domingo, diciembre 23, 2007

YO ES OTRO. Barbieri vs Barbieri



YO ES OTRO
Barbieri vs Barbieri


Por: Ronald Castillo Florián

Después de leer los poemarios de Johnny Barbieri integrante-fundador del grupo poético más importante de los 90 (Noble Katerba), confieso que en algunos poemas me he quedado con esa extraña sensación de querer más y en otros de no entender lo que me dice el poeta. Ese misterio poético es lo que me gusta de su poesía, que deja ese saborcillo casi casi indescifrable que al final el lector debe analizar y saborear por su cuenta.
 
Ahora Johnny bajo el sello editorial Casa Barbieri editores, ha publicado su último poemario: “YO ES OTRO”; título sugestivo, irreverente, retador de indudable recomendación y de lectura obligatoria. Lo interesante en estos poemas no es el hecho de ser poemas bien redactados o inspirados, sino que son poemas nacidos ya antes y que se volvieron a escribir después de sufrir –literalmente- una destrucción fatídica/bendita dando pie a un nuevo poema a similitud de los palimpsestos.

El poemario consta de apenas 40 páginas pero que en su contenido reta a la filosofía, teología y la misma consciencia, sin obviar claro, a la poesía. Leer los poemas conlleva a un acontecimiento mágico, sublime, catártico, es decir es un poemario fuerte, íntimo, y sobre todo, entendible; a diferencia de sus otros poemarios Yo es Otro es un libro escrito de manera sencilla tanto que se clava en lo más profundo del sentimiento (por ejemplo léase: Madre dijo que no demoraría, confieso que cada vez que leo este poema sufro de una emoción inefable). Aunque este logro poético no es extraño ni extraña a nadie, todos los que conocemos a Johnny sabemos de la mano de mago que hace el poema/ el poema que se agiganta en el tiempo y que toda su obra tiene actualidad, pero esto no es lo interesante del libro.

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Johnny lanza una propuesta desafiante que a más de un consagrado hará temblar, simplemente el poeta nos dice que hay poemas que se pueden destruir y hacer otro en base de éstos, así como lo hace él en su último libro, destruyendo –me gusta decirlo así- a poetas como: Vicente Aleixandre, Jorge Eduardo Eielson, Joan Baez, Rafael Alberti, Alejandra Pizarnik, Federico García Lorca, César Vallejo, Allen Ginsberg, César Moro, Carlos Oquendo de Amat, Octavio Paz, Edith Södergran, Jim Morrison, Rilke, Charles Bukowshi, Constantino Kavafis, Stéphane Mallarmé, André Bretón y Arthur Rimbaud. Hasta ahí lo de Johnny es osado pero tenemos acaso la autoridad suficiente para hacer ello, en todo caso, ¿quién debe reconstruir los poemas, un simple lector o un lector/poeta/consagrado? y ¿en qué medida se reconstruye sin caer en la copia, quién rige esto?

El título del poemario es ya una osadía, atreverse a decir que Yo es Otro rompe con el principio de identidad propuesta por Aristóteles, si sabemos que A=A cómo Barbieri puede decir que A=-A:A (A es igual a no A pero es A) si Aristóteles estuviera vivo no sé que diría. Sabemos, también, que Yo es un pronombre personal que corresponde a la primera persona del singular y Otro está lejos de ser primera persona pudiéndose entender como segunda o tercera persona, pero decir Yo soy Otro nos envuelve en un conflicto cognitivo que es preciso entender con urgencia.

El Otro es un término empleado en filosofía y en psicología para designar a la persona humana en tanto que ella es consciente de sí misma y objeto del pensamiento, porque esta persona Yo se reconoce a partir del Otro ubicándose en su lugar contextual, sin ser nunca al mismo tiempo ambas partes. El yo es yo y el otro es el otro y nunca el Yo es el Otro, el título nos reta a pensar el por qué del atrevimiento del poeta. Aunque el yo también puede ser otro cuando éste renuncia a ser yo, y no al mismo tiempo.

Para Lacan el Otro es al mismo tiempo el prójimo (cada otro sujeto por separado) y todo el conjunto de sujetos que constituyen a la cultura y la sociedad desde el origen de la humanidad. Por eso se entiende aquí que la alteridad como concepto filosófico, también se ve como el descubrimiento que el “yo” hace del “otro”.

El Yo y el Otro tanto como concepto filosófico han sido especialmente considerado por Sartre y por Merleau-Ponty, esto es, dentro del ámbito del existencialismo con mucho de fenomenología. La opinión sartreana respecto al Otro más conocida es aquella según la cual el Otro (el "prójimo") es alienante en tanto que es un objeto que a su vez objeta y objetiviza al ego; esto se resume en la frase sartreana: El infierno es la mirada del otro.

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En el corpus del poemario, el poeta nos introduce a la lectura con una anotación a manera de prólogo para darnos a entender su intencionalidad y no quedar varados en el limbo. Citando a Bakunín “destruir es crear” empieza a ilustrarnos su método y su “locura”, donde nos cuenta su experiencia siendo él mismo su testigo de como el poema se desdobla o destruye delante de él y pasa a ser otro siendo el mismo cuyo único objeto, como dice Barbieri “ …este nuevo objeto retórico tiene un solo fin, la de servir al placer, la de producir catarsis, materializado principalmente a través del culto al hedonismo de la imagen…”

Esta propuesta vanguardista de Johnny Barbieri es sin duda especial porque nos va a permitir a los simples lectores a partir de poemas perfectos o semi perfectos añadir nuestro carácter e incluso a reconvertirlo en algo que nos interpele con profundidad. No sé si lo de Barbieri es que todos seamos osados o simplemente un grupo, pero el solo hecho de postular este proyecto hace que los que leemos poesía nos sentemos junto a los grandes poetas dialoguemos con ellos y les expresemos nuestras opiniones de cómo nos gustaría el rumbo del poema. Estos grandes poetas, que descansan en su gloria no se sentirán humillados, ni mucho menos transgredidos por esta propuesta sino más bien entendidos porque sus poemas no solo estarán al alcance de grandes claustros cognitivos sino en la sencillez del pueblo lo interpretara de acuerdo a su contexto.

En Barbieri vs Barbieri sin duda el ganador es Barbieri.

domingo, noviembre 25, 2007

Sobre ese otro Barbieri (Algunas reflexiones sobre: “Yo es otro”)


Sobre ese otro Barbieri
(Algunas reflexiones sobre: “Yo es otro”)


Por: Pedro E. Perales García

El alter ego, el otro yo, la otra entidad que se manifiesta abiertamente, que asume la personalidad, que se corporiza en un ente que siente, vocifera, prevarica y que sin embargo habla en medio del desierto. Una voz ficcional, que tiene la suficiente permanencia y locuacidad para expandir múltiples pasiones, múltiples decires, múltiples espacios abiertos. Proyecciones iridiscente de un Pathos no mediático, no convencional.
¿Qué inescrutables sensaciones jalonan esta mitificación del espíritu?, solo su canal natural (la mano del mago)- interpretación simbólica de una herramienta del destino- pueda quizás comprender parte de ese jeroglífico de sobresaltos y verdades a quemarropa. “Yo es otro”, de Johnny Barbieri nos habla desde esa infinidad finita del quehacer humano, desde ese pródigo alambique de delirios y creencias que se hacen pétreas por el sólo hecho de nombrarlas.
Barbieri, a modo de un hontanar deja fluir una retórica de las cosas, en donde explica teóricamente el fluir donde surgen sus afectos y escarceos líricos. Resulta paradójico resaltar el “proceso de envejecimiento de los textos” que lleva según lo señala a la muerte de los mismos y a la infame y abrupta desaparición del Yo poeta. En esta aparente contradicción, en donde la catarsis se realiza al materializarse el culto al hedonismo de la imagen. La fuente de retroalimentación parece ser Arthur Rimbaud. Sus poemas tiene el armazón inicial de lectura de autores predilectos o negados por la impronta de su exégesis retórica. “Yo es otro”, recoge poemas de libros anteriores, y los matiza con poemas sentidos a las madres simbólicas. A esas madres reales que se difuminan etéreas en ese afán de romper los eternos cordones umbilicales que arrastran un sedimento de reflexión filosófica, que trasciende la propia personalidad de los imponderables.
Cabe resaltar “Segunda muerte de María”, donde desmitifica la imagen poética del poema “Primera muerte de María” de Eielson. El poeta destruye el poema y la imagen creada alrededor del halo de la historia y como su proyecto inicial: Destruye para construir.
Imagen múltiple, en donde los hondos rincones del mundo de Barbieri se subvierten con la imagen ideal retratada por el símbolo bíblico: “La botella de leche en el mismo rincón / Isaías temblando solitario en una esquina / mi hijo envuelto en una sabana blanca”. El libro a la vez sugiere una pertinencia o encono a la precisión del dato, e ahí las citas y la rigurosidad explicita como queriendo aprehender su propia vitalidad, unimismar la poesía por sí misma. Gran batalla la que libra Barbieri en la consumación y deificación de un “yo poético”.

miércoles, octubre 17, 2007

YO ES OTRO. CÓMO REINVENTAR POESÍA




YO ES OTRO
CÓMO REINVENTAR POESÍA


Por: Roxana Crisólogo
Hablar de la obra poética de Johnny Barbieri hace ineludible refererise a Noble Katerba (NK) grupo literario que él fundara junto con otros poetas de la Universidad Nacional Federico Villarreal, una noche oscura de 1990. Noche oscura de apagón, coches bomba y salones vacíos que obligaban a echarse a caminar por la bulliciosa avenida Colmena o a sumergirse en la acogedora calidez de alguno de los bares que rodeaban la universidad. NK surgió en un escenario universitario hostil y fue fiel reflejo de una época donde la violencia excesiva te obligaba a callar e ensimismarte. Las grandes definiciones no sólo literarias sino políticas así como los manifiestos y posicionamientos como grupo las dejaríamos para después. Mientras tanto los poetas iban a construirse un cuarto propio. Escritura como muro de contención, como búsqueda de placer en sí mismo y felicidad, como goce de imagen y pared que separe y a la vez proteja del mundo.

Fue en una de esas noches oscuras de 1993, en la que Johnny sacó a la luz su primer poemario. Branda y la Mesón de los Pandos, libro de corte surrealista, de pulsaciones alimentadas por una vitalidad sorprendente, poco o nada tenía que ver con un escenario ensombrecido por el pesimismo y el miedo, el Perú de inicios de los 90. Johnny se convirtió en el primer integrante del grupo en publicar. Desde entonces, nos ha entregado 9 libros. Lo que lo convierte en uno de los poetas más prolíficos y constantes de su generación.

