miércoles, agosto 23, 2006
Antología mínima de MAKA (1999) de Johnny Barbieri
LOS PERROS DE HOPKINS
Hubo un perro que creció por la derecha
alto y libre entre muchos otros
marginal cuando lo matices
no armonizaban sus dolores
aquellos dolores enormes e interminables
que se pegaban a las paredes
a esas paredes sucias de Lima en otoño
donde también nosotros crecimos de cara
a los vanos recuerdos
un perro baldío y un corazón dispuesto
a llenarse de tatuajes el alma
un perro en el umbral
un perro en la confitería
un perro equivocadamente perro como muchos
porque le dio asco ser una jauría y ladrar como todos
para no morir con una bala en la panza
lo conozco
nació conmigo embebido de falsas manías
académico y creyente
lo recuerdo porque dimos juntos los primeros pasos
caminamos los mismos caminos vertiendo
lágrimas diferentes
Hubo un hombre que era un perro persiguiendo
gatos pintados en las aceras
tomó un arma y derribó algunos pájaros
se hizo perro miliciano
asmático y suicida
fue héroe de su propia piedad
de sus propios espectros
lo conozco como me conozco yo
porque lo soñé temblando en un rincón del cuarto
porque lo escuché en el silencio de un blues
siglos y siglos
yo estuve entre cuatro paredes solo y desnudo
delgado hasta los huesos
arrancándome las penas para no morir más
arrancándome lo que soy
arrancándome lo que he sido cien veces
a espaldas de todo el mundo
Esta es mi vida y este es mi revés
soy yo y eres tú querido perro maldito
pero hoy
yo me adhiero a tus penas y a tus sueños.
X. 180 MIL HISTORIAS PARA LA VIDA DE UN MUCHACHO QUE LLEGÓ A SER UN VENDEDOR DE LIBROS
Con los años se llenó de verdes escamas la piel y los sueños
hijo de un viejo retrato olvidado en el estante
hacedor de caminos con caminantes inmóviles
de caminantes con caminos que se paran y se van andando
sin volver para atrás
inmenso como su río de orín que humedecía las paredes vecinas
después de llegar cada domingo con los billetes del secreto
de atravesar las puertas más impenetrables
Héroe en deshojar los libros de ficción para pegarlos
En las ventanas de los burdeles
de los pecados que advertían una mente absurda y psicótica
con su bigote respingado y sus botas de cuero negro
que de vez en vez lustraba
hacedor de la luz envuelto en trapos viejos y herméticos
viento silencioso y largo
rostro perdido robado pintado de memoria
nació con la corbata ajustada al cuello
con los caballos ciegos corriendo sin rumbo
con la luna hecho pedazos
se enamoró de un leopardo de plata
de un puente colgante al que atravesaba por las tardes
se enamoró de una lumbre en la ventana
de una espalda blanca esculpida sobre la roca
mojada por la lluvia
lo hallé en el camino
habiendo superado todos los caminos habituales
intentaba alcanzar una fina raya en la tierra
una luz para iluminar el recorrido largo de sus venas
una verde manía de intentarlo todo
hasta la locura de ir hacia el norte para crear el sur
para crear un gran camino que conduzca
a una vejez bella y memorable
una vejez de 1990
con un libro bajo el brazo
veinte metros de silencio
y 180 mil historias que recordar.
LA SEMANA DE LOS 7 INVIERNOS
Y yo la he visto alzarse como un hongo
sobre esta realidad indescriptible
con sus extremos viciosos
y su luna europea en el camino de siempre
bajo esas posibilidades de elaborar las cosas – dos veces
con la exactitud acostumbrada
Yo la he visto atenazada al cadáver de un perro pequeño
estremecerse por las noches con el filo del asfalto
con la mortaja de los cuerpos muertos
de amigos y hermanos
La semana de 7 paredes y un corredor interminable
7
7 cifras
espacios y 7
para trayectorias
7 para andar
conciencias por estos 7 caminos
7 inviernos silenciosos
Yo la he visto hablar con la lógica de una niña de doce años
llorar a mares por aquellos recuerdos
de una época que jamás olvidó
partir el pan por la mitad
tomar el vino con la imperiosidad de siempre
con los ojos cerrados al pie de una Lima infernal
con el invierno sobre los hombros
eludiendo las miradas
pero yo la he visto en el lago con la noche final
y las sábanas sucias en el hotel
oculta bajo las sombras
con una guitarra vieja intentando un jazz
con sus cabellos sueltos y un puñal en la mano
gritando un nombre con odio
y luego un nombre con amor
la he visto en un libro francés
en un poema de Baudelaire
en una calle de la Habana cantando entre dientes
una canción de nueva trova
delirando en alta voz
la he visto como una estatua
descalza
raquítica
sucia
fantasmal
oyendo su nombre en todos los rincones
leyendo las palmas de las manos
pintando de esmalte rojo su seno izquierdo
como a sus uñas
bebiendo hasta la D
hablando de política en la mesa
Yo la he visto en una gran torre
intentando el suicidio ansiado
cambiando de traje para ir a los circos
ocupando la butaca más lejana
la he visto jugar en el mar
y hacer castillos de civilizaciones antiguas
escoger sus recuerdos sus sueños
sus verdades sus temores
saludar a los vecinos con indiferencia
fumar un cigarro
hablar por teléfono horas y horas
dormir hasta pasado el medio día
Sabía su número y la echó a los perros
sabía su nombre su cuerpo
su color su mañana
tuvo 6 hijos
un esposo y muchos fracasos
ella es mi MADRE
y aún su oficio consiste
en crear el amor las palabras
y los momentos bellamente inolvidables.
