cualquier relación de compatibilidad con el ingreso económico, la posición social, el ser feliz, el vivir en la miseria, el publicar libros, el quedar inédito, etc. Se es poeta y eso es todo.


10.- En tu último libro “Yo es Otro” encuentro un trabajo extrapoético, un rehacer o “rearmar” el texto poético, ¿esto es una evolución o un artificio ante la creatividad supina?


JB. Creo que el mayor logro de un auténtico creador es abrir puertas para que el quehacer poético encuentre nuevos caminos por donde andar y así sentir que la poesía está más viva que nunca. En mi libro “Yo es otro” planteo la reconversión del objeto, revivir textos que yacen muertos, esto desde una acepción de que el objetivo final del poema es producir placer al leerlo, es provocar catarsis en el lector. El texto poético tal cual un organismo vivo envejece y muere. Cuantas veces leemos textos que no nos provoca ni una pizca de placer al leerlos. Yo planteo la reconversión del poema, inyectarle vida a través de una nueva sensibilidad, de una nueva cosmovisión de moral y de arte. El producto como experiencia creativa es un objeto nuevo radiante en vitalidad y contemporaneidad. De esta forma se ha producido una nueva dicotomía, la del objeto único y el sujeto múltiple; logrando, con esto, la desacralización del poeta que a lo largo de los años se ha ufanado en sentirse un pequeño Dios, ahora es pasible a ser retomado, reconvertido, superado. El poema trasciende en la medida al proceso de reconversión que ha tenido. El siglo XXI nos exige ser nuevos hombres, encontrar nuevas formas de poetizar. La reconversión del objeto es sólo una puerta abierta, una nueva senda trazada en aquella búsqueda (en libertad) –iniciada con los poetas vanguardistas– de lo que Paz llamó el nuevo lenguaje, la verdadera forma de encontrar nuestro propio quehacer poético.


11.-De todos tus libros editados, ¿cuál te parece el más representativo? No nos fijemos en la opinión de los críticos o sucedáneos, me interesa tu versión.


JB. Creo que es El libro Azul, porque es el poemario que transgrede límites. Intento abrir puertas. Más allá de ser un poemario trabajado con intención estructural, da origen a mis demás poemarios. Está allí el inicio del poemario Jugando a ser Dios que a través de cierta ubicuidad poética rememora al hombre y al mundo en general, anuncio el trabajo dual mente-cuerpo basado en la simbología sexual derivada de algunos textos taoístas que es mi Libro Hindú y, sobre todo, doy inicio a mi poemario Yo es otro con la publicación de un poema reconverso titulado El cuerpo y el alma basado en un poema de Vicente Aleixandre y un poema que escribí para mi poemario MAKA.


12.- ¿Cuál es tu concepto sobre los premios literarios? Tu nombre se ha hecho habitué en algunos certámenes. ¿Se puede decir que hay honestidad o podemos plantear la duda?


JB. Mi desavenencia a participar en los premios literarios lo enterré a finales de los noventa cuando la necesidad de mantener a una familia fue más fuerte que cualquier exquisitez de artista. Hoy creo que ayudan mucho. No sólo en el aspecto económico, sino porque es una de las formas más adecuadas de hacerte un poco más conocido. Para decirlo de otro modo los premios son una especie de atajos en ese camino arduo que es llegar a la trascendencia. En el Perú el Copé y el Horacio (por citar los dos premios más importantes del medio) nos dan la convicción, debido a su convocatoria y tradición, de estar ante los premios con mayor credibilidad en el país. De los otros no puedo decir nada, lo único hay que confiar, quizás algún día nos llamen comunicándonos que hemos sido los ganadores.


13.- En cuanto a tu labor editorial: ¿Cuáles son las mayores dificultades que se tienen que enfrentar para sacar un libro? ¿No te parece –no sé cuál es la mecánica de Casa Barbieri– que el hecho que uno mismo tenga que pagar su edición resta credibilidad a una editorial?


JB. La mayor dificultad sigue siendo el aspecto económico. Si puedes montar una empresa editorial grande te puedes dar el lujo de publicar los títulos que quieras y hacer conocido al autor más intrascendente. Pero nuestra realidad es distinta. La primera experiencia que tuve frente a una empresa editorial fue cuando dirigí Ediciones Noble Katerba. Realmente fue un trabajo de hormiga publicar cada uno de nuestros títulos. Nosotros hacíamos el diagramado, el compaginado, el colado, el empastado, etc., de esa forma reducíamos casi a un 60% el costo de la publicación que era financiado por nosotros mismos. En la actualidad con Casa Barbieri Editores el trabajo es menos pesado, ya que hay experiencia de por medio y el trabajo duro lo hacen otros. Pero aún no nos podemos dar el lujo de publicar asumiendo en su totalidad los costos de la impresión; sigue siendo necesario que el autor cubra una buena parte de los costos de la edición.


14.- ¿Qué opinas sobre las nuevas poéticas y lo que se ha llamado “la generación del 2000”?


JB. Pienso que existe una ausencia teórica sobre la periodificación de las generaciones. No hay planteamientos sistemáticos en cuanto a rasgos estéticos, sentimientos, creencias, fe, gustos, deseos, incluso soporte psicológico –como plantea Francois Mentré–. Es necesario determinar límites, porque es absurdo en el 2007 seguir aceptando en el Perú, un sucederse en fila india cada diez años de una nueva generación. Esto es un trabajo que los críticos, sobre todo aquellos que se ufanan en considerarse los abanderados del canon literario en nuestro país, han dejado pasar. La nueva hornada de poetas que conocí a partir de la muestra de poesía joven que publicó Claroscuro en el 2006 con prólogo de Pablo Guevara me sorprendió, sobre todo las voces femeninas. Hay un par de ellas que me parecen muybuenas.


Publicado por RODOLFO YBARRA en 21:15
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