Desde El libro Azul (1996) su segunda entrega y los que le siguieron: Maka (1999), Jugando a ser dios (2000), Carne de mi carne (2002), La virgen negra (2003), Libro Hindú (2005) y Viajando a Nairobi (que obtuvo el premio Horacio en el 2003) publicado en el 2006, la vocación de Johnny como creador de un universo poético más que de libros individuales ha consolidado una de las propuestas más originales vistas en la literatura peruana última.
Libro tras otro ha conseguido mantener la coherencia de un lenguaje como mecanismo de producción de placer, sonido y melodía. Línea vanguardista y experimental en la que la palabra parece desbordarse gracias a una corriente de fuerza arrolladora y que deja fluir la imaginación.

Si bien el juego de acumulación de imágenes, al cual Johnny recurre en ciertos pasajes de sus poemas, así como el carácter hermético de las mismas, podrían parecer excesivos, esto no es más que un riesgo al que se somete el autor y que a su vez responde a un objetivo lúdico. Una lectura continuada y total de este flujo de imágenes que rítmicamente se suceden unas a otras no busca otra cosa que invitarnos a un viaje por la sensorialidad del autor o provocarnos un viaje personal, un trance sujeto a un sinnúmero de significancias. Esta es una característica imprescindible en toda su obra que se presenta como una partitura musical.

En su último libro Yo es otro, Johnny se propone redondear una propuesta aún más arriesgada y que ha coexistido de manera transversal en sus 7 últimos poemarios. Yo es otro es un libro que resulta particularmente difícil comentarlo sin dialogar con los poemarios, del mismo autor, que le anteceden así como con ciertos poemas que forman parte de la tradición literaria universal. Como su nombre lo sugiere, el autor del poemario es deliberadamente un ser anónimo, un otro, sin nombre. Aquí el nombre / la autoría deja de ser relevante y pasa a ser mera referencia.
Yo es otro, es una propuesta de cómo hacer poesía y a su vez de cómo destruirla. Al intervenir poemas que forman parte de la inmaculada tradición literaria universal, Johnny afirma la temporalidad de la obra poética, la cual a su criterio es susceptible de ser retomada para reinventarla, destruirla y por qué no superarla.
De esta manera nos encontramos con un conjunto de 20 textos, todos recreaciones de poemas de autores de la talla de César Vallejo, Eduardo Eielson, Vicente Aleixandre, Federico García Lorca, Arthur Rimbaud, Alejandra Pizarnick, por citar solo unos nombres.
La inclusión de pie de páginas al finalizar cada poema (o versión del mismo) viene a darnos pistas del poema de origen, nombre del autor y del poema, número de versiones que corresponden al poema y las veces que éstas han sido publicadas en otros libros de Johnny. Pistas que nos serán de utilidad para seguirle el trayecto a los poemas que conforman el libro y que a su vez dejan una puerta abierta para los textos que vendrán.

Pues fiel a la lógica de Johnny, una se arriesga a afirmar que las versiones de los poemas que aparecen en Yo es otro puede que no sean la última versión / recreación del autor.
Yo es otro, en este sentido, no es un libro terminado pues obedece a un ambicioso proyecto que va desarrollándose como un proceso de evolución interna de la obra, en cada uno de los libros publicados por él y que obliga a una lectura de todos. Impone la necesidad de seguirles el rastro.
Muchas veces si decimos que la impresión que queda después de terminar de leer un libro es que éste no ha concluido, tiene una connotación negativa, en el caso de Yo es otro esta afirmación adquiere un horizonte totalmente distinto. Es verdad, los poemas podrían no llamarse versiones finales sino puertas abiertas a corredores sin fin.
Este proceso de corrección infinita llevado al extremo por parte del autor no sólo propone la destrucción del sujeto poético único y su reemplazo por uno múltiple, sino que apunta a la desacralización del sobrestimado Yo poeta. El producto es un poema en permanente construcción, poema como espacio abierto que puede o no puede ser retomado e intervenido no sólo por Johnny sino por algún otro poeta o lector que acepte la aventura, el reto.
Después de leer este excelente último poemario de Johnny Barbieri, queda la curiosidad de lo que vendrá, qué otros tejidos será capaz de urdir con tal maestría el autor? por lo pronto lo más recomendable es volver a sus libros anteriores, diría, imprescindible. Caeremos en las redes del autor formaremos parte de este círculo interminable, de esta fuente inagotable que es la creación.

lunes, octubre 01, 2007

Las Florescencias del ser




Las Florescencias del ser[1]
Sobre Yo es otro (Casa Barbieri editores, 2007) de Johnny Barbieri

Por: Denisse Vega Farfán
Se sostiene que el “yo” al resguardarse en otros “yo”, no hace más que fortalecerse, ensancharse, no dar cabida a la verdadera creación, puesto que se produce una fusión de egos, y una sobrecarga de experiencias; es decir, de registros humanos ya concebidos, lo cual, a su vez, provoca una contraposición del “yo” consigo mismo, generando tal y como lo sostiene Krishna Murti en “La libertad primera y última”, ansiedad, miedo, destrucción, desesperación, desdicha; no sólo individualmente, sino también con el resto. La anulación del “yo” deviene entonces en un éxodo, en un viento lo suficientemente vigoroso para echarse a volar fuera de sí, para lograr la libertad interior.

Esto nos indica que la montaña se hace cada vez más alta y rocosa, si nos empeñamos en ver sólo la dirección de nuestros ojos, en tocarnos y sentirnos como la única carne que goza o llora. Así, el “yo”, aparece como una entidad muy mezquina como para detenernos circulando alrededor de él mismo, alimentándonos de su propia hambre. Una entidad fragmentada, incompleta; que para constituirse en una verdadera unidad necesita de las piezas espirituales del otro, ya no para ensancharse (como lo señalé en un comienzo) sino para realizarse mediante entregas de amor. Es el amor lo que destruye al “yo”, otorgándole palco preferencial al “nosotros”. Y para lograr esto, no sólo se requiere de inteligencia, sino de gran sensibilidad y valentía.

La poesía a través de los otros podría ser un camino tentador, ya que la poesía en sí misma muchas veces es otra forma de volver a encerrarnos en nosotros. Barbieri parece haber escogido este camino. Así, lo primero salta en una primera lectura es el descarte de una prelación de sujetos, originándose una categoría horizontal: yo es otro, otro es yo. Y también se destierra una prelación de especies, así tenemos: yo es árbol, yo es cisne, yo es paloma, yo es ángel, etc.

Barbieri, nos entrega poemas que son recreaciones de otros poemas, pero con frescos y descarnados matices, sea desde la experiencia propia como Elegía interrumpida de Octavio Paz donde incluye a sus propios personajes fallecidos (abuelos, madre, padre, tíos, primos); o desde la fabulación, partiendo de la misericordia que generan poemas como Cantora Nocturna de Alejandra Pizarnik, Albergo del sole II de Eielson, o Plegaria Americana de Jim Morrison. Con el principal leitmotiv, parece entreverse, de alcanzar “todo el ascenso a lo más profundo del ser”[2], como dicta su primer poema.

Estas recreaciones a su vez, nos otorgan una nueva lectura, un nuevo cáliz, una nueva interpretación, una nueva forma de vivir poemas clásicos como El ángel y la rosa de Carlos Oquendo de Amat, o Primera muerte de María de Jorge Eduardo Eielson. Tenemos así, a partir de este último, la concepción de Segunda muerte de María, donde la decadencia, la miseria, el amor, la fertilidad, la tentación por la eternidad, la familia imposible corporizados en una mujer lánguida y condenada a la muerte; se constituye en una ciénaga ancha y desaforada que da luz.

En He vuelto Angelina, recreación de Adiós Angelina de Joan Baez, se palpa la necesidad del retorno a la esencia, de la inutilidad de la soledad humana, de seguir el propio camino sin alguien con quien andarlo y compartir los horizontes. Hay pues, necesidad de contemplarse en el otro, contemplarse con el otro, purificarse a partir del otro, de asentar una nueva especie de seres humanos, preocupados más en entregarse que en prolongar sufrimientos.

El acto de escribir podría verse retratado en el poema Paloma, describiéndose como la construcción de la luz de la vida mediante las manos. Y al poeta como “una paloma pintada en el aire /volando a la libertad siempre soñada”[3]; no obstante a ello, se percibe una insatisfacción hacia la no valoración de los verdaderos dones humanos, como lo es la escritura; esto sin tampoco ser óbice para reconocer la trascendencia de este oficio, para guardar la esperanza de ser abrazado algún día de modo uniforme por todos. Sean los siguientes versos del poema Los Espejos, recreado a partir del poema Unión de los espejos de André Breton: “la masa encefálica regada en el suelo /tendrá los cristales más caros /el marco más hermoso”.

El “poema”, que podría interpretarse también como una de las formas que adquiere el “otro”, se muestra como una prueba de supervivencia ante la lucha de ir contra ese “yo”. Sean los versos de Poema, recreación del Don del poema de Mallarmé: “la mano del mago hace el poema /el poema que se agiganta prolongándose en el tiempo/ y te dispara en la sien. /Frente a él estás muerto”. Otorgándole al poema una vida sin fecha de caducidad, una misión más allá de quien lo escribe, misión consistente –a lo mejor- en armonizar el mundo.

Tal vez de las tantas corporizaciones que podamos encontrar del “yo” en el “otro”, una de las máximas representaciones sin duda es la de un hijo, desdoblamiento del “yo” por excelencia; elemento que es hallado en el poema Yo tenía un hijo, recreación del poema Iglesia abandonada de Federico García Lorca. Así, el hijo constituye una aspiración de la superación del yo, hacia un estado de pureza.

Otro aspecto resaltante en Yo es otro, es que la muerte es asumida como una puerta hacia la eternidad, así tenemos en el poema Segunda muerte de María ya mencionado, como en el poema Fin, donde el temor no existe, y la muerte es concebida como una bella aventura. Ya que no se puede tener miedo a lo que no se conoce, pues la muerte en sí no se conoce hasta que nos toca morir; sino que el miedo radica en perder lo que tenemos, lo que conocemos, o de lo que estamos hechos. Sean los versos del poema Fin, reconversión de Infancia V de Arthur Rimbaud: “que me alquilen esta lámpara
para alumbrar mis miedos /para ver la bellísima hondura de la muerte extenderse”. Parece ser que Barbieri entiende que las posesiones, circunstancias, personas y demás elementos que componen nuestra vida hasta el mismo “yo” son transitorios; y en compresión a esto, es que se nos da el privilegio de ser menos infelices.