domingo, agosto 13, 2006
JOHNNY BARBIERI Y UNA POÉTICA DE LA UBICUIDAD*
Por: Antonio Sarmiento
Cuando en 1993 se publicó Branda y La Mesón de los Pandos de Johnny Barbieri, gran parte de la crítica no reparó en las excelencias de este poemario que prácticamente pasó desapercibido y que, desde entonces, se mantuvo en una posición bastante insular. Pero a nuestro juicio, este libro, es uno de los emblemáticos de la poesía de los noventa, el cual, junto con otro paradigmático como Boletos de Lorenzo Elguero (también publicado en la misma fecha) cristaliza una de las tendencias surgidas en la década pasada: la metavanguardista, que asume la aventura interior de esos años. Dentro de un amplio registro expresivo, Barbieri acuña una técnica de tipo simultaneísta (se convocan diversos tiempos, ciudades, personajes) desarrollándose dentro de una línea experimental y muy lírica a la vez, en donde se guarece una mujer-signo: Branda. Este poemario consigue transmitir una atmósfera surreal, altamente sugerente y cosmopolita, que contiene ciertas reminiscencias con la Casa de cartón de Martín Adán y Nadja de André Breton. El libro azul, editado en 1996, representó una aventura y un desafío mayor para la escritura de Barbieri y para la poesía joven del noventa. Dentro de una sólida estructura abigarrada de referencias cognitivas e intertextuales –que evocan una experiencia desintegradora- los espacios de la escritura aparecen rotos, comprimidos y desechos. Pero en medio de este caos verbal, asumido como uno de sus principales riesgos y limitaciones, siempre hay un hilo conductor reflejado simbólicamente mediante la utilización de toda una comunidad de signos, formas e imágenes que se incrustan en el texto. Hay en todo ello una clara intención liberadora de ir más allá de ese laberinto o de las fronteras que suponen los hitos del lenguaje. Existe aquí toda una experiencia reordenadora de aquellas imágenes fragmentadas para así acceder a la deseada espiritualidad, a ese baño lustral y cósmico (intención observable desde el dibujo de la portada). Maka (1999) retoma la línea inaugurada por “Branda” aún cuando no consigue mantener el desgarrado ritmo a borbotones de ese libro inicial. Sin embargo, la vitalidad y el discurso progresivo y ascendente, que caracterizan los periodos extensos de su poesía, le permitirán esta vez expresar un acento más límpido que luego cristalizará en un espléndido conjunto de poemas, titulado Jugando a ser Dios (2000) en donde la madurez conceptual se da de manera libérrima y desplegada en el tiempo para evocar un mundo representado, sólido y sugerente, que le permitirán adentrarse en ese ámbito iluminado y profético de la palabra poética, en el mismo verbo adánico, en el propio fiat lux creador que nos traslada hacia horizontes mágicos y ficcionales. La frase creacionista de Vicente Huidobro: “El poeta es un pequeño Dios” puede asociarse a la imagen que da título a la obra; pero mientras el notable vate chileno esgrimía una poética casi ultra estética, Barbieri confiere a su poesía una actitud mucho más vital, de sangrante humanidad. De allí que vida y poesía están indisolublemente ligadas hacia la búsqueda de la esencia y del origen que, finalmente, se han de resolver en una especie de evangelio personal en donde el grueso de imágenes y el ludismo verbal trasegan y sudan humanidad. A pesar de que los poemarios de Johnny Barbieri han tenido poca fortuna de difusión, producto de la displicencia de ciertos críticos locales, más atentos a conveniencias y favoritismos; sin embargo, este vate siempre ocupó un lugar destacado y demuestra con talento el alto nivel alcanzado por la poesía de los años noventa.
*Publicado en la revista Olandina Nº 13, julio/octubre de 2001
viernes, agosto 11, 2006
Antología mínima de El Libro Azul (1996) de Johnny Barbieri
TIEMPOS DE KARMA
1
Volver a la boca de los peces primitivos
a este lado ordinario de la acera de alguna calle
de Lima
llegar a la cola de los herejes para arrancarlos
de todas las plantaciones
de los espacios inextinguibles en medio de los hornos donde
se diluye el oro fabuloso de los sueños
el oro en tu cabellera repugnante y falsa cuando eres
la idea superpuesta en un cuerpo perfecto
Tiempos de Karma
desde los dedales azules como el mar
sobre la supremacía de los árboles dispersados por toda
la tierra
Tiempos de los gemidos cuando se hace el sexo fuera
del cuarto acostumbrado
de la hora que por temor
acostumbramos dejar del lado más salvaje
del lado de la herradura que promete una vida
sin malos augurios
una carcelera absurda para las horas no vividas
para el número impar
que se clava en tu pecho
y revienta
2
Volver a la vida vegetal extraordinaria
a ese lado neurótico que aprisiona y nada
puede anunciar
desde los lugares imaginados donde
hemos dejado correr aquel extraño
que devora la casa y sus rincones viejos
caer a ese cuerpo adicto cuando
la esperanza
nos sube por la pierna derecha
y nos ilumina los viejos lados del camino
las corolas que ya no existen
el cuerpo elegido para el sacrificio
de los viernes
y la verdad nos ciega
la realidad nos envuelve por el aire
a un estado irracional e inadmisible
3
Volver al ciego que nos mira por el ojo de la cerradura
a la hoja del cuaderno caída en el otoño pasado
a esa rama artificial como una espalda
que recibe los azotes
a la puerta que se abre en el muro occidental
en el vientre de las libertades
con los sueños que te llenan el cuerpo
a ese país de la forma más salvaje como
los coribantes imaginados
azul como las revoluciones
como las virtudes cuando no hay fórmulas
y eres todo lo que eres
al país de la figura paralelepípeda
cuando no soy
lo que dichosamente ansiaba
al Perú con sus lados ambiguos
con sus gestos de siglos
su amor
su muerte prematura
su hijo que calla y calla
4
Como un tigre crucificado
volver al punto de la intercepción en el ovario
a los instantes precisos en que los cuerpos
salen volando en todas direcciones
en todas las formas de concebir las distancias
nunca alcanzadas
hasta el ozono canceroso sobre capas de fango
sin agujeros donde se clave
el puñal salvaje
a ese grupo de paz con patitas de amianto
con deseos colosales
y pelo rojo / largo y sucio
mediterráneo y sucio
patriota y sucio por todos sus lados
Volver al Castillo de Grisú de Moro
con las barcas que engendraron
los conquistadores
a esos juegos de salón donde se ha ganado
la felicidad más eterna
nunca imaginada
5
Volver por último a los lugares fantasmas
a la Colmena de abejas
que hicieron de nuestros cuerpos
señales para destinos imprevisibles
ese objeto de nuestra idea
poco comprendida
como una ostra pintada en colores claros
para llevarlo a clases
y hacer con ella millones de individuos abrazándose
en mi habitación
Volver al lado vulgar de mi ser
desde esa tinta indeleble de los años
silenciosamente vividos
de los juegos que aprendimos en mayo
de la forma como empezamos a amar
a ver las cosas tan diferente a todos
a los poemas que intentamos escribir
a dos manos
a los rincones crepitantes
a la soledad perpetua.
