miércoles, agosto 02, 2006


Antología mínima de Branda y La Mesón de los Pandos (1993) de Johnny Barbieri

1

Aquel día nos dejaron el cuco en la “Fillis Trous”
teníamos aún los pañales atados y la mala fama
de hacernos el uno sobre la acera.
Yo no temía a Branda – es cierto – pero de todos
modos tenía que doblarme y morderme los sueños
y persignarme tantas veces como todo buen cristiano
para que el cuco no venga y no me tire de las patas
y no tenga que faltar al club para perderme los recreos
y para decirle “no” a la enana pecosa cuando me llame
y para decirle “no” a los deseos de mudarme sobre el
cuaderno y salir corriendo cuando algún tonto llame
a la puerta.
Yo no debí haber jugado de esta forma como todos
pero tuve que hacerlo, pero tuve que hacerlo porque
Branda tomó mis manos y abrió surcos inmensos,
dibujó cascadas, mariposas verdes y juegos de gatos
en la 403-A de Manhattan.
Nosotros no quisimos otra cosa sino tentar las
cunas pero aquel día Branda mató las partes y todo fue
imágenes roídas, palabras que se perdieron bajo la lluvia,
diabladas “de mil diablos”, sensaciones “de mil diablos”
y una mirada de pájaro frente al espejo.
Todos lloramos aquel día como buenos hermanos
y prometimos seguir con lo nuestro hasta que nos coman
las pulgas.
Pero los días pasaron y olvidamos todo, el club,
la gabardina, las tentaciones de René, y el poquito
de café en tacitas de porcelana.
Pero los días pasaron y no olvidamos nada, ni el club,
ni la gabardina, ni las tentaciones de René, ni el poquito
de café en tacitas de porcelana.
Yo no quise creerlo pero sólo quedaba un lugar vacío
sobre la acera, una banca de más para aplastar las nalgas
y aferrarse a las cavilaciones.
Yo no quise creerlo pero sólo quedaba las viejas
barajas, el vino tinto y el musitar a solas detrás de una
nube de plata de siete colores flotando en medio de
un charco pequeño.
Y decidimos olvidarla, olvidar las rondas,
las mañanas de pájaro y las horas de sabueso
bajo la mesa.
Pero nada se pudo porque Branda fue Azorka
y Azorka fue un perro viejo que murió en un lugar
de San Petersburgo.
Pero nada se pudo porque Branda fue Branda
a pesar de todo y ahora –para reírse de nosotros- venía
a jalarnos las patas y a prenderse de la “Fillis Trous”
de una forma que no pudimos entender.
Yo sólo pude cerrar los ojos, morderme los sueños
y persignarme tantas veces como jamás lo había hecho.
Aquel día nos dejaron a Branda vestida de blanco
y desde entonces hay lugar para huir, para rezar,
para hacerse el uno sobre la acera y salir temprano
por las calles de Lima a mascullar palabrotas
sin que nadie diga nada.


2

No éramos buenos hermanos como creían algunos
pero éramos lo suficientemente imprescindibles como para
volar la luna y salir a media noche sin que el “Milano”
ría dos veces y sin que Branda llame a la puerta y
tengamos que correr y hacer santos con las manos y gritar
y jalarnos los pelos y escribir un poema y llorar, y llorar
para que todo el mundo venga y nos hable al oído y
nos diga cosas de pájaros parajararnos corocojido jido
corocojido jando.
A Branda le gustaba tener diecisiete años, romper
los modales y sentarse al filo del diván a comerse las uñas.
Conmigo aprendió a decirle no a las cosas consumadas
Conmigo aprendió a mudar palabras y callar porque
alguien se ahorcaba bajo el puente.
Conmigo aprendió a inventar lunillas, avioncitos de
papel y señales de tráfico para andar en un pie por en medio
de las calles.
Conmigo aprendió los malos hábitos, las falsas manías,
las apariencias de gato y las mutaciones a la hora de las
malas horas.
Y la noche.
Y la noche sobre una noche.
Y la noche vacía sobre una noche.
Y la noche vacía sobre una noche vacía.
Y la noche vacía sobre una noche vacía y sin palabras.
Todo eso era Branda
Todo eso y un trozo de gemido subiéndose
lentamente a mi cuerpo por el lado derecho y a todos
los cuerpos por el lado izquierdo.
Y así la recordamos.
Y así la recuerdo.
Una imagen de cera frente al espejo cerrando las
calmas abriendo las mareas abriendo las calmas
cerrando las mareas tomando el sol con las manos
botando el sol con las manos hablando de todos
hablando de nadie callando de todos callando
de nadie.
A Branda la conocí en París y la perdí
“En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero
acordarme”.