Este libro surtido de imágenes, provisto de un lenguaje directo, sencillo y preciso (por mencionar algunas virtudes en cuanto a forma) más que en el modo de cómo y a partir de qué poemas ha sido escrito, su principal valor radica en que se constituye en un verdadero acto de amor e integración, en una entrega donde no se admiten los porqués, debido a que tal vez una de las mejores formas de vivir la poesía sea escribiendo sin paralizarse con cuestionamientos, tan sólo interpretar la palabra con la música que se dispara sin freno desde el interior. Un paso en la salida del “yo” que merece valorarse, y sobretodo en poesía, teniendo en cuenta que actualmente son pocos los poetas que parten de esta concepción del “yo” para elaborar sus poemas, y darle una huella a lo mejor más tersa y honorable a la poesía. Así en la sustracción del “yo”, apagadas todas las luces es posible la eternidad/ es posible ver la luz más tierna /la luz más palpable.[4]


[1] Texto leído en la presentación del libro Yo es otro de Johnny Barbieri, el 28 de setiembre de 2007 en la ciudad de Chimbote.
[2] Verso del poema El cuerpo y el alma, de Johnny Barbieri.
[3] Versos del poema Paloma, de Johnny Barbieri.
[4] Versos del poema Luz, de Johnny Barbieri

domingo, junio 03, 2007


Sobre el Libro hindú de Johnny Barbieri (1)
Por Luis Fernando Chueca

En cada uno de sus libros anteriores, Johnny Barbieri organizaba el conjunto sobre un eje que visiblemente le daba unidad: una trama definida, un universo simbólico preciso, una estructura intensamente experimental, son algunos de los casos. En el Libro hindú (Lima: Noble Katerba ediciones, 2005) esto ocurre nuevamente, como también se mantienen otros rasgos que, aunque abordados desde perspectiva distinta, se retoman aquí; por ejemplo, la profusión de imágenes, que en algún momento permitieron reconocer en este poeta cierto ánimo surrealizante, y un intenso y, en este libro, delicado erotismo. Todo esto nos permite acceder a la imagen de un poeta preocupado por la construcción de una voz propia, que permita identificarlo, al tiempo que de un espíritu incansable de búsqueda que, como debe ser, lo previene, desde que apareció Branda y la mesón de los pandos, en 1993, contra la fácil repetición.Entre aquello que más notoriamente distingue al Libro hindú de los precedentes está, precisamente, lo que el título anuncia: una imaginería vinculada con el mundo de la espiritualidad y las divinidades del hinduismo y del tantrismo, sobre todo. Referentes que, si bien han estado presentes en determinados momentos y exploraciones artísticas del mundo Occidental -pensemos en Octavio Paz o en algunos de los beatniks, por ejemplo, para mencionar casos conocidos entre nosotros e importantes también en el aprendizaje de Barbieri-, referentes, digo, que si bien han estado algo presentes, no han llegado a convertirse en parte importante del bagaje literario o poético peruano.¿Qué hay detrás de esta opción?, podríamos preguntar. Alguien suspicazmente pensaría en una vocación de exotismo, artificial e innecesaria. Creo que el recorrido de la poesía de Barbieri y el cabal logro de sus versos permiten negar esa posibilidad: no es una pose o un gesto sin hondura lo que está a la base de sus poemas. También podría pensarse en una suerte de reclamo por que la imaginería hinduista participe con mayor libertad, como de algún modo lo hacen la china o japonesa, en el universo de nuestras referencias poéticas. O quizás haya quien se anime a hablar de una profesión de fe por parte del autor, aspecto que ignoro por completo. Frente a ello, me interesa regresar a la fundamental vocación de exploración de Johnny Barbieri. Sin duda, su poesía no podría entenderse sin esa postura que tuvo quizás su desarrollo formal más radical en El libro azul, de 1996. El Libro hindú no pretende regresar a esos extremos, sino que, con un ritmo contenido y terso, sereno sobre todo, y un fluido de imágenes de alta sugerencia, indaga en aspectos que las tradiciones filosófico-religiosas aludidas articulan: la vocación de trascendencia del ser humano, su contacto con lo sagrado, la armonía, la posibilidad de iluminación y el erotismo como vía de transformación y aprendizaje. (Estoy seguro de que José Pancorvo, con su gran conocimiento de las tradiciones y las simbologías religiosas, podrá abordar estos aspectos del libro sin reducirlos a los lugares comunes que yo menciono). Esto sin duda nos devuelve a la poesía como vía de conocimiento y de descubrimiento, pero también como movimiento interior de liberación o de aspiración a la libertad: como modo de articular un deseo frente a una realidad cotidiana que hace todo lo posible por que olvidemos esos aspectos fundamentales del ser. A propósito de esto, quiero terminar mencionando un poema en que, a contracorriente de lo que ocurre en casi todo el libro, explícitamente se nombra al Perú. "Cielo para doce niños" termina diciendo "en Perú hay un rancio anochecer sobre los cerros polvorientos / que se extienden por todo los lugares a donde hemos llegado / con esas formas tibetanas impregnadas en nuestra piel. / Muere Kala cada amanecer. / Solo hay un cielo esperándonos y hay que subir con un soga / como se sube en Rajastán / y hay que soltar a todos los niños, desatarlos de sus amarras / para que corran al horizonte / L I B R E S". Me parece que ahí está una de las claves de lectura del Libro hindú: se hacen necesarias, parece proponer el poema, y el libro todo, vías que devuelvan al hombre al camino de su radical deseo de libertad y plenitud. A la posibilidad de vivir la armonía y la comunión con los otros y con el todo. Repito que no sé si algo de la vía hinduista es parte de la experiencia de Johnny Barbieri; pero, sin duda, haber elegido tal simbología, le permite articular con profundidad ese reclamo por recuperar la dignidad de la vida en contextos de aparente oscuridad. Detrás de esa oscuridad reside la belleza y la pureza fundamental del alma humana, y el Libro hindú nos ayuda a redescubrirla.

Texto leído en la presentación del poemario Libro hindú de Johnny Barbieri, presentado por, además del autor de la reseña, Gonzalo Espino y José Pancorvo el pasado 28 de octubre en el Instituto Raúl Porras Barrenechea de Miraflores, en Lima.


Antología mínima de LIBRO HINDÚ (2005) de Johnny Barbieri

INDRANI EN TUS OJOS

Un hoyo al sur intangible que fue abriéndose para mirar el mundo,
las variaciones ascendentes de una naturaleza presente en tus ojos.
Una voz de mujer anunció el inicio de la transformación, ahora está allí dibujando el cielo sobre el tapiz de las paredes, clavando aquellos cuchillos sobre su pecho en un ritual de iniciación.
Indrani está en la hierba edificando una casa bajo un piano, llamando a Galba que se oculta en esa choza polvorienta de esteras rotas donde ayer colgaba las cicatrices de su cabeza, estaba desnuda
multiplicándose, delineando sus formas con los cosméticos viejos y las cenizas de aquella tarde muerta en sus manos.
Un hoyo al sur sobre la polvareda la recuerda, una belleza eterna tirada hacia atrás por el viento que levantaba sus cabellos, los muérdagos bajo los pies, la rafia celeste que hacía el cielo,
la línea bifurcada hacia los extremos de su ser y la nada,
la recuerda esta cuesta arriba hacia el infinito que no termina.

La luz de la vida no estaba en sus ojos, estaba en el bus yendo al Nirvana.


UN CISNE SOBRE UN LAGO PÚRPURA

Un cisne que cuelga del lago trasluce la magnitud del día y la noche,
el otoño de los años enumerados que es la suma de este horror que todo
lo contiene.
Un bosque de albas emerge de lo oscuro donde tus miedos están acumulados en un rincón.
El lago hecho de pedazos de periódicos envuelve tu desnudez. Tu cabeza púrpura se yergue ante mis ojos, tu cuerpo flota en medio de la noche mientras doce cisnes te rodean en una danza infinita.
Una ventana se abre en el aire para que el mundo te vea, hay muertos flotando en el lago boca arriba con los brazos extendidos. Nadie los ve.
Un poco de luz se derrama a lo largo del día mientras danzas una música hindú que lo alcanza todo.
Hay arrugas en tu piel, dos puntazos de lanza en tu cráneo, cicatrices de partos y sólo a ti te preocupa la menopausia que no te deja bailar como antes, pero estás vieja y eso todos lo saben.
Mañana será domingo y estarás mejor, recordarás aquella estación de los iniciados que simbolizaban utopías hechas a mano.
El espíritu liberado que ahora teje recuerdos
al borde de un lago púrpura que se nos va por entre los dedos.


MUDRA

La cantante retira su belleza con las pinzas más pequeñas,
la coloca al costado de su peluca roja,
su tez delgada evidencia recetas caras, trasluce huesos como las pinturas de una xilografía oriental,
danza sobre sus vestidos recién quitados,
alcanza el éxtasis en medio de la habitación,
sus tonos asimilan indicios de un cuerpo sutil.
Como una recién nacida se dobla, se enreda en sí misma,
a veces su cabeza gira, sus miembros inferiores autónomos van de un lado al otro, caminan por las paredes balanceándose,
pisan los gladiolos sembrados en enero,
tal lasitud se apodera de ella,
irritada salta sobre las pedrerías que la rodean desde siempre.
La cantante coge su belleza y se la pone en la cara
a un costado de una grieta que abrupta el suelo, el seno izquierdo se le ha caído sin darse cuenta,
la forma de mujer oriental se ha roto,
hay mudez en todos los rincones,
una inercia casi vegetativa que se va extendiendo raudamente,
coge los clavos que sujetan sus extremidades,
salta y da vueltas, se acuerda que le falta un pie
y que el plexo lo lleva atrofiado por años,
sin importarle nada,
una vez más,
la cantante se ha puesto a cantar.


KRISHNA LILA

Al principio su cabeza estaba ligeramente abultada a la derecha
con pequeños muñones de flores amarillas recién arrancadas del jardín.
Tenía en las manos el hueso astillado de aquellos martes de almizcle
impregnados en su piel,
los Mantras hecho de hierbas que se extendían a lo largo del camino para que anduviera en las tardes.
Nada hubo detrás más que aquella belleza lila de cinco minutos que se fue con los años.
A veces su cabeza rapada presentaba una lobotomía sacra como símbolo de conversión, y aquella mancha lila en la frente se disimulaba cuando se dejaba caer en los rituales del Yoga Samadhi
y su desnudez era lila total,
y los pies del aprendizaje Krishna se le acercaban lentamente
y la poseía a horcajadas,
y el césped celestial se volvía lila interior,
y los espacios que los ojos distinguían llevaban en las manos
un corazón lila,
un latido lila latiendo en el aire para que todo el mundo lo viera.

Así lo vieron mis ojos desde siempre.