36
aquel caballo hipocondríaco de siempre
el menos conocido y el menos amado
posee dos patas traseras / persecutivas
viene de una pieza primitiva e insignificante
está ebrio como los grandes ebrios
Verlaine Hopkins Baco y yo
mojado de pies a cabeza
ha empobrecido a un grado cero
límite entre el ser y la nada
sus movimientos son lentos
y repetidos
el espacio que habita es tan pequeño
que no se alcanza a sí mismo
está a la deriva
sus ancas son de una realidad asombrosa
sus extremos largos y oscuros
se aterciopelan
con la luz amarilla
es malo
la soledad intensa de sus ojos son malos
el silencio de la soledad de sus ojos
se pierde en la habitación
el delirio se aproxima repentinamente
a los lugares vacíos
la noche relincha
la persecución no tiene límites
es la forma de acercarse y entregarse
mansamente a la locura como un caballo
tiene los nervios desajustados
la fuerza alucinante de las mareas bravas
es abominable
a veces tierno y salvaje
su belleza es de un licor amargo pero necesario
se droga
regla y defeca
pero lo amo y eso es todo.
TIEMPOS DE KARMA
1
Volver a la boca de los peces primitivos
a este lado ordinario de la acera de alguna calle
de Lima
llegar a la cola de los herejes para arrancarlos
de todas las plantaciones
de los espacios inextinguibles en medio de los hornos donde
se diluye el oro fabuloso de los sueños
el oro en tu cabellera repugnante y falsa cuando eres
la idea superpuesta en un cuerpo perfecto
Tiempos de Karma
desde los dedales azules como el mar
sobre la supremacía de los árboles dispersados por toda
la tierra
Tiempos de los gemidos cuando se hace el sexo fuera
del cuarto acostumbrado
de la hora que por temor
acostumbramos dejar del lado más salvaje
del lado de la herradura que promete una vida
sin malos augurios
una carcelera absurda para las horas no vividas
para el número impar
que se clava en tu pecho
y revienta
2
Volver a la vida vegetal extraordinaria
a ese lado neurótico que aprisiona y nada
puede anunciar
desde los lugares imaginados donde
hemos dejado correr aquel extraño
que devora la casa y sus rincones viejos
caer a ese cuerpo adicto cuando
la esperanza
nos sube por la pierna derecha
y nos ilumina los viejos lados del camino
las corolas que ya no existen
el cuerpo elegido para el sacrificio
de los viernes
y la verdad nos ciega
la realidad nos envuelve por el aire
a un estado irracional e inadmisible
3
Volver al ciego que nos mira por el ojo de la cerradura
a la hoja del cuaderno caída en el otoño pasado
a esa rama artificial como una espalda
que recibe los azotes
a la puerta que se abre en el muro occidental
en el vientre de las libertades
con los sueños que te llenan el cuerpo
a ese país de la forma más salvaje como
los coribantes imaginados
azul como las revoluciones
como las virtudes cuando no hay fórmulas
y eres todo lo que eres
al país de la figura paralelepípeda
cuando no soy
lo que dichosamente ansiaba
al Perú con sus lados ambiguos
con sus gestos de siglos
su amor
su muerte prematura
su hijo que calla y calla
4
Como un tigre crucificado
volver al punto de la intercepción en el ovario
a los instantes precisos en que los cuerpos
salen volando en todas direcciones
en todas las formas de concebir las distancias
nunca alcanzadas
hasta el ozono canceroso sobre capas de fango
sin agujeros donde se clave
el puñal salvaje
a ese grupo de paz con patitas de amianto
con deseos colosales
y pelo rojo / largo y sucio
mediterráneo y sucio
patriota y sucio por todos sus lados
Volver al Castillo de Grisú de Moro
con las barcas que engendraron
los conquistadores
a esos juegos de salón donde se ha ganado
la felicidad más eterna
nunca imaginada
5
Volver por último a los lugares fantasmas
a la Colmena de abejas
que hicieron de nuestros cuerpos
señales para destinos imprevisibles
ese objeto de nuestra idea
poco comprendida
como una ostra pintada en colores claros
para llevarlo a clases
y hacer con ella millones de individuos abrazándose
en mi habitación
Volver al lado vulgar de mi ser
desde esa tinta indeleble de los años
silenciosamente vividos
de los juegos que aprendimos en mayo
de la forma como empezamos a amar
a ver las cosas tan diferente a todos
a los poemas que intentamos escribir
a dos manos
a los rincones crepitantes
a la soledad perpetua.