3
A pesar de todo nos quedaba las ganas de
hacernos viejos, de fumar un cigarrillo, de llamarle
a los grandes por sus nombres.
Pero nada se pudo, nada sino callar,
vestirse de Branda y andarse a la paliandra
a balbucear garabatos como en un día cualquiera
Por cólera nos pusimos verdes, dejamos el paso
re-doblado, la danza juguetona, la casa, el callejón;
nos hicimos viejos de tal forma que para joderlos
1- inventamos el juego de la “Fillis Trous”
Primero: Se elige un día cualquiera de la semana
( de preferencia sábado o domingo )
Segundo : Se busca ( a través de la ronda ) un novio plus,
una novia plus y un ángel de la guarda.
Tercero : Se celebra la ceremonia a expensas de
todos; hay tragos, cigarrillos finos,
muchachas alegres y la nueva trova.
Cuarto : Por espacio de un día ( 24 horas ) la pareja
da posibilidad a la “Fillis Trous”
Nota : La “Fillis Trous” ( nombre del club ) es un juego
para mayores donde a pesar de las increpaciones
y los buenos modales Tout est possible.
2- hicimos el amor con una vieja del barrio
Lunes. Un champagne de media noche
sobre una mesilla de cedro.
Martes. Tarareando “Love me do”
Miércoles. Wall street. Cero calorías
Jueves. Blá, blá, blá
Viernes. Un bostezo
Sábado. Aprendiendo a mirar por el ojo
de una aguja
Domingo. “No puedo imaginar que alguien
haya amado, verdaderamente, esas
piedras heladas”.
Carlos Fuentes

3- escribimos un poema :
“Ave-Luya
mujer de mis ojeras
te veo venir y ya te has ido
blanca, negra, púrpura
así como tú sabes ser
así de nube así de fiera
Ave-Luya
mujer sin luna, sin cuerpo y
sin palabras bonitas
te hiciste mía para burlarte de mí
y hablar a media voz con todo el mundo
que sólo fui remiendo
que sólo fui la baranda utilizada
a última hora
que sólo fui garabatos por dibujar
que sólo fui andrajos y ademanes
que sólo fui un vals de antaño que
nunca acabó
Nada más
Ave-Luya
mujer de mi padre, de mi madre y
de mi hermano pequeño
nos dejaron solos para contarnos cuentos
de brujas
Nada más
nos dejaron solos para jugar al póker
y hacer el amor sobre los naipes
Ave-Luya
mujer de mi zapato derecho
te veo venir y ya te has ido”

A pesar de todo nos quedaba las ganas de
hacernos viejos, de fumar un cigarrillo, de llamarle
a los grandes por sus nombres.
de fumar un cigarrillo, de llamarle
a los grandes por sus nombres.
de fumar un cigarrillo, de llamarle
a los grandes por sus nombres.


CUATRO

Después
despertar de pronto y ver que nada sigue
con su botella de vino
sólo el venablo la palabra rota
y el cuerpo de lodo
ARQUEÁNDOSE
DORÁNDOSE
PUDRIÉNDOSE
LADO A LADO
M
U
J
E
R
La señal que inventamos para comunicarnos
con los dioses ha sido violada por los gatos
Ya balbucea el día
y el trasero de palo se prepara nuevamente
a parir pájaros de colores.

SIETE

Largos años
que también cayeron
por el agujero de mi zapato derecho
de Lima a París
como cae todo mundo
de abajo para abajo
Así cayó también mi perro Sultán
mi hermana Beatriz y todos mis papeles
de buen pobre
Soñador de sirenas
hijo del hijo blanquísimo
de la hija con pecas
de aquella hija de los reyes sagrados
de los reyes de la baraja mayor
Poesía sin fecha
sin cascabel
sin pluma en la cabeza
como así te soñé
ROSA
ROSA MARÍA ROSA AMARILLA
como así te soñaron los indios
los pieles rojas
del hotel Lucciola
Poesía de otro cuerpo
de otra mano
de otra acera donde ninguno sabe andar
sino nadar
correr
volar
saltar
hacer caballitos con los dedos
jugar al sexo hasta el hartazgo
hasta el hartazgo
quién lo hubiera dicho
esta es mi casa
y esta es mi alcoba encantada
mi soledad de nueve cuernos
como tú lo habías imaginado
mi soledad soledad, mujer
mi soledad parado en medio de todo el mundo
en Madrid
en Roma
en Luxemburgo
Largos años
que también cayeron
por el agujero de mi camisa rayada
y tú lo sabías
poeta Fernando
y tú lo sabías porque también fuiste parte
de mi cerveza dorada
adorada
tú lo sabías mejor que nadie
hijo de Jacobo
hija de Jacobo
cómo olvidar tu pelo encrespado
tu sonrisa maliciosa
y tus arrebatos de dama de burdel
Mujer de Babilonia
Mujer de Babilonia mía
no temas
no voy a escribir aquí de nuestras cosas
ni de tu talle
ni de tu blusa
ni de tu grito en la ladera de paja
no más
no más
no más
- Así habló el español encogiéndose de hombros
pero élla no estaba allí
no estaba allí
tampoco estaba en ningún lado
su recuerdo la vestía
con traje de luces parada en medio
de una calle lejana leyendo
un poema de D'annunzio
“Una luce vermiglia
risplende nella pia
notte e si spande via
per miglia e miglia e miglia...”
era niña
risueña
graciosa
cándida
absurda
loca
loca
loca
No la podía imaginar de otra manera.

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