EL CUERVO BLANCO

Su centro ha sido ocupado por el cuervo de la purificación.
La cópula está pintada en blanco sobre un lecho giratorio.
El cielo gira alrededor nuestro.
Sus nalgas permanecen alzadas sobre el diván mientras voy sesgando las impurezas que quedan en el suelo,
sus ojos buscan en el aire las huellas de la satisfacción tántrica.
Giro, hago círculos con mis manos sobre su cuerpo mientras su olor a almizcle lo va impregnando todo.
Ml tallo de jade echa raíces por aquellos espacios nunca antes recorrido.
El color blanco se derrama sobre su postura, un halo me envuelve, hay esencia en mí.
Las contracciones alcanzan a liberar la energía que hace mover el mundo.

miércoles, febrero 28, 2007


LA VIRGEN NEGRA
Una lectura existencialista al poemario del Poeta Johnny Barbieri

Por Ronald Castillo Florian

Para una virgen negra busco cien acres de luzAltares con zarzas y rosas fosforescentesEn medio de un invierno que se balancea con el vientoBusco un mausoleo con un jardín de mármol y sobre ellaUna mano de cal omnipotente creandoEl mundo.
Johnny Barbieri, poeta peruano (Lima, 1966) de trayectoria ilustre y prolífica tiene publicado siete libros de magnífica poesía que cautivan y desgranan la realidad tornándola enigmática y de inmensurable vigencia. La virgen negra es un poemario publicado en el año 2003 bajo las ediciones de Noble Katerba al cual pertenece siendo, también, un digno representante del mismo.
Conocí a Jhonny a través de sus poemarios, tales como Branda y la Mesón de los pandos (1993), el libro azul (1996), Maka (1999), jugando a ser Dios (2000), carne de mi carne (2002), el libro hindú (2005) y en un taller de poesía que organizó nuestro amigo y colega el poeta Leoncio Luque en el distrito de San Luis en Lima, Perú.
He leído el poemario con mucho detenimiento y misticismo, no puedo negar que los simbolismos y metáforas son ápices importantes en el corpus del poema, al mismo tiempo que se va sintiendo un aire de posesión mortífera combinada con una esperanza venidera que no se sabe cómo pero que tendrá su realización en el momento adecuado.
El poemario comienza haciendo una descripción del lugar y la forma que se encuentra la virgen negra, hay una virgen negra en la página veintitrés de un libro de defunción, con cabellos que despliegan albas de orfebrería,/alumbrada con teas de alambres oxidados, que al día siguiente le irán a poner rosas y a prender inciensos, y tú estarás en la página acostumbrada/ con una luz alumbrando tu muerte; siendo una descripción fatalista para una "entidad" que debe, a primera intención, ser cubierta de gloria y esplendor, en este caso el poeta quiere referenciarnos la descripción correcta de la virgen a la cual va rindiendo tributo a lo largo del poemario.
Este es un poemario de fuerte contenido existencial, de exaltación y asombro, de dudas y deseos, de apocalipsis y devastaciones, pero que se va conjugando con esperanzas y gozos, con génesis y realización. Antagónicos, surrealistas, cielo/infierno que alumbran opacando la mirada; en resumen, realidad discernida y sopesada para entender la vida que se va volviendo compleja desde el momento que la ponemos en nuestra espalda y empezamos llevarla sintiendo el hastío del peso preguntándonos del por qué de esa carga.
También, aparece la figura de Eleanor (representando a la humanidad) a quien se le alienta a crecer, a seguir mirando al mundo por su ventana, a comprar colores para su piel, a comprar paisajes con puerta al jardín y sobre todo a luchar por los que la aman, huye hasta perderte/ y jamás vuelvas la vista hacia atrás.
Las bancas de los parques estaban cargadas de viejas cicatrices de recuerdos que jamás podrán ser borrados, buenos o malos, testigos de nuestra existencia, que nos acompañan hasta el final y después de éste, experiencias vividas, tal vez no deseadas pero que son los derroteros de nuestro yo ante los demás, por eso que algunos sueños aún no realizados, pero que se tienen en mente, son a veces de difícil concretización llegando a pensar que caminamos sin dirección el ir a no sé donde con los muñones de una utopía en la mano, muchas veces nos alejamos, huimos, nos exiliamos para no ser testigos ni del tiempo, ni del contexto que nos envuelve, hacemos lo posible por ocultar nuestra realidad, ya que un sin fin de dudas nos va carcomiendo la razón, nos sentimos solos y abandonados antes tal situación, por ello el deseo de envejecer en un rincón cualquiera/ a solas/ y morir de un vez para que todos te olviden. Y los testigos?, siempre hay testigos, nunca falta alguien que te observa, por más oculto que quieras hacer algo, por más sigiloso, por más escueto y lacónico que intentes tu despedida, siempre hay alguien o algo que te observa, no se puede negar que la verdad siempre sale a la luz, ya que ese espía está ahí, a tu lado, junto a ti, cuando sales en la noche un ojo tirado en el suelo te ve pasar y se encarga de informar de tu proceder, ¿soledad? ¿Reclamas soledad? Donde se huya ahí estará el testigo anónimo para informar lo que hacemos, es que este mundo es así, lo oculto siempre sale, por ello los días que pensaste salir corriendo no son más tuyos los jueves están rotos son de otros también, se fascinan ante tu desdicha, hacen alarde de tu caída, qué nos espera, sólo avanzar y seguir así nos estén vigilando, total, sólo ven, por ello la recomendación del poeta: hacer todo ello que satura un simple material de extinción inmediata la noche de papel con cráneos de papel/ Con ventosas de papel y esta vida de papel/ Para hacerlas pedacitos. Justamente ese papel deshecho que no es más que materia inservible se vuelve muchas veces mortaja de un ser que pasó al olvido y que unos cuantos extrañarán la vida en el suelo yacía cubierta con periódicos, cuando nos sentamos a recordar ese ayer que no pasó, sintiendo en el corazón los oleajes de la vida logramos divisar centurias de animalidad en el mundo que nos hacen sensibles adormecidos y es donde nos percatamos que sólo existen visiones de un barco sin rumbo sangrando sobre el mar y que estamos, queramos o no sentados sobre este vacío ubicuo que ahora nos circunda.
Las veces que intentamos escapar de nuestra realidad lo hacemos siguiendo nuestra propia huella ya que éstas nos indican donde estuvo el error y el acierto, es en ella donde corregiremos los desatinos cometidos cuántas veces te he seguido para marcharme de ti por que esa es la única forma de huir, el error no sólo conduce al error sino también a lo correcto porque en nuestra conciencia alguien nos dice que en torno a ti el mundo da vueltas por siempre.
Siempre que luchamos contra ese algo, ser inerte, sin vida, lo hacemos de manera silenciosa, pausada, sufriendo y gozándonos de aquello, pues no permitimos que ese sufrimiento sea ventilado o expuesto al sol, es sólo nuestro, sólo de su autor, pero cuando aquel mortífero sentimiento es sublimado hacia alguien, cuando es "culpa" del otro, es ahí donde el yo que se reconoce en el tú da un giro total involucrando a su semejante sintiendo que la causa no es el que yo esté aquí sino que tú también los estés y que te marches sin decirme nada, ese contacto con la muerte que te permite verle a la cara y hacerle frente en una batalla que desde antes ya se ha perdido hace sólo gritar al olvido que te habían crecido alas/ alas de ninfas para marcharte y nunca más volver/ sólo quedé yo/ excavando veinte años/ Para olvidarte y no sé si aún lo he logrado porque la vi abrir un agujero en la noche/ y meterse hasta no dejarse ver más. Pero los recuerdos no muchas veces son buenas compañías, nunca hacen bien, jamás forman parte del ritual sublime de la vida, los recuerdos nos pueden matar y hacernos llorar sin respetar horarios, éstos se presentan de súbito, nos hipnotizan y alejan de la realidad el incienso ahuma el cuarto donde sólo quedan/ Los fósiles de una sopa de sémola/ Abandonada hace siglos esperando por ti; el poeta sorprende con esta imagen porque hace una genial construcción humana gastronómica como base de recuerdo y fuente de inspiración en procura del que partió pero que nunca volverá cuando cierro los ojos y no estás/ no está el mundo/ y no existo yo y no existe nada a mi alrededor sintiendo esas irremediable voluntad de salir corriendo, de no hacer frente a tanto sufrimiento, de escapar de las huestes transgresoras, impías y desdichadas que sorprenden en cada reminiscencia y en cada retórica hecha a su favor voy a esconderme del mundo/ Huir donde el dolor tenga menos puñales y cuando no haya más salida, ni cielo donde ocultarte, ni rincón, ni árbol donde colgarte: Yo excavo para huir.
Eleanor sal de tu escondite/ Manda al diablo tu muerte es el grito universal de toda la humanidad, mandemos al diablo a la muerte y que no sea esa piedra que estorba al andar, y si es así de inevitable que no sea dolorosa, aunque la peculiaridad de la muerte es eso, dolor al que la padece y dolor a quien lo presencia, tus ojos permanecen aún pintados en un papel/ sobre un rincón hecho de olvidos que siempre recuerdo y un alud de terror se levantaba ante mis ojos/ la planicie de vacíos se esparcía por todos los rincones aprisionándome fuertemente en el silencio de tu grito que cada vez que suelo recordarte el dolor de estar cerca y lejos de tu presencia hace que me duela y goce sintiendo menos de ti, parece decirnos el poeta.
Jonnhy Barbieri es un poeta de los noventa que comenzó a marcar hito en el mundo de la poesía, a pesar de su gesta afable de bellos poemarios no es muy difundido por menesteres propios de grupos poéticos que suelen atinarse como lo mejor en producción literaria o que cuentan con un caudal de "manager" dispuesto a sacar el ojo con tal de ver a otros y no al mejor sobresalir. Leer a Barbieri es descubrir no sólo el pensamiento de los jóvenes de su tiempo, sino de ir en búsqueda de caminos hacía una realización insondable de la vida, la Virgen negra, Eleanor, y todo lo sangriento, mortífero, esperanzador, gozoso nace en un poemario que merece ser leído con mucha atención para ir descubriendo, al igual que los evangelios, nuevos significados cada día. No sólo me he quedado absorto ante los poemas, sino también exhortado a procurar un cambio aunque utópico a la vida que me precede, agradezco a Johnny y pido disculpas por haberme atrevido de interpretar de esta manera insulsa su poemario que dependiendo la visión de lectura que se tenga reluce nuevos brillos cada vez que se retorna a él, De la sierra central del Perú quedó petrificado/ Yo la vi morir/ Yo morí con ella.


I

Hay una virgen negra en la página veintitrés
con cabellos que despliegan albas de orfebrería
hosannas fotografiadas de perfil al pie de un despeñadero
una virgen alumbrada con teas de alambres oxidados
un esqueleto de luz que se levanta
sobre un piso de dominó cargado de espectros
se abren surcos sobre el charco que refleja
un cielo de azul cobalto
Dentro de un libro de defunciones que te contiene
mañana iré a ponerte rosas
a prenderte inciensos
y tú estarás en la página acostumbrada
con una luz alumbrando tu muerte.