36
aquel caballo hipocondríaco de siempre
el menos conocido y el menos amado
posee dos patas traseras / persecutivas
viene de una pieza primitiva e insignificante
está ebrio como los grandes ebrios
Verlaine Hopkins Baco y yo
mojado de pies a cabeza
ha empobrecido a un grado cero
límite entre el ser y la nada
sus movimientos son lentos
y repetidos
el espacio que habita es tan pequeño
que no se alcanza a sí mismo
está a la deriva
sus ancas son de una realidad asombrosa
sus extremos largos y oscuros
se aterciopelan
con la luz amarilla
es malo
la soledad intensa de sus ojos son malos
el silencio de la soledad de sus ojos
se pierde en la habitación
el delirio se aproxima repentinamente
a los lugares vacíos
la noche relincha
la persecución no tiene límites
es la forma de acercarse y entregarse
mansamente a la locura como un caballo
tiene los nervios desajustados
la fuerza alucinante de las mareas bravas
es abominable
a veces tierno y salvaje
su belleza es de un licor amargo pero necesario
se droga
regla y defeca
pero lo amo y eso es todo.
BRANDA Y LA MESÓN DE LOS PANDOS, Johnny Barbieri, Ed. Noble Katerba. Lima, 1993; 84 pp. *
Por: Carmen Ollé
La poesía de los setentas significó un cambio en la temática con respecto a Lima. Antes que los poetas horazerianos, el influjo de ciudades como París, vía la poesía francesa, había dejado su huella simbolista en Moro y en Eielson. A partir de Hora Zero, el simbolismo y surrealismo quedan prácticamente descartados. Los poetas nuevos vuelcan su mirada a Lima y la convierten en el escenario de sus poemas. Lima y el centro son territorios por donde transitan los protagonistas de Pimentel, Verástegui, Ramírez Ruiz.
En Johnny Barbieri observo un cambio también importante. Para los poetas posteriores a Hora Zero, la ciudad era más un estado interior que una zona fácilmente demarcada por invisibles murallas. Barbieri crea un escenario diferente: la ciudad mítico-simbólica, que ha derribado esas barreras, y extiende sus tentáculos más allá de océanos y cordilleras. Así asistimos a un territorio citadino conformado por muchas ciudades, que se nombran en el libro, que son la ciudad en mayúsculas. Esta ciudad la configuran: París, Manhattan, Viena, Roma, Buenos Aires, San Petersburgo y Lima. Todas ellas son parte del mito y tienen su propia simbología. Manhattan alude a la modernidad peligrosa, agresiva, pero también a “la América de los sueños”. París es el viejo París de los pintores y poetas surrealistas, pero también el lugar de los encuentros inesperados; y pienso en Nadja de Breton, y cómo el poeta descubrió en sus calles a esta muchacha de origen ruso, del mismo modo como Barbieri conoció a Branda en París, y como Verástegui conoció a Sonja en Lima. Branda es la heredera de Nadja y de Sonja. Como ellas huele sospechosamente a misterio, a niña mujer, y tiene esa locura-sabia de La Maga de Cortázar, con sabor a existencialismo, a ropa negra, a humo de cigarrillos y jazz. En cambio, Roma tiene otra presencia. En el poema “La edad de oro”, leemos que Branda con otro nombre (Lena) “deja caer lentamente su cuerpo a los instintos de la carne desconocida” y se convierte en puta, mujerzuela “al orden del día en todos los rincones donde se perturban los deseos”. Esta es la Roma de Fellini de Ocho y medio, del Satiricón, de Amarcord, etc.
Pero no en vano el vínculo con Breton se transmite a través de Branda, porque Barbieri ha bebido de la fuente del surrealismo hasta hartarse, y hasta negarlos, como él mismo reconoce: “Hasta aquí llegué: Chopín Adán Tchaikovski Buñuel Rimbaud Moro Valery Eliot Dalí Cortázar”. Este es el mapa literario de Barbieri, al que le faltó incluir En los extramuros del mundo de Verástegui. Porque la impronta de Breton es algo que se trasluce en su poemario, sobre todo en lo que concierne a la producción de imágenes por asociación libre.
Como en algunas que cito:
“un cuerpo de barcas con cicatrices y espadañas de cristal de agua” o, “una habitación sangrándome en las axilas” y “el poder de un número con olor a un pájaro hembra emplumada de sueños absurdos”
Pero este lenguaje construido en base a ritmo e imágenes por asociación libre, que tienen mucho que ver con la escritura automática, método proclamado por Breton, sirve al poeta para construir a su vez un doble símbolo. Este símbolo, como dije, tiene su base en la ciudad mítica, que más que una ciudad es un territorio. Y en él, el poeta sitúa a Branda y la convierte en sujeto erótico. Pero estamos frente a un erotismo también simbólico, porque quien realmente hace el amor en esa alcoba rota es la poesía y quien la escribe Johnny Barbieri: no nos confundamos entonces al leer estos versos:
“Una habitación con una pobre puta enmascarada
de mujer de alta sociedad y de altos tacones
para andar de manera respetable por las calles
de Lima de París de Buenos Aires”
Pienso que Lima, París y Buenos Aires son más que ciudades o cosmópolis, son la referencia simbólica de un erotismo que sólo se consuma vía la magia y voluptuosidad de las palabras convertidas en verso, en poesía.
*Leído en la presentación del libro (Lima, 1993)
Por: Carmen Ollé
La poesía de los setentas significó un cambio en la temática con respecto a Lima. Antes que los poetas horazerianos, el influjo de ciudades como París, vía la poesía francesa, había dejado su huella simbolista en Moro y en Eielson. A partir de Hora Zero, el simbolismo y surrealismo quedan prácticamente descartados. Los poetas nuevos vuelcan su mirada a Lima y la convierten en el escenario de sus poemas. Lima y el centro son territorios por donde transitan los protagonistas de Pimentel, Verástegui, Ramírez Ruiz.
En Johnny Barbieri observo un cambio también importante. Para los poetas posteriores a Hora Zero, la ciudad era más un estado interior que una zona fácilmente demarcada por invisibles murallas. Barbieri crea un escenario diferente: la ciudad mítico-simbólica, que ha derribado esas barreras, y extiende sus tentáculos más allá de océanos y cordilleras. Así asistimos a un territorio citadino conformado por muchas ciudades, que se nombran en el libro, que son la ciudad en mayúsculas. Esta ciudad la configuran: París, Manhattan, Viena, Roma, Buenos Aires, San Petersburgo y Lima. Todas ellas son parte del mito y tienen su propia simbología. Manhattan alude a la modernidad peligrosa, agresiva, pero también a “la América de los sueños”. París es el viejo París de los pintores y poetas surrealistas, pero también el lugar de los encuentros inesperados; y pienso en Nadja de Breton, y cómo el poeta descubrió en sus calles a esta muchacha de origen ruso, del mismo modo como Barbieri conoció a Branda en París, y como Verástegui conoció a Sonja en Lima. Branda es la heredera de Nadja y de Sonja. Como ellas huele sospechosamente a misterio, a niña mujer, y tiene esa locura-sabia de La Maga de Cortázar, con sabor a existencialismo, a ropa negra, a humo de cigarrillos y jazz. En cambio, Roma tiene otra presencia. En el poema “La edad de oro”, leemos que Branda con otro nombre (Lena) “deja caer lentamente su cuerpo a los instintos de la carne desconocida” y se convierte en puta, mujerzuela “al orden del día en todos los rincones donde se perturban los deseos”. Esta es la Roma de Fellini de Ocho y medio, del Satiricón, de Amarcord, etc.
Pero no en vano el vínculo con Breton se transmite a través de Branda, porque Barbieri ha bebido de la fuente del surrealismo hasta hartarse, y hasta negarlos, como él mismo reconoce: “Hasta aquí llegué: Chopín Adán Tchaikovski Buñuel Rimbaud Moro Valery Eliot Dalí Cortázar”. Este es el mapa literario de Barbieri, al que le faltó incluir En los extramuros del mundo de Verástegui. Porque la impronta de Breton es algo que se trasluce en su poemario, sobre todo en lo que concierne a la producción de imágenes por asociación libre.
Como en algunas que cito:
“un cuerpo de barcas con cicatrices y espadañas de cristal de agua” o, “una habitación sangrándome en las axilas” y “el poder de un número con olor a un pájaro hembra emplumada de sueños absurdos”
Pero este lenguaje construido en base a ritmo e imágenes por asociación libre, que tienen mucho que ver con la escritura automática, método proclamado por Breton, sirve al poeta para construir a su vez un doble símbolo. Este símbolo, como dije, tiene su base en la ciudad mítica, que más que una ciudad es un territorio. Y en él, el poeta sitúa a Branda y la convierte en sujeto erótico. Pero estamos frente a un erotismo también simbólico, porque quien realmente hace el amor en esa alcoba rota es la poesía y quien la escribe Johnny Barbieri: no nos confundamos entonces al leer estos versos:
“Una habitación con una pobre puta enmascarada
de mujer de alta sociedad y de altos tacones
para andar de manera respetable por las calles
de Lima de París de Buenos Aires”
Pienso que Lima, París y Buenos Aires son más que ciudades o cosmópolis, son la referencia simbólica de un erotismo que sólo se consuma vía la magia y voluptuosidad de las palabras convertidas en verso, en poesía.
*Leído en la presentación del libro (Lima, 1993)
miércoles, agosto 02, 2006
Antología mínima de Branda y La Mesón de los Pandos (1993) de Johnny Barbieri
1
Aquel día nos dejaron el cuco en la “Fillis Trous”
teníamos aún los pañales atados y la mala fama
de hacernos el uno sobre la acera.
Yo no temía a Branda – es cierto – pero de todos
modos tenía que doblarme y morderme los sueños
y persignarme tantas veces como todo buen cristiano
para que el cuco no venga y no me tire de las patas
y no tenga que faltar al club para perderme los recreos
y para decirle “no” a la enana pecosa cuando me llame
y para decirle “no” a los deseos de mudarme sobre el
cuaderno y salir corriendo cuando algún tonto llame
a la puerta.
Yo no debí haber jugado de esta forma como todos
pero tuve que hacerlo, pero tuve que hacerlo porque
Branda tomó mis manos y abrió surcos inmensos,
dibujó cascadas, mariposas verdes y juegos de gatos
en la 403-A de Manhattan.
Nosotros no quisimos otra cosa sino tentar las
cunas pero aquel día Branda mató las partes y todo fue
imágenes roídas, palabras que se perdieron bajo la lluvia,
diabladas “de mil diablos”, sensaciones “de mil diablos”
y una mirada de pájaro frente al espejo.
Todos lloramos aquel día como buenos hermanos
y prometimos seguir con lo nuestro hasta que nos coman
las pulgas.
Pero los días pasaron y olvidamos todo, el club,
la gabardina, las tentaciones de René, y el poquito
de café en tacitas de porcelana.
Pero los días pasaron y no olvidamos nada, ni el club,
ni la gabardina, ni las tentaciones de René, ni el poquito
de café en tacitas de porcelana.
Yo no quise creerlo pero sólo quedaba un lugar vacío
sobre la acera, una banca de más para aplastar las nalgas
y aferrarse a las cavilaciones.
Yo no quise creerlo pero sólo quedaba las viejas
barajas, el vino tinto y el musitar a solas detrás de una
nube de plata de siete colores flotando en medio de
un charco pequeño.
Y decidimos olvidarla, olvidar las rondas,
las mañanas de pájaro y las horas de sabueso
bajo la mesa.
Pero nada se pudo porque Branda fue Azorka
y Azorka fue un perro viejo que murió en un lugar
de San Petersburgo.
Pero nada se pudo porque Branda fue Branda
a pesar de todo y ahora –para reírse de nosotros- venía
a jalarnos las patas y a prenderse de la “Fillis Trous”
de una forma que no pudimos entender.