III

Lo azul era pequeño
el raudo giro a la derecha era pequeño
el cielo poseía lo azul de tu confín soñado
lo sucio de tus ojos
dos nubes engrapadas a lo largo de tu existencia
el piso del cuarto estaba cargado de polvo
las bancas de los parques estaban cargadas de viejas cicatrices
un árbol sin hojas exhibía sus pulmones enfermos
un perro desconocido excavaba hasta perderse bajo la tierra
las calles estaban vacías largas como nunca
toda esa vastedad de imaginarte se había reducido
a un par de imágenes fijas monótonas
que se hacían indistinguibles
atrás quedaban los vanos gritos
los atajos a la noche
el ir a no sé donde con los muñones de una utopía
en la mano
sólo ir perderse largarse de inmediato
envejecer en un rincón cualquiera
a solas
y morir de una vez para que todos te olviden.


XXXI
Sobre el suelo baldío quedó atrapada su zapatilla roja
los días y los meses pasaron sin darnos cuenta
y una raya deleznable se abrió paso entre la realidad y yo
sus piernas lentamente fueron cayendo como succionados
por la tierra
con un hacha corté kilómetros de árboles para hacer
una fogata y calentar su cuerpo
clavé en la pared un horizonte con relieves de montañas
pinté en el suelo un río con cardúmenes fosforescentes
codornices en el aire volando hacia el norte
la tierra había engullido su cuerpo hasta el cuello
horrorizado corrí hacia la calle
llamé a todo el mundo y nadie me oía
busqué a mi madre y no la hallé nunca
mi padre había muerto hace algunos años
mi hijo no existía
regresé al cuarto y sólo vi su mano desvanecida
bajo un velador encendido y esa opacidad que la noche
traía consigo como una imagen onírica
repitiéndose inevitablemente una vez más.


XXXV
Virgen de basalto
en este día cargado de muerte
te pido que guíes los pasos de Eleanor
te pido que le bajes los frutos porque ella es pequeña
desquiciada no tiene ojos
está decrépita y se desangra.


XXXVI
Al sur está Eleanor
tejiendo sobre un tapiz el instante de su muerte
al sur está el dorsal quebrado
al sur está mi patria sin ruedas
al sur está la vuelta a la luz
que ilumina el mundo.


XXXVII
Un candelabro alumbra Europa
desde aquí lo veo
desde esta terraza anacrónica donde el horizonte
nos muestra Lima bajo un invierno gris
allí creció tus sueños de recorrer el mundo
pero aún estás aquí
entre nosotros
comprando los colores más intensos para pintar
Europa con sus ciudades y sus mares
y pintarle nuevos ríos y nuevas llanuras
barcazas de hojalata para echarlas a andar
por el mediterráneo
de papel serán los murciélagos
las islas serán violetas con cadáveres de pájaros
del subterráneo harás crecer alambreras con buitres colgados
y crearás rascacielos pondrás alas a los lagos
de negro pintarás las lamentaciones
las tinieblas lo harás verde safari
la espina dorsal del continente sangrará sangre azul
los frutos crecerán por el septentrión
el Sena se levantará y huirá por los Pirineos
Europa será un horror
un horror que tú quisiste crear
un bello horror que se fue contigo.


XXXVIII
Aquella muchacha senil está colgada el martes
conocí su color oscuro
su tristeza subterránea
su corazón roto regado por el suelo
desempacaba equipajes de un viaje que nunca emprendió
sé que odiaba los espacios cerrados
la multitud estática desconocida llena de tribulaciones
los edificios que oscurecían las calles
Aquella mujer tenía la cabeza tirada en el suelo
nueces amontonadas al pie de un retrato familiar
flores que crecían sobre la alfombra descolorida
clavaba montañas con nubes negras y lluvias
que caían sólo para ella
encendía inciensos para crear bosques de humo
que se extendían por toda la tierra
la mujer que estaba muerta sacó su cuerpo de su catafalco
tomó su muerte y la aventó por la ventana.

miércoles, febrero 21, 2007

CARNE DE MI CARNE de Johnny Barbieri




CARNE DE MI CARNE, Johnny Barbieri, Ed. Noble Katerba. Lima, 2002; 50 pp. *

Por: Carlos Valencia

Principalmente la inspiración central del poeta es la nocturnidad, así como el tánatos que es un manantial de producción del proceso creador, en otras palabras, -un poemario thriller- espeluznante, enigmático. Algunas pistas, “día tras día nocturno siempre” p. 11. La noche tiene su luz que son las estrellas, que nos sugiere un tono picaresco soterrado, leamos, “cubrirnos lentamente el rostro / para que nadie nos vea desnudarnos bajo la luz de la noche” p. 13.
En otro aspecto veamos el cromatismo -del color rojo- en una multiplicidad de enfoques.
“Sangre anónima que va pintando el cuarto
de suplicios rojos torturas rojas verdugos rojos
de aullidos rojos que no callan jamás. p. 15
Descubrimos el poema del encuadre para el título del poemario.
“Si hablas hacia atrás
mira las paredes que han alzado sus manos
si hablas hacia atrás
escucha cuando la noche acorta la distancia de estas
paredes
que van creciendo hasta tocar mi carne
carne de mi carne
hueso de mis huesos
la noche nos sepulta para afuera
para el aire para el jardín p. 17
La mortandad, lo onírico -que resulta ser- lo tenebroso, Barbieri es un espectador alucinado de pintores, en medio de una regresión personal con estos. Existe esta palabra que surte efecto de estructuración a lo largo del poemario, El Conticinio. Hora de la noche
En que todo está en silencio... Y notamos sus consecuencias de soledad, silencio, fabulación.

“Dos gatos se han servido de la cena de Juan y la noche ha crecido” p. 21.
Dentro de todos los creadores - escritores, los poetas son losseres que pueden concebir la introspección de una manera más plena. El poeta es el ser más solo en el mundo.
“Hay un desierto al este por donde sale el sol
por ratos camino a solas
recordando cosas y cosas
hasta que llega la hora de volver
y estoy solo
solo otra vez con un atado de nervios
y un silencio sepulcral. p. 29
Barbieri, presenta de dos modos el existencialismo, primero, como la terminación y la urgencia de la muerte. Los existencialistas reaccionan contra nuestra tendencia a disimularnos esta verdad primordial, que nuestra vida se dirige a la muerte. Y segundo, la soledad y el secreto. Todo ser humano tiene la tendencia a sentirse solo e indiviso frente a los demás. Estas influencias también se perciben en sus otros poemarios publicados. Poemas muy notables de un contenido simbólico-laberíntico, al poeta siempre lo dejan que sea, Barbieri se ha influenciado de sí mismo y nos muestra la puerta de la catedral que no quiere tocar apuesta a ser antiredentor.
Yo he visto ha Dios tan pequeñito
huyendo de la aritmética
lo he visto a oscuras en mi esquina
desnudándose...(p. 45)
La ciudad de Lima es puesta en atención como un problemasocial. Con respecto a expresiones en lo que en semántica es acuñada como mención, de un típico titular de la prensa, que no es necesario citar. Aunque sí, a las damas de la noche.
La cuenta regresiva esta pactada en algunos versos, donde el poeta hace una declaración tanática. Sigmund Freud, con ayuda del sicoanálisis, manifiesta que detrás del tánatos esta el eros. En un estado latente. Pero con significado de vida, vitalidad y el campo semántico que pueda abarcar. La dualidad vida / muerte, entendiendo la vida como creación, unión, nacimiento.
Necesito un color y una bala en la sien
la agudeza para verte a través del vidrio
del humor nocturno donde tú habitas
total parcial inmensa ...( p. 34)
Expectativas que no lograron su objetivo, de proyectos inalcanzables en un poeta comulgando con el tiempo, en su habitación, en el desierto, viajando en tren al centro del Perú, donde allí cuelga y descuelga sus ilusiones. Anuncia el amigo Johnny Barbieri, que en su quinto poemario desborda voz auténtica e inapelable, que nos ilumina ya sea como lectores o críticos, que, hoy en día no hay tanta diferencia. Un brindis por ello y que sigan los éxitos para el fundador de la agrupación poética Noble Katerba.

* Publicado en el suplemento de la revista Olandina – Lima- Perú, Mayo/agosto de 2003.

domingo, diciembre 10, 2006


Antología mínima de CARNE DE MI CARNE (2002) de Johnny Barbieri
TRES

Camino oblicuo por donde retornas
caballo emplumado
fantasma de las sábanas blancas del cuarto oscuro
con tu paso pausado
llegas libre
sangre anónima que va pintando el cuarto
de suplicios rojos torturas rojas verdugos rojos
de aullidos rojos que no callan jamás
puñado de ojos rojos
puñado de peces y de pájaros
nada más
nada más que un puñado de horror
para morir cuando tú no estás
caballo ascético
pequeño caballo para este espacio empequeñecido
para este infierno que está clavado en mi pecho
ahora que sólo soy yo y mi gato y mi coñac
para beber hasta el amanecer
mientras voy de un lugar a otro
recorriendo calles y calles
siempre las mismas calles repitiéndose
Sólo yo busco volver hacia el lugar correcto
hacia el camino correcto por donde retornas
caballo agujereado
camino que se ha hecho interminable para recorrerla
veinte veces durante veinte años
a donde el destino quiera llevarnos.

SEIS
Veintidós flores han crecido en el jardín del horror con el miedo de Juan
Cuatro caballos han muerto sacrificados uno tras otro por el amor a los niños pobres como Juan
Los ojos azules de Juan han desaparecido robados por un ladrón de Dvorak para venderlos en un mercado de baratijas
Dos gatos se han servido de la cena de Juan y la noche ha crecido por dentro hasta hacerse un manojo de lumbre para iluminar el abismo por donde caigo todos los días
Los vuelos de las aves son flechas que Juan va tirando con destreza hacia el horizonte donde nace la vía láctea
Trescientos veinte cuerpos fueron apuñalados en un tranvía que va al sur en presencia de Juan y Juan ha llorado por todos y la luz se ha hecho monótona desde entonces a los ojos de Juan
Un hombre pobre como Juan palidece en un rincón de la noche donde la náusea exhuma memorias casi inaprensibles
Doce gotas de agua mojan el miedo de Juan
Un ladrillo edifica la historia de Juan
Juan hijo de Rená vive entre nosotros y está creciendo a nuestro lado.