Yo sólo pude cerrar los ojos, morderme los sueños
y persignarme tantas veces como jamás lo había hecho.
Aquel día nos dejaron a Branda vestida de blanco
y desde entonces hay lugar para huir, para rezar,
para hacerse el uno sobre la acera y salir temprano
por las calles de Lima a mascullar palabrotas
sin que nadie diga nada.
2
No éramos buenos hermanos como creían algunos
pero éramos lo suficientemente imprescindibles como para
volar la luna y salir a media noche sin que el “Milano”
ría dos veces y sin que Branda llame a la puerta y
tengamos que correr y hacer santos con las manos y gritar
y jalarnos los pelos y escribir un poema y llorar, y llorar
para que todo el mundo venga y nos hable al oído y
nos diga cosas de pájaros parajararnos corocojido jido
corocojido jando.
A Branda le gustaba tener diecisiete años, romper
los modales y sentarse al filo del diván a comerse las uñas.
Conmigo aprendió a decirle no a las cosas consumadas
Conmigo aprendió a mudar palabras y callar porque
alguien se ahorcaba bajo el puente.
Conmigo aprendió a inventar lunillas, avioncitos de
papel y señales de tráfico para andar en un pie por en medio
de las calles.
Conmigo aprendió los malos hábitos, las falsas manías,
las apariencias de gato y las mutaciones a la hora de las
malas horas.
Y la noche.
Y la noche sobre una noche.
Y la noche vacía sobre una noche.
Y la noche vacía sobre una noche vacía.
Y la noche vacía sobre una noche vacía y sin palabras.
Todo eso era Branda
Todo eso y un trozo de gemido subiéndose
lentamente a mi cuerpo por el lado derecho y a todos
los cuerpos por el lado izquierdo.
Y así la recordamos.
Y así la recuerdo.
Una imagen de cera frente al espejo cerrando las
calmas abriendo las mareas abriendo las calmas
cerrando las mareas tomando el sol con las manos
botando el sol con las manos hablando de todos
hablando de nadie callando de todos callando
de nadie.
A Branda la conocí en París y la perdí
“En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero
acordarme”.
3
A pesar de todo nos quedaba las ganas de
hacernos viejos, de fumar un cigarrillo, de llamarle
a los grandes por sus nombres.
Pero nada se pudo, nada sino callar,
vestirse de Branda y andarse a la paliandra
a balbucear garabatos como en un día cualquiera
Por cólera nos pusimos verdes, dejamos el paso
re-doblado, la danza juguetona, la casa, el callejón;
nos hicimos viejos de tal forma que para joderlos
1- inventamos el juego de la “Fillis Trous”
Primero: Se elige un día cualquiera de la semana
( de preferencia sábado o domingo )
Segundo : Se busca ( a través de la ronda ) un novio plus,
una novia plus y un ángel de la guarda.
Tercero : Se celebra la ceremonia a expensas de
todos; hay tragos, cigarrillos finos,
muchachas alegres y la nueva trova.
Cuarto : Por espacio de un día ( 24 horas ) la pareja
da posibilidad a la “Fillis Trous”
Nota : La “Fillis Trous” ( nombre del club ) es un juego
para mayores donde a pesar de las increpaciones
y los buenos modales Tout est possible.
2- hicimos el amor con una vieja del barrio
Lunes. Un champagne de media noche
sobre una mesilla de cedro.
Martes. Tarareando “Love me do”
Miércoles. Wall street. Cero calorías
Jueves. Blá, blá, blá
Viernes. Un bostezo
Sábado. Aprendiendo a mirar por el ojo
de una aguja
Domingo. “No puedo imaginar que alguien
haya amado, verdaderamente, esas
piedras heladas”.
Carlos Fuentes
3- escribimos un poema :
“Ave-Luya
mujer de mis ojeras
te veo venir y ya te has ido
blanca, negra, púrpura
así como tú sabes ser
así de nube así de fiera
Ave-Luya
mujer sin luna, sin cuerpo y
sin palabras bonitas
te hiciste mía para burlarte de mí
y hablar a media voz con todo el mundo
que sólo fui remiendo
que sólo fui la baranda utilizada
a última hora
que sólo fui garabatos por dibujar
que sólo fui andrajos y ademanes
que sólo fui un vals de antaño que
nunca acabó
Nada más
Ave-Luya
mujer de mi padre, de mi madre y
de mi hermano pequeño
nos dejaron solos para contarnos cuentos
de brujas
Nada más
nos dejaron solos para jugar al póker
y hacer el amor sobre los naipes
Ave-Luya
mujer de mi zapato derecho
te veo venir y ya te has ido”
A pesar de todo nos quedaba las ganas de
hacernos viejos, de fumar un cigarrillo, de llamarle
a los grandes por sus nombres.
de fumar un cigarrillo, de llamarle
a los grandes por sus nombres.
de fumar un cigarrillo, de llamarle
a los grandes por sus nombres.
CUATRO
Después
despertar de pronto y ver que nada sigue
con su botella de vino
sólo el venablo la palabra rota
y el cuerpo de lodo
ARQUEÁNDOSE
DORÁNDOSE
PUDRIÉNDOSE
LADO A LADO
M
U
J
E
R
La señal que inventamos para comunicarnos
con los dioses ha sido violada por los gatos
Ya balbucea el día
y el trasero de palo se prepara nuevamente
a parir pájaros de colores.
SIETE
Largos años
que también cayeron
por el agujero de mi zapato derecho
de Lima a París
como cae todo mundo
de abajo para abajo
Así cayó también mi perro Sultán
mi hermana Beatriz y todos mis papeles
de buen pobre
Soñador de sirenas
hijo del hijo blanquísimo
de la hija con pecas
de aquella hija de los reyes sagrados
de los reyes de la baraja mayor
Poesía sin fecha
sin cascabel
sin pluma en la cabeza
como así te soñé
ROSA
ROSA MARÍA ROSA AMARILLA
como así te soñaron los indios
los pieles rojas
del hotel Lucciola
Poesía de otro cuerpo
de otra mano
de otra acera donde ninguno sabe andar
sino nadar
correr
volar
saltar
hacer caballitos con los dedos
jugar al sexo hasta el hartazgo
hasta el hartazgo
quién lo hubiera dicho
esta es mi casa
y esta es mi alcoba encantada
mi soledad de nueve cuernos
como tú lo habías imaginado
mi soledad soledad, mujer
mi soledad parado en medio de todo el mundo
en Madrid
en Roma
en Luxemburgo
Largos años
que también cayeron
por el agujero de mi camisa rayada
y tú lo sabías
poeta Fernando
y tú lo sabías porque también fuiste parte
de mi cerveza dorada
adorada
tú lo sabías mejor que nadie
hijo de Jacobo
hija de Jacobo
cómo olvidar tu pelo encrespado
tu sonrisa maliciosa
y tus arrebatos de dama de burdel
Mujer de Babilonia
Mujer de Babilonia mía
no temas
no voy a escribir aquí de nuestras cosas
ni de tu talle
ni de tu blusa
ni de tu grito en la ladera de paja
no más
no más
no más
- Así habló el español encogiéndose de hombros
pero élla no estaba allí
no estaba allí
tampoco estaba en ningún lado
su recuerdo la vestía
con traje de luces parada en medio
de una calle lejana leyendo
un poema de D'annunzio
“Una luce vermiglia
risplende nella pia
notte e si spande via
per miglia e miglia e miglia...”
era niña
risueña
graciosa
cándida
absurda
loca
loca
loca
No la podía imaginar de otra manera.
1
Aquel día nos dejaron el cuco en la “Fillis Trous”
teníamos aún los pañales atados y la mala fama
de hacernos el uno sobre la acera.
Yo no temía a Branda – es cierto – pero de todos
modos tenía que doblarme y morderme los sueños
y persignarme tantas veces como todo buen cristiano
para que el cuco no venga y no me tire de las patas
y no tenga que faltar al club para perderme los recreos
y para decirle “no” a la enana pecosa cuando me llame
y para decirle “no” a los deseos de mudarme sobre el
cuaderno y salir corriendo cuando algún tonto llame
a la puerta.
Yo no debí haber jugado de esta forma como todos
pero tuve que hacerlo, pero tuve que hacerlo porque
Branda tomó mis manos y abrió surcos inmensos,
dibujó cascadas, mariposas verdes y juegos de gatos
en la 403-A de Manhattan.
Nosotros no quisimos otra cosa sino tentar las
cunas pero aquel día Branda mató las partes y todo fue
imágenes roídas, palabras que se perdieron bajo la lluvia,
diabladas “de mil diablos”, sensaciones “de mil diablos”
y una mirada de pájaro frente al espejo.
Todos lloramos aquel día como buenos hermanos
y prometimos seguir con lo nuestro hasta que nos coman
las pulgas.
Pero los días pasaron y olvidamos todo, el club,
la gabardina, las tentaciones de René, y el poquito
de café en tacitas de porcelana.
Pero los días pasaron y no olvidamos nada, ni el club,
ni la gabardina, ni las tentaciones de René, ni el poquito
de café en tacitas de porcelana.
Yo no quise creerlo pero sólo quedaba un lugar vacío
sobre la acera, una banca de más para aplastar las nalgas
y aferrarse a las cavilaciones.
Yo no quise creerlo pero sólo quedaba las viejas
barajas, el vino tinto y el musitar a solas detrás de una
nube de plata de siete colores flotando en medio de
un charco pequeño.
Y decidimos olvidarla, olvidar las rondas,
las mañanas de pájaro y las horas de sabueso
bajo la mesa.
Pero nada se pudo porque Branda fue Azorka
y Azorka fue un perro viejo que murió en un lugar
de San Petersburgo.
Pero nada se pudo porque Branda fue Branda
a pesar de todo y ahora –para reírse de nosotros- venía
a jalarnos las patas y a prenderse de la “Fillis Trous”
de una forma que no pudimos entender.
Yo sólo pude cerrar los ojos, morderme los sueños
y persignarme tantas veces como jamás lo había hecho.
Aquel día nos dejaron a Branda vestida de blanco
y desde entonces hay lugar para huir, para rezar,
para hacerse el uno sobre la acera y salir temprano
por las calles de Lima a mascullar palabrotas
sin que nadie diga nada.
2
No éramos buenos hermanos como creían algunos
pero éramos lo suficientemente imprescindibles como para
volar la luna y salir a media noche sin que el “Milano”
ría dos veces y sin que Branda llame a la puerta y
tengamos que correr y hacer santos con las manos y gritar
y jalarnos los pelos y escribir un poema y llorar, y llorar
para que todo el mundo venga y nos hable al oído y
nos diga cosas de pájaros parajararnos corocojido jido
corocojido jando.
A Branda le gustaba tener diecisiete años, romper
los modales y sentarse al filo del diván a comerse las uñas.
Conmigo aprendió a decirle no a las cosas consumadas
Conmigo aprendió a mudar palabras y callar porque
alguien se ahorcaba bajo el puente.
Conmigo aprendió a inventar lunillas, avioncitos de
papel y señales de tráfico para andar en un pie por en medio
de las calles.
Conmigo aprendió los malos hábitos, las falsas manías,
las apariencias de gato y las mutaciones a la hora de las
malas horas.
Y la noche.
Y la noche sobre una noche.
Y la noche vacía sobre una noche.
Y la noche vacía sobre una noche vacía.
Y la noche vacía sobre una noche vacía y sin palabras.
Todo eso era Branda
Todo eso y un trozo de gemido subiéndose
lentamente a mi cuerpo por el lado derecho y a todos
los cuerpos por el lado izquierdo.