DIEZ
Cuatro espaldas decrépitas componen las paredes de mi casa
los ojos miopes son las ventanas por donde entra el verano
con sus viejas trivialidades ya olvidadas
la puerta es una enorme boca con incisivos amarillos
hay una oreja roja diseccionada
una luz tenue dispersa
y un surco de centellas abriéndose paso por donde
crece la hierba
En una de las espaldas he pintado el mar
y sobre ella un navío en llamas
y sobre el navío un caballo de obsidiana huyendo
despavorido por el campo
En mi sala hay muebles de cristal
una mesilla de mimbre
dos candelabros
y una utopía despedazada tirada por el suelo
En la ventana
tengo una estatua de sal de Dios en el horizonte
creando el mundo
allí está la griega mirándonos a través del vidrio
allí están sus grandes ojos buscándonos
de lado a lado por toda una vida
Tengo un perro con espuelas y con la noche rabiosa
es negro
y tiene hormigas en la espalda
En mi habitación hay veintitrés flores petrificadas
un rayo clavado en el suelo
algunas calles desconocidas por donde
voy huyendo de la noche
Tengo por espejo un lago
una hielera de días de invierno
cuatro ranas muertas colgando de la vieja vitrina
Hay un desierto al este por donde sale el sol
por ratos camino a solas
recordando cosas y cosas
hasta que llega la hora de volver
y estoy solo
solo otra vez con un atado de nervios
y un silencio sepulcral
quizás hubiese preferido abandonarlo todo
ir a París puntual a los diecisiete años
casarme con la griega en Santander
dosificar mejor estos martes interminables
Pound estaría mejor acomodado en mi cajón
y yo ya no estaría buscando a nadie
por estas cuatro paredes del cuarto donde me desangro
hasta morir.


DIECISIETE
Un ataúd para Rosa Vrúbel
busco un ataúd rojo para sus escupitajos
una hora del día para construirle el camino
por donde irá exhumando muertes
Rosa náutica Rosa ascética Rosa agnóstica
toda rosa reluciente
María Rosa Vrúbel tuvo para sí
los fantasmas que llegaban por las tardes
y se tragaban la luz de sus ojos
Cogí una rosa del jardín
y la rosa me clavó sus espinas y me cortó las venas
habitó mi alcoba
mezcló su sangre con la mía
se amarró a mi cuerpo por siglos
La rosa se hizo un puñado de lumbre
e iluminó la vida mi vida
ésta vida que escogí para vivirla
tirada hacia las cosas que más amo
hacia la real irrealidad de siempre
allí donde estoy atado a tu piel
a tus entrañas
a tu Cracovia natal
Rosa Vrúbel tiene la edad de la media luna
el cuerpo de los quejidos que nadie soporta
tiene por sueño la podredumbre de los pasos
que se van para no volver
de las mariposas que vuelan y se parten en dos
en DOS largos gritos
Es dos de octubre y los árboles se parten en dos dos veces
en dos las rosas
en dos los caminos por donde regreso a casa
Rosa es la noche dos veces
Rosa las constelaciones dos veces
El recuerdo de Rosa crece en este rincón donde
está pintada con sus senos pequeños
sus violines sus murciélagos su migraña
su cárcel sus balas sus tatuajes sus traumas
y etc etc etc.


VEINTE

Lo único real son mis manos clavadas en la pared
y mi caballo ciego tropezando por la habitación
mi pequeño caballo muerto
por esta habitación sin puertas ni ventanas
ni luz ni espacio
sólo espaldas sólo siluetas
sólo la soledad clavada junto a mí
lo demás son puras palabras
allá afuera
es trece de octubre
y hay sol y hay muchos caballos vivos
y está BUKOWSKI amarilleándose hoja por hoja
y un pájaro expuesto al sol amarilleándose
y un árbol frente a la casa amarilleándose dos veces
Pablo toma un arma y va a morir al patio
María pinta sus senos de azul
y sale a la calle a comprar legumbres
allá afuera
los obreros están trabajando
las mujeres están vendiéndose en las esquinas
es Lima
y una vez más
sólo queda vestirse con un necio disfraz
para gritarle a todo el mundo que estás bien
que estarás bien por el resto de tu vida
pero ya nada importa
hace muchos años que ya nada importa
no importas tú
y no importo yo
Allá afuera Manuel tiene una patria
Efraín tiene un jardín con lirios rotos
y una mujer con un arco iris grabado en la espalda
Cecilia lava ropa por las mañanas y cuenta
las estrellas por las noches
tiene un hermano pequeño
dos meses de gestación
y un triángulo isósceles enrollado a su cintura
Aquí adentro
sólo estoy yo
sin patria
sin jardín
y sin estrellas en la noche
sólo con un candelabro encendido
y algunos cráneos tirados por el suelo
pero yo estoy aquí
y eso es lo que cuenta.

viernes, diciembre 08, 2006


CARNE DE MI CARNE, Johnny Barbieri, Ed. Noble Katerba. Lima, 2002; 50 pp.

Por: Enrique Cortez


Hacia lo nocturno

Versos sobre la huída, sobre el itinerario de un cuerpo que siente la noche, que se pierde en lo nocturno, pero no en su oscuridad, podríamos apuntar como inicio de este intento por hacer legibles los poemas del nuevo poemario de Johnny Barbieri.
No en su oscuridad, digo, porque las situaciones, los espacios, los objetos son visibles. La idea de nocturnidad, en cambio, presenta ribetes metafísicos. Esta noción de lo nocturno que lo devora todo, que se funde con la voz del sujeto del discurso en sus poemas, no corresponde al padecimiento del cuerpo, expresado de modo inmejorable por San Juan de la Cruz. Es una nocturnidad alucinada, paranoica, que a su paso deja nombres, cuerpos, afectos, gatos, para perderse sin destino, huyendo de sí gracias al presentimiento de conseguir un yo más duradero. Esa “mismidad” que se prevé, se promete como posibilidad en lo nocturno.
La presencia felina, noción que semánticamente está asociada a lo nocturno, también me permite colegir un ambiente gótico. La experiencia de lo gótico, asegurada por la configuración de los espacios, de los ritos, de los objetos, es siempre una búsqueda de sí. Y si bien es silenciosa, expresa la paradoja que supone hacer visible lo oscuro. Esta oscuridad que podría ser metafísica es también en el caso de lo gótico una teatralización, una puesta en escena. La distancia entre el sentimiento gótico y lo gótico como ejecución, como obra, es la distancia entre el querer y el ser. Sin embargo, pienso que de lo gótico, como estética, sólo nos quedan las formas.
Capítulo aparte, los poemas de Barbieri, tienen el mérito de articularse en una totalidad. En ese sentido, el uso de notas a pie de página es un acierto, pues dota a sus versos de una extraña verosimilitud: la del exegeta.
En el poemario, la existencia de este exegeta nos refiere la presencia de una entidad superior o externa al sujeto del discurso de los poemas. Una entidad que permite pensar en el gesto autoconciente de la escritura en su conjunto y que relaciona sus poemas con algunas operaciones de la estética posmodernista.
Finalmente, creo que Carne de mi carne tiene una propuesta trabajada también en el nivel de la musicalidad que merece atenderse.

domingo, setiembre 10, 2006

Antología mínima de Jugando a ser Dios (2000) de Johnny Barbieri

LA MULTIPLICACIÓN DE LOS PANES

Estoy frente a Zelda
en Port-au-Prince
frente a la acostumbrada necesidad de volver
a intentarlo todo una vez más
Avanzo a ciegas
camino un largo trecho a ciegas
nadie está conmigo
la tarde crea geometrías y bosquejos
de una soledad que sólo yo entiendo
avanzo y un ruido ciego avanza conmigo
Ronsard avanza conmigo
un vacío en la pared avanza conmigo
En este pequeño espacio
donde la benzedrina avanza sin rumbo
sólo estoy yo y un puñado de recuerdos
atrás queda
Drummond
Desnos
el caballo que se fue
la casa roja y su rincón de cristal
el rapto de Helena
el silencio en el Peloponeso
Allí está Zelda
tras el haz de luz
repitiéndose
y la noche que se hace negra después del silencio
repitiéndose
está la piedra repitiéndose
el pan multiplicándose
y la sombra es sombra mil veces
y el silencio mil veces más silencio que de costumbre
y estás tú con tu café y tus vómitos
parado en medio de un mundo que crece
entorno a un sinfín de nadas
Nada somos
Nada Juan atrás un retrato cubista
1966 tú tartufo ese pedacito de papel
Nada somos
N A D A


ESTE ES MI PACTO

Hacia el Helesponto
sobre caballos de sal
veinte Pedros hemos pasado
aquella línea divisoria entre lo real
y lo irreal
entre la razón
y la sin razón
entre el ir tejiendo caminos para andar
y el volver al viejo sendero a un bosque de huesos
y deseos
Veinte profetas desde Bizancio
al Sinaí
desde Batavia
a Oaxaca
Pedro tenía una estrella y un ratón
un hoyo inmenso atado a su espalda
un lago senil con bufeos de oro y escualos
de luces fosforescentes
nadando en semicírculos
caminó todos los caminos
alcanzó todas las distancias
pero se negó a cruzar ese vacío aciago
de perderse en medio del dolor
ese criadero de recuerdos inmemorables
y el día y la noche
pasó sobre sus hombros
y el espacio se hizo más pequeño
más real
más cuarto lleno de cuartos pequeños
empequeñecidos
La piara de Epicuro desbordó el espacio
ese espacio silencioso que hay entre tu cuerpo y el mío
entre la náusea y Schopenhauer
entre el mármol y la espalda que se quiebra
de un golpe
y se rompe como un jarrón
como un jardín
como una hoja de Eclesiastés
como un poema de Li Po
Hacia el lado de los seres que se entrelazan
en medio del dolor
Este es mi pacto
mi palabra
la vela encendida para alumbrar el mundo
MUNDO MÁGICO
Allí yace un cerebro de cristal
Abaddón creciendo bajo la sombra
allí Faulkner sobre la hierba seca
allí los lagartos multiplicados
apoderándose de nuestros cuerpos
siempre cuerpos diseccionados / Judaicos
asesinados todos
partidos por un rayo
clavados por una lanza
sobre la tierra
y era la tierra inmensa
grande inmensamente grande
inalcanzable a nuestros ojos
a los ojos humanos
ciegos
Homero me observa
y yo lo observo
sus ojos volaron en p e d a z o s.

EL JUICIO FINAL

Once vellocinos negros con golondrinas multicolores
vuelan al horizonte en Santander
perdices de titiriteros en Génova
una paloma se posa en el ala derecha
del alero de la casa donde estoy yo
entrelazado a mis sueños
el sol refleja sobre el mármol grandes
nardos para deshojar
Estoy como al principio
cayendo vertiginosamente
sobre mis propias culpas
nada me detiene
pronto huiré de todo esto
Huyendo para atrás
tomaré el sur
el viejo hoyo en la pared
y saldré con mis penas a ocultarme
bajo estas piedras raras
estas pequeñas piedras raras talladas de langostas
y águilas de Aleph que vuelan ciegas
bajo el raso cielo azul
Once negros vellocinos con golondrinas
escapan para no volver jamás
Duchamp
pensaría golondrinas dadaístas de cristal
volando en la noche
bajo la luna rota
sobre Port-au-Prince
Todos han muerto
nada queda
once flores crecen en el desierto del Sinahí
y son flores negras flores pálidas
flores imperfectas flores imbéciles
flores que parecen flores y crecen
para deshojarlas.


AMO EL MUNDO

Yo también amo el mundo
pintándola en las paredes de los burdeles
amo el mundo repitiendo en las calles
esos movimientos monótonos
de ir y venir
ir y venir
ir
Monsieur Brakett
yo amo el mundo
intentando huir
de los que como usted van creciendo en el umbral
pegado a la pared
van creciendo en línea recta y van girando también
en línea recta
creando una caída recta
de pájaros que vuelan
un trayecto recto
Kierkegaard lo entendería mejor
la felicidad terrena como una trivialidad mundana
repitiéndose en medio del caos
Epicuro
Feuerbach
Banchi de las calles de Lima de 1986
Lima roja rosa rota para andar
desde el Cristo crucificado
al centro de este mundo real / irreal
un lugar para Voltaire
para ir y venir
ser o no ser
el velo de novia en medio de la noche
el caballo negro
lo total
Descartes en medio de esta irracionalidad
de andar aquel camino
después del camino que se ha emprendido
toda la vida
Yo también amo el mundo
tirando para atrás
mis redes con sus peces de cera
nihilistas del lado mayor
Heidegger - de entre todos
hijos de hojalata
hojas de un cuaderno de apuntes
de un viaje a Berlín
antagonistas de la nada
opuestos de sí
yo amo el mundo
y el mundo me ama a mí.


JUGANDO A SER DIOS

A los inmortales de San Carlos

Tengo el día y la noche - dispuestos en O
sobre un mundo ordinario que gira por mis dedos ingleses
como un ave de carroña sucia y siniestra
en mi habitación
Tengo el recto de un otoño escandinavo para crear
la luna y los jardines babilónicos
la rosa más pura
los anuncios comerciales de las grandes ciudades
- iluminados todos
Si ando el mar se abre en dos como un pan
si caigo caen los árboles y las ideas prominentes
de los hombres ilustres
de los griegos como Platón y Prometeo
de los romanos después de la belleza
desnuda y monótona
Si acaso duermo se apaga la lámpara del cuarto
y el firmamento oscurece con todos sus planetas
y si lloro todos los ríos de la tierra se secan
y el cielo cae gota a gota
sobre nuestras reducidas cabezas
cabeza antisemita de un dictador que cruza
la calle en cruz
gozoso de su día
repasando su paso de Dios milanés
su camino a los consejos de guerra
a la mula Arbizueta y a su sexo inferior / tercermundista
Soy español en el lenguaje que escupo
en el lenguaje que hablo
y deploro a los fieles indígenas
El judío que enfermó y murió de inanición en una cárcel
de Varsovia
heterodoxo
mahometano puro
el hombre común
Ramón Collar
Gallo Casio
la belleza de los conejos blancos como la nieve
que se deshace en mis manos
quebradizo como el ozono
Tengo por madre a Safo
y por padre también a Safo
a la mujer de los bemoles y los tigres
de los rayos del sol por la ventana
ABIERTA A LAS MUDANZAS
Y A LOS ROLES DE SOÑAR
UNA MAÑANA CON ESA BELLEZA
MUERTA
Y ESOS SONIDOS REPITIÉNDOSE
SILENCIOSAMENTE
Nací en Lima con los alambres flecheros y
la revolución negra
con el oso polar y la lluvia de cinco meses
de gestación
con esa lluvia de semillas olorosas
y amarillas como el virus
En voz baja
hablo a los heridos del invierno ruso
al color de Beatriz y al olor de sus muslos en el lecho
nupcial
y a la piedra herida
y a los buscados por la ley
y a Cuba revolucionaria
y a Buenos Aires cosmopolita y a sus mujeres
desnudas de aquella imaginación
que viene a un ritmo de caballo
pétreo de lógica
cerrado del cuarto más pequeño de la habitación
en la esquina antidiluviana y exótica
Al oficio de Dios
que crea los espacios para moverse en el vientre
materno
Yo creo el universo / la vía láctea
a Horacio saliendo de su cámara de gas
y a Rimbaud en la prensa neoyorkina
Hago la historia como hago el sexo con Banchi
y con la muchacha occidental
Natasha Nikoláievna de San Petersburgo
y del asceta
y de los corceles alados e iluminados
verdes de piel
Homero me observa y estoy verde de piel
como un sapo
como los pedazos del sapo
del hongo de Baviera indistinguible
y cómo si soy Dios
y cómo si soy el Diablo andaluz de cuatro patas
y abetuno mi cara para la guerra interminable
y abetuno mi Everest para romperte
los jarrones chinos
Berlín con su muro de mierda
la aldea oscura sobre la tierra desierta
la mala racha como la cinta roja
que hay que cortar
el mismo nervio umbilical que une mi ser
y el tuyo
hay que cortarla de su rabo
como a los perros pequeños
hay que sacarle los ojos para que no
vea a nadie
ni a sí mismo
frente al espejo del lago
Tengo el tiempo y los pinares
los techos de este cuarto y de este mundo
arranco los dedos de sus férulas
rechino los dientes para hacer temblar la tierra
con sus ciudades y sus mares
y lloro por África
me suicido por Somalia
por los campos de refugiados
por los niños palúdicos
por las máquinas palúdicas
con vida y con forma falsa como el palo asmático
que te llena
te revienta en franjas
rojas y blancas
en la edad de Luis XIV - Rey de Francia
del Conde Leautréamont del Maldoror
puro sin cuerpo alucinante
y blanco
y Rey
y todo Dios salido de las aguas
y todo lo que soy
y todo lo que suelo decir a todos que soy
el cerdo y el buey blindado sobre tus detalles
tus senos tu sexo tu Madrid tu Roma
tu París tu cáncer tu oro tu fe
tu Río de Janeiro de 1990
tu prostituta preferida tu alcohol
tu blusa maternal
irás a la iglesia
rezarás por los dos un padre nuestro
fumarás una dosis de más
tendrás mi edad y yo tendré tu camino
angosto y desconocido
oirás mis pasos
y yo oiré el fuego que sale por tu boca
desnaturalizado
con Basho y Lao-Tsé
con el lado horroroso de las falsas apariencias
y la rata azul
En el hotel hasta cuando nos llamen
en el poyo hasta cuando vengan por
nosotros a llevarnos a los infiernos
cuando te mires en el pasado
cuando logres extraer un piojo de tu corazón
es ser
el revés y el rubí
las flores de papel
el cero en el rincón del confín del cuarto
sobre la silla rota de la pata trasera del sistema
los cuatro antagónicos Ayar del hogar
la visión en una constante absurda
allí Mahar y Kahar
con su cerebro mezquino y rojo
roja tu barbilla rojo tu Charleville
rojo tu ano rojo de amor
de un fin que cae
y se sienta a la mesa
y nos habla de un mañana
de un lugar grande y azul
perfecto para todos
para el constante temor a los designios inesperados
y los prejuicios nauseabundos
a la rima y a la moral estúpida
la fruta prohibida
un lugar asesinado y dulce
y correr y asirse del camino
más iluminado
y encontrar al primer hombre
y amarlo
y encontrar a la primera mujer
y amarla dos veces
y encontrar a Dios
y amarlo toda la vida
aunque ya nadie responda por él.

miércoles, agosto 23, 2006


Antología mínima de MAKA (1999) de Johnny Barbieri

LOS PERROS DE HOPKINS

Hubo un perro que creció por la derecha
alto y libre entre muchos otros
marginal cuando lo matices
no armonizaban sus dolores
aquellos dolores enormes e interminables
que se pegaban a las paredes
a esas paredes sucias de Lima en otoño
donde también nosotros crecimos de cara
a los vanos recuerdos
un perro baldío y un corazón dispuesto
a llenarse de tatuajes el alma
un perro en el umbral
un perro en la confitería
un perro equivocadamente perro como muchos
porque le dio asco ser una jauría y ladrar como todos
para no morir con una bala en la panza
lo conozco
nació conmigo embebido de falsas manías
académico y creyente
lo recuerdo porque dimos juntos los primeros pasos
caminamos los mismos caminos vertiendo
lágrimas diferentes
Hubo un hombre que era un perro persiguiendo
gatos pintados en las aceras
tomó un arma y derribó algunos pájaros
se hizo perro miliciano
asmático y suicida
fue héroe de su propia piedad
de sus propios espectros
lo conozco como me conozco yo
porque lo soñé temblando en un rincón del cuarto
porque lo escuché en el silencio de un blues
siglos y siglos
yo estuve entre cuatro paredes solo y desnudo
delgado hasta los huesos
arrancándome las penas para no morir más
arrancándome lo que soy
arrancándome lo que he sido cien veces
a espaldas de todo el mundo
Esta es mi vida y este es mi revés
soy yo y eres tú querido perro maldito
pero hoy
yo me adhiero a tus penas y a tus sueños.


X. 180 MIL HISTORIAS PARA LA VIDA DE UN MUCHACHO QUE LLEGÓ A SER UN VENDEDOR DE LIBROS

Con los años se llenó de verdes escamas la piel y los sueños
hijo de un viejo retrato olvidado en el estante
hacedor de caminos con caminantes inmóviles
de caminantes con caminos que se paran y se van andando
sin volver para atrás
inmenso como su río de orín que humedecía las paredes vecinas
después de llegar cada domingo con los billetes del secreto
de atravesar las puertas más impenetrables
Héroe en deshojar los libros de ficción para pegarlos
En las ventanas de los burdeles
de los pecados que advertían una mente absurda y psicótica
con su bigote respingado y sus botas de cuero negro
que de vez en vez lustraba
hacedor de la luz envuelto en trapos viejos y herméticos
viento silencioso y largo
rostro perdido robado pintado de memoria
nació con la corbata ajustada al cuello
con los caballos ciegos corriendo sin rumbo
con la luna hecho pedazos
se enamoró de un leopardo de plata
de un puente colgante al que atravesaba por las tardes
se enamoró de una lumbre en la ventana
de una espalda blanca esculpida sobre la roca
mojada por la lluvia
lo hallé en el camino
habiendo superado todos los caminos habituales
intentaba alcanzar una fina raya en la tierra
una luz para iluminar el recorrido largo de sus venas
una verde manía de intentarlo todo
hasta la locura de ir hacia el norte para crear el sur
para crear un gran camino que conduzca
a una vejez bella y memorable
una vejez de 1990
con un libro bajo el brazo
veinte metros de silencio
y 180 mil historias que recordar.