Y así la recordamos.
Y así la recuerdo.
Una imagen de cera frente al espejo cerrando las
calmas abriendo las mareas abriendo las calmas
cerrando las mareas tomando el sol con las manos
botando el sol con las manos hablando de todos
hablando de nadie callando de todos callando
de nadie.
A Branda la conocí en París y la perdí
“En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero
acordarme”.
3
A pesar de todo nos quedaba las ganas de
hacernos viejos, de fumar un cigarrillo, de llamarle
a los grandes por sus nombres.
Pero nada se pudo, nada sino callar,
vestirse de Branda y andarse a la paliandra
a balbucear garabatos como en un día cualquiera
Por cólera nos pusimos verdes, dejamos el paso
re-doblado, la danza juguetona, la casa, el callejón;
nos hicimos viejos de tal forma que para joderlos
1- inventamos el juego de la “Fillis Trous”
Primero: Se elige un día cualquiera de la semana
( de preferencia sábado o domingo )
Segundo : Se busca ( a través de la ronda ) un novio plus,
una novia plus y un ángel de la guarda.
Tercero : Se celebra la ceremonia a expensas de
todos; hay tragos, cigarrillos finos,
muchachas alegres y la nueva trova.
Cuarto : Por espacio de un día ( 24 horas ) la pareja
da posibilidad a la “Fillis Trous”
Nota : La “Fillis Trous” ( nombre del club ) es un juego
para mayores donde a pesar de las increpaciones
y los buenos modales Tout est possible.
2- hicimos el amor con una vieja del barrio
Lunes. Un champagne de media noche
sobre una mesilla de cedro.
Martes. Tarareando “Love me do”
Miércoles. Wall street. Cero calorías
Jueves. Blá, blá, blá
Viernes. Un bostezo
Sábado. Aprendiendo a mirar por el ojo
de una aguja
Domingo. “No puedo imaginar que alguien
haya amado, verdaderamente, esas
piedras heladas”.
Carlos Fuentes
3- escribimos un poema :
“Ave-Luya
mujer de mis ojeras
te veo venir y ya te has ido
blanca, negra, púrpura
así como tú sabes ser
así de nube así de fiera
Ave-Luya
mujer sin luna, sin cuerpo y
sin palabras bonitas
te hiciste mía para burlarte de mí
y hablar a media voz con todo el mundo
que sólo fui remiendo
que sólo fui la baranda utilizada
a última hora
que sólo fui garabatos por dibujar
que sólo fui andrajos y ademanes
que sólo fui un vals de antaño que
nunca acabó
Nada más
Ave-Luya
mujer de mi padre, de mi madre y
de mi hermano pequeño
nos dejaron solos para contarnos cuentos
de brujas
Nada más
nos dejaron solos para jugar al póker
y hacer el amor sobre los naipes
Ave-Luya
mujer de mi zapato derecho
te veo venir y ya te has ido”
A pesar de todo nos quedaba las ganas de
hacernos viejos, de fumar un cigarrillo, de llamarle
a los grandes por sus nombres.
de fumar un cigarrillo, de llamarle
a los grandes por sus nombres.
de fumar un cigarrillo, de llamarle
a los grandes por sus nombres.
CUATRO
Después
despertar de pronto y ver que nada sigue
con su botella de vino
sólo el venablo la palabra rota
y el cuerpo de lodo
ARQUEÁNDOSE
DORÁNDOSE
PUDRIÉNDOSE
LADO A LADO
M
U
J
E
R
La señal que inventamos para comunicarnos
con los dioses ha sido violada por los gatos
Ya balbucea el día
y el trasero de palo se prepara nuevamente
a parir pájaros de colores.
SIETE
Largos años
que también cayeron
por el agujero de mi zapato derecho
de Lima a París
como cae todo mundo
de abajo para abajo
Así cayó también mi perro Sultán
mi hermana Beatriz y todos mis papeles
de buen pobre
Soñador de sirenas
hijo del hijo blanquísimo
de la hija con pecas
de aquella hija de los reyes sagrados
de los reyes de la baraja mayor
Poesía sin fecha
sin cascabel
sin pluma en la cabeza
como así te soñé
ROSA
ROSA MARÍA ROSA AMARILLA
como así te soñaron los indios
los pieles rojas
del hotel Lucciola
Poesía de otro cuerpo
de otra mano
de otra acera donde ninguno sabe andar
sino nadar
correr
volar
saltar
hacer caballitos con los dedos
jugar al sexo hasta el hartazgo
hasta el hartazgo
quién lo hubiera dicho
esta es mi casa
y esta es mi alcoba encantada
mi soledad de nueve cuernos
como tú lo habías imaginado
mi soledad soledad, mujer
mi soledad parado en medio de todo el mundo
en Madrid
en Roma
en Luxemburgo
Largos años
que también cayeron
por el agujero de mi camisa rayada
y tú lo sabías
poeta Fernando
y tú lo sabías porque también fuiste parte
de mi cerveza dorada
adorada
tú lo sabías mejor que nadie
hijo de Jacobo
hija de Jacobo
cómo olvidar tu pelo encrespado
tu sonrisa maliciosa
y tus arrebatos de dama de burdel
Mujer de Babilonia
Mujer de Babilonia mía
no temas
no voy a escribir aquí de nuestras cosas
ni de tu talle
ni de tu blusa
ni de tu grito en la ladera de paja
no más
no más
no más
- Así habló el español encogiéndose de hombros
pero élla no estaba allí
no estaba allí
tampoco estaba en ningún lado
su recuerdo la vestía
con traje de luces parada en medio
de una calle lejana leyendo
un poema de D'annunzio
“Una luce vermiglia
risplende nella pia
notte e si spande via
per miglia e miglia e miglia...”
era niña
risueña
graciosa
cándida
absurda
loca
loca
loca
No la podía imaginar de otra manera.
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