LA SEMANA DE LOS 7 INVIERNOS

Y yo la he visto alzarse como un hongo
sobre esta realidad indescriptible
con sus extremos viciosos
y su luna europea en el camino de siempre
bajo esas posibilidades de elaborar las cosas – dos veces
con la exactitud acostumbrada
Yo la he visto atenazada al cadáver de un perro pequeño
estremecerse por las noches con el filo del asfalto
con la mortaja de los cuerpos muertos
de amigos y hermanos
La semana de 7 paredes y un corredor interminable
7
7 cifras
espacios y 7
para trayectorias
7 para andar
conciencias por estos 7 caminos

7 inviernos silenciosos

Yo la he visto hablar con la lógica de una niña de doce años
llorar a mares por aquellos recuerdos
de una época que jamás olvidó
partir el pan por la mitad
tomar el vino con la imperiosidad de siempre
con los ojos cerrados al pie de una Lima infernal
con el invierno sobre los hombros
eludiendo las miradas
pero yo la he visto en el lago con la noche final
y las sábanas sucias en el hotel
oculta bajo las sombras
con una guitarra vieja intentando un jazz
con sus cabellos sueltos y un puñal en la mano
gritando un nombre con odio
y luego un nombre con amor
la he visto en un libro francés
en un poema de Baudelaire
en una calle de la Habana cantando entre dientes
una canción de nueva trova
delirando en alta voz
la he visto como una estatua
descalza
raquítica
sucia
fantasmal
oyendo su nombre en todos los rincones
leyendo las palmas de las manos
pintando de esmalte rojo su seno izquierdo
como a sus uñas
bebiendo hasta la D
hablando de política en la mesa
Yo la he visto en una gran torre
intentando el suicidio ansiado
cambiando de traje para ir a los circos
ocupando la butaca más lejana
la he visto jugar en el mar
y hacer castillos de civilizaciones antiguas
escoger sus recuerdos sus sueños
sus verdades sus temores
saludar a los vecinos con indiferencia
fumar un cigarro
hablar por teléfono horas y horas
dormir hasta pasado el medio día
Sabía su número y la echó a los perros
sabía su nombre su cuerpo
su color su mañana
tuvo 6 hijos
un esposo y muchos fracasos
ella es mi MADRE
y aún su oficio consiste
en crear el amor las palabras
y los momentos bellamente inolvidables.

domingo, agosto 13, 2006



JOHNNY BARBIERI Y UNA POÉTICA DE LA UBICUIDAD*


Por: Antonio Sarmiento

Cuando en 1993 se publicó Branda y La Mesón de los Pandos de Johnny Barbieri, gran parte de la crítica no reparó en las excelencias de este poemario que prácticamente pasó desapercibido y que, desde entonces, se mantuvo en una posición bastante insular. Pero a nuestro juicio, este libro, es uno de los emblemáticos de la poesía de los noventa, el cual, junto con otro paradigmático como Boletos de Lorenzo Elguero (también publicado en la misma fecha) cristaliza una de las tendencias surgidas en la década pasada: la metavanguardista, que asume la aventura interior de esos años. Dentro de un amplio registro expresivo, Barbieri acuña una técnica de tipo simultaneísta (se convocan diversos tiempos, ciudades, personajes) desarrollándose dentro de una línea experimental y muy lírica a la vez, en donde se guarece una mujer-signo: Branda. Este poemario consigue transmitir una atmósfera surreal, altamente sugerente y cosmopolita, que contiene ciertas reminiscencias con la Casa de cartón de Martín Adán y Nadja de André Breton. El libro azul, editado en 1996, representó una aventura y un desafío mayor para la escritura de Barbieri y para la poesía joven del noventa. Dentro de una sólida estructura abigarrada de referencias cognitivas e intertextuales –que evocan una experiencia desintegradora- los espacios de la escritura aparecen rotos, comprimidos y desechos. Pero en medio de este caos verbal, asumido como uno de sus principales riesgos y limitaciones, siempre hay un hilo conductor reflejado simbólicamente mediante la utilización de toda una comunidad de signos, formas e imágenes que se incrustan en el texto. Hay en todo ello una clara intención liberadora de ir más allá de ese laberinto o de las fronteras que suponen los hitos del lenguaje. Existe aquí toda una experiencia reordenadora de aquellas imágenes fragmentadas para así acceder a la deseada espiritualidad, a ese baño lustral y cósmico (intención observable desde el dibujo de la portada). Maka (1999) retoma la línea inaugurada por “Branda” aún cuando no consigue mantener el desgarrado ritmo a borbotones de ese libro inicial. Sin embargo, la vitalidad y el discurso progresivo y ascendente, que caracterizan los periodos extensos de su poesía, le permitirán esta vez expresar un acento más límpido que luego cristalizará en un espléndido conjunto de poemas, titulado Jugando a ser Dios (2000) en donde la madurez conceptual se da de manera libérrima y desplegada en el tiempo para evocar un mundo representado, sólido y sugerente, que le permitirán adentrarse en ese ámbito iluminado y profético de la palabra poética, en el mismo verbo adánico, en el propio fiat lux creador que nos traslada hacia horizontes mágicos y ficcionales. La frase creacionista de Vicente Huidobro: “El poeta es un pequeño Dios” puede asociarse a la imagen que da título a la obra; pero mientras el notable vate chileno esgrimía una poética casi ultra estética, Barbieri confiere a su poesía una actitud mucho más vital, de sangrante humanidad. De allí que vida y poesía están indisolublemente ligadas hacia la búsqueda de la esencia y del origen que, finalmente, se han de resolver en una especie de evangelio personal en donde el grueso de imágenes y el ludismo verbal trasegan y sudan humanidad. A pesar de que los poemarios de Johnny Barbieri han tenido poca fortuna de difusión, producto de la displicencia de ciertos críticos locales, más atentos a conveniencias y favoritismos; sin embargo, este vate siempre ocupó un lugar destacado y demuestra con talento el alto nivel alcanzado por la poesía de los años noventa.


*Publicado en la revista Olandina Nº 13, julio/octubre de 2001

viernes, agosto 11, 2006


Antología mínima de El Libro Azul (1996) de Johnny Barbieri

TIEMPOS DE KARMA

1
Volver a la boca de los peces primitivos
a este lado ordinario de la acera de alguna calle
de Lima
llegar a la cola de los herejes para arrancarlos
de todas las plantaciones
de los espacios inextinguibles en medio de los hornos donde
se diluye el oro fabuloso de los sueños
el oro en tu cabellera repugnante y falsa cuando eres
la idea superpuesta en un cuerpo perfecto
Tiempos de Karma
desde los dedales azules como el mar
sobre la supremacía de los árboles dispersados por toda
la tierra
Tiempos de los gemidos cuando se hace el sexo fuera
del cuarto acostumbrado
de la hora que por temor
acostumbramos dejar del lado más salvaje
del lado de la herradura que promete una vida
sin malos augurios
una carcelera absurda para las horas no vividas
para el número impar
que se clava en tu pecho
y revienta

2
Volver a la vida vegetal extraordinaria
a ese lado neurótico que aprisiona y nada
puede anunciar
desde los lugares imaginados donde
hemos dejado correr aquel extraño
que devora la casa y sus rincones viejos
caer a ese cuerpo adicto cuando
la esperanza
nos sube por la pierna derecha
y nos ilumina los viejos lados del camino
las corolas que ya no existen
el cuerpo elegido para el sacrificio
de los viernes
y la verdad nos ciega
la realidad nos envuelve por el aire
a un estado irracional e inadmisible

3
Volver al ciego que nos mira por el ojo de la cerradura
a la hoja del cuaderno caída en el otoño pasado
a esa rama artificial como una espalda
que recibe los azotes
a la puerta que se abre en el muro occidental
en el vientre de las libertades
con los sueños que te llenan el cuerpo
a ese país de la forma más salvaje como
los coribantes imaginados
azul como las revoluciones
como las virtudes cuando no hay fórmulas
y eres todo lo que eres
al país de la figura paralelepípeda
cuando no soy
lo que dichosamente ansiaba
al Perú con sus lados ambiguos
con sus gestos de siglos
su amor
su muerte prematura
su hijo que calla y calla


4
Como un tigre crucificado
volver al punto de la intercepción en el ovario
a los instantes precisos en que los cuerpos
salen volando en todas direcciones
en todas las formas de concebir las distancias
nunca alcanzadas
hasta el ozono canceroso sobre capas de fango
sin agujeros donde se clave
el puñal salvaje
a ese grupo de paz con patitas de amianto
con deseos colosales
y pelo rojo / largo y sucio
mediterráneo y sucio
patriota y sucio por todos sus lados
Volver al Castillo de Grisú de Moro
con las barcas que engendraron
los conquistadores
a esos juegos de salón donde se ha ganado
la felicidad más eterna
nunca imaginada

5
Volver por último a los lugares fantasmas
a la Colmena de abejas
que hicieron de nuestros cuerpos
señales para destinos imprevisibles
ese objeto de nuestra idea
poco comprendida
como una ostra pintada en colores claros
para llevarlo a clases
y hacer con ella millones de individuos abrazándose
en mi habitación
Volver al lado vulgar de mi ser
desde esa tinta indeleble de los años
silenciosamente vividos
de los juegos que aprendimos en mayo
de la forma como empezamos a amar
a ver las cosas tan diferente a todos
a los poemas que intentamos escribir
a dos manos
a los rincones crepitantes
a la soledad perpetua.


36
aquel caballo hipocondríaco de siempre
el menos conocido y el menos amado
posee dos patas traseras / persecutivas
viene de una pieza primitiva e insignificante
está ebrio como los grandes ebrios
Verlaine Hopkins Baco y yo
mojado de pies a cabeza
ha empobrecido a un grado cero
límite entre el ser y la nada
sus movimientos son lentos
y repetidos
el espacio que habita es tan pequeño
que no se alcanza a sí mismo
está a la deriva
sus ancas son de una realidad asombrosa
sus extremos largos y oscuros
se aterciopelan
con la luz amarilla
es malo
la soledad intensa de sus ojos son malos
el silencio de la soledad de sus ojos
se pierde en la habitación
el delirio se aproxima repentinamente
a los lugares vacíos
la noche relincha
la persecución no tiene límites
es la forma de acercarse y entregarse
mansamente a la locura como un caballo
tiene los nervios desajustados
la fuerza alucinante de las mareas bravas
es abominable
a veces tierno y salvaje
su belleza es de un licor amargo pero necesario
se droga
regla y defeca
pero lo amo y eso es